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Juan José Monsant Aristimuño: Hacia nuevas formas

estadoTal como se está reestructurando la comunidad internacional, fraccionándose, federalizándose a la manera de las Ciudades Estado de la Edad Media, lo que hoy se conoce como Estado Nación aparentemente se encuentra en vías de transformación hacia nuevas formas de organización política administrativa. Es decir, un país, un Estado como lo pueden ser Portugal, Guatemala, Francia, Estados Unidos, Canadá, África del Sur, o cualesquiera de los estados que conforman la comunidad internacional agrupada en las Naciones Unidas, la OEA o la Unión Africana, puede evolucionar hacia modelos políticos sustentados en gobiernos locales, bicamerales o no, guiados por un triunvirato ejecutivo y jueces provinciales, independientes de la capital. Todo es posible.

El Califato Islámico, por ejemplo, no es un Estado en los términos que conocemos, es un Califato, por ahora sin territorio asignado, salvo el conquistado que varía de un mes a otro, pero se haya presente por sus acciones terroristas en todo el universo. Cataluña lucha por independizarse para convertirse en un país diferente a España, cuya organización política aún está por definir, porque seguramente los independentistas democráticos tienen una idea de organización administrativa diferente a la gente de Podemos que tienen otro concepto de Estado, de República, parecieren que tienden más hacia la comuna, el líder, la estatización y hasta la eliminación de las fuerzas armadas y del sistema bancario.

Lo ocurrido en el Reino Unido con el Brexit es sintomático, y la reacción de Escocia e Irlanda del Norte pudiera extenderse a Holanda, Italia y Grecia con grandes reservas acerca del papel de la Comisión de la Unión Europea y la burocracia supranacional. Corresponde a los estadistas, intelectuales, académicos, empresarios visualizar los instrumentos de cambio a introducir para evolucionar, sin trauma, hacia esas nuevas formas de expresión societaria.

Por ejemplo, ¿qué es Venezuela en la actualidad? ¿Qué y quiénes somos los venezolanos? En todo caso no un país, un Estado, una nación, tal como se define en los manuales de Derecho y Ciencias Políticas. Los tres conceptos no obedecen a su definición; ninguno de ellos entraña, integra los componentes de nación, Estado o país. Lo más cercano es decir que somos país, para los efectos de nuestra membrecía en los organismo multilaterales internacionales, tenemos un nombre que nos identifica, ubicados en Suramérica, el Caribe y parte de Los Andes, con una determinada extensión territorial, marina, y de espacio aéreo, hasta cierto punto. Pero hasta allí, un extraño país que no es capaz de alimentar a sus habitantes, curarlos, ofrecerle seguridad, trabajo, ni libertad. Somos, como alguna vez nos definió un amigo extranjero, un gentío sobreviviendo en un territorio.

Para intentar conceptualizarnos como Estado, tendría que pedirle a los politólogos y juristas de la UCV, UCAB, UMET, UC, ULA, Rafael Urdaneta o Monteávila, entre otras universidades e institutos de investigación, que expliquen qué es un país a la luz de eso que se llama Venezuela, porque los Estados son repúblicas o monarquías. No tengo claro lo que es Corea del Norte, porque tienen un Presidente Eterno, Kim Il Sun, así como Venezuela tiene un Comandante Eterno; la antigua Libia no era una república sino una Yamahiriya (una especie de comuna laico-religiosa gobernada por un líder que murió como cualquier mortal huyendo de la justicia). Corea del Norte sería como una monarquía autoritaria, no como la española, holandesa, sueca o inglesa que son constitucionales, y tienen que responder a un Parlamento, a un Poder Judicial y, sobre todo, al pueblo, a la opinión pública.

Recuerdo las clases de Constitucional del Doctor Gustavo Planchart Manrique -ese doctor va con mayúscula- cuando nos explicaba los componentes de una nación. Básicamente es aquello que nos identifica y une como pueblo. Dejémoslo hasta allí, con el permiso de los científicos sociales Aníbal Romero y Fernando Falcón.

¿Entonces qué somos? Una nación, no. Estamos fracturados, divididos sin gobierno, sin poderes independientes, enfrentados, sin compartir una historia común, una moral, ni un ideal transmitido de generación en generación. La nación la exterminaron chávez y sus compinches, agavillados en su intento por borrar la historia y los valores nacionales asumidos como tales, fracturarnos, disolvernos, unidimensionarnos, degradarnos. Por ahora, siento que somos una lágrima.

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