Política

El congreso del Partido Comunista cubano opta por el inmovilismo

El líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz (I), y el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), asisten a la sesión final del 7mo. Congreso de la organización partidista, en el Palacio de las Convenciones, en La Habana, el 19 de abril de 2016.   ACN  FOTO/Omara GARCÍA MEDEROS/sdl

Fidel y Raúl Castro asisten a la sesión en la que se ha anunciado la nueva dirección

Raúl Castro abandonará la presidencia del gobierno en 2018, pero continuará otros cinco años, hasta el 2021, orientando las políticas nacionales desde su renovado puesto de primer secretario del hegemónico Partido Comunista de Cuba (PCC), definido constitucionalmente como “vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. El inmovilismo en el Buró Político alcanza al Segundo Secretario, José Ramón Machado, también octogenario, reelegido por el VII Congreso del partido, clausurado este martes con una comparecencia conjunta de Raúl y Fidel Castro para escenificar unidad revolucionaria. El rejuvenecimiento es más visible en el Comité Central, integrado ahora por 142 miembros, y una media de edad de 54 años. El saliente tenía 116 integrantes.

El Buró Político, constituido ahora por 17 miembros al incorporar cinco nuevos, mantiene a Miguel Díaz-Canel, el previsible sucesor de Castro en el ejecutivo como presidente de los consejos de Estado y de ministros. Miembros de la denominada generación histórica, entre ellos el comandante Ramiro Valdés y Leopoldo Cintra Frías, ministro de las Fuerzas Armadas, permanecen otros cinco años. Sigue el ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, y se incorporan el secretario de la Central de Trabajadores, la rectora de la Universidad de Ciencias Informáticas, la secretaria de la Federación de Mujeres, la subdirectora del Centro de Ingeniería y Biotecnología y el ministro de Salud Pública.

El cónclave terminó este martes después de aprobar la hoja de ruta “conceptual” de Cuba hasta el año 2030. Este será el último congreso dirigido por de los hombres de la Sierra Maestra, según dijo en su discurso Raúl Castro, primer secretario desde 2011, en que sustituyó a su hermano Fidel. Dentro de un quinquenio entregará la secretaria y “las banderas de la revolución y el socialismo sin el menor atisbo de tristeza o pesimismo, con el orgullo del deber cumplido».

La prensa extranjera no ha tenido acceso a las sesiones, pero el análisis de la documentación disponible demuestra que las privatizaciones aprobadas hace cinco años, sumadas al cambio de estrategia de Estados Unidos para reventar la revolución cubana desde dentro, dinamizaron los debates. La convivencia entre la militancia comunista y los compatriotas que prosperan con negocios privados está causando tiranteces y comezón de conciencia entre los 670.000 miembros del partido, que se clausuró reafirmando que los medios de producción del país seguirán en manos del Estado, y los autónomos solo serán un complemento de la economía centralizada, no un embrión del capitalismo.

El control de la propiedad privada es una de las preocupaciones fundamentales del PCC, fundado en 1962, cuyos flancos doctrinarios pidieron acotar la expansión y tamaño del medio millón de autónomos temiendo agravios comparativos y el surgimiento de clases sociales y nuevos ricos. Mientras el auge de cubanos adinerados levanta urticarias ideológicas, el proselitismo de Obama en la isla aun colea, tal como pretendía Washington, según fuentes diplomáticas. El delegado René González, héroe oficial de Cuba después de cumplir más de trece años de cárcel en Estados Unidos por espionaje, le llamó “el flautista de Hamelin, que vino a tocarle a nuestros hijos, para llevarse sus corazones. Tocó muy bien la flauta, porque tiene especialistas que le dicen cómo tocarla”.

La intervención de Leonardo Andollo, uno de los supervisores de las reformas, fue reveladora. Citando 5.379 consultas, dijo que la propiedad privada inquieta a las bases del partido. Impelidas a un teorizante reacomodo, plantearon cómo conjugar planificación, mercado, precios y gratuidad de los servicios sociales básicos. El impacto negativo de la emigración, la pérdida de jóvenes que abandonan su patria desesperanzados, fue otro tema acuciante.

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