Académico advierte de un ‘shock’ económico si se mantiene la dualidad monetaria
Un economista del oficialismo explica la urgencia de la unificación monetaria en Cuba
Hay temas que aparecen cíclicamente en los medios oficiales. Discusiones que se tornan acaloradas en las calles y más tarde se enfrían a la espera de respuestas institucionales. En ese caso está el fin de la dualidad monetaria, una medida que por momentos parece estar a la vuelta de la esquina y por otros se ubica en un futuro lejano e improbable.
El debate sobre tan sensible situación, que afecta los bolsillos de cada cubano, ha vuelto esta semana tras la publicación en varios medios de un artículo firmado por Armando Nova González, doctor en Ciencias Económicas, profesor e investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana.
El texto destaca no solo por sus lapidarias verdades sino también por haber sido publicado en sitios digitales más proclives al elogio que a la crítica, más enfocados en resaltar «los logros del sistema» que en señalar sus fallas. En lugar de aplausos, Nova González urge a eliminar la dualidad monetaria porque postergar su fin eleva los costos sociales, económicos y políticos.
El texto destaca no solo por sus lapidarias verdades sino también por haber sido publicado en sitios digitales más proclives al elogio que a la crítica
El imperativo que subraya el autor contrasta con la poca información que se ha ofrecido en los últimos meses sobre el proceso de terminar con la «esquizofrenia económica» del CUC y el CUP. Desde diciembre de 2017, cuando el vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba, Marino Murillo, recalcó que el Gobierno continuaba la labor para acabar con esa dualidad, muy poco se ha vuelto a informar al respecto.
Se cumplen 26 años desde que se introdujo el dólar en la economía cubana, una medida que, junto con la posterior aparición del peso convertible (CUC), fueron concebidas como transitorias pero se han extendido “mucho más allá en el tiempo”, advierte el economista. Ni siquiera ha podido lograrse el propósito de «acercar» los valores del CUP y del CUC ni la correspondencia necesaria entre el CUC y el dólar estadounidense.
En lugar de eso, el académico lamenta que se hayan emitido más CUC de los que permitiría su respaldo en dólares, por lo que se ha depreciado. Algo que se refleja en «el incremento de los precios en las tiendas en divisas y, a la vez, en los mercados de libre oferta y demanda en pesos cubanos». Una realidad que se palpa en el hecho de que en los últimos años el poder adquisitivo de las familias ha seguido descendiendo en la medida en que la moneda pierde valor.
El académico lamenta que se hayan emitido más CUC de los que permitiría su respaldo en dólares, por lo que se ha depreciado
Nova González conoce las complejidades de un proceso de unificación, en una nación con muy baja productividad y reconoce que el fin de la dualidad monetaria depende de la solución de los problemas estructurales de la economía. Sus propuestas para sanear tal desbarajuste son osadas y tienden a la apertura en detrimento del centralismo, pero están atenazadas por una máxima que más parece un dogma religioso que una premisa política.
Sus reflexiones apenas pueden levantar vuelo porque llevan el lastre de no alterar con ninguna de estas medidas «el sistema económico–social al cual se aspira». Entre las variables de las que podría echarse mano para sanear las finanzas nacionales y el sistema monetario cubano, las autoridades descartan aquellas que pongan en riesgo una estructura social basada en la forzada justicia social y el falso igualitarismo.
Las afirmaciones del académico confirman el temor oficial ante una agudización del malestar popular y una posible reacción en las calles tras la unificación monetaria. Al igual que el mercado racionado, la dualidad monetaria no ha llegado a su fin, en buena medida, porque el Gobierno teme perder apoyo y poder. Su fin se posterga no solo por la baja productividad sino por el miedo al rechazo.
Al igual que el mercado racionado, la dualidad monetaria no ha llegado a su fin, en buena medida, porque el Gobierno teme perder apoyo y poder
El autor aventura algunas propuestas para aliviar el impacto negativo de esa unificación, entre ellas «cerrar las empresas estatales ineficientes y que podrían pasar a manos de sus propios trabajadores bajo la forma de cooperativa “con el apoyo financiero inicial del Estado (…), inversión extranjera directa o mixta con capital nacional y/o préstamos de instituciones financieras internacionales».
Una de sus sugerencias más osadas se encamina a evitar la fuga de divisas. Esos millones de dólares que cada año salen del país en manos de las mulas que compran mercancías en el extranjero. Para ellas, Nova González propone abrir establecimientos nacionales donde los emprendedores locales puedan comprar en divisas «a precios inclusive inferiores a los que venden estos lugares subterráneos».
Finalmente el académico sabe que camina sobre la cuerda floja y no renuncia a tener bajo sus pies una malla de protección, quizás por eso indica que todo este proceso «deberá emprenderse con la observación necesaria y la mesura requerida que garanticen la continuidad y sostenibilidad del modelo económico-social al que se aspira, justo y con la mayor equidad posible».
No obstante, Nova González parece ser un hombre responsable y advierte de que «de continuar con la inmovilidad, los riesgos se irán multiplicando y podrían generar un fuerte shock a la economía, con resultados no deseados». Algo que se resume en que las autoridades cubanas pierden si unifican las monedas y pierden cada día que se tarden en unificarlas.