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Adela Cortina: «En esta crisis ha aparecido una especie de gerontofobia. Algunos piensan que los ancianos no tienen dignidad»

Es filósofa y catedrática de Ética, una profesional de la reflexión y el pensamiento de hondura. Desde el confinamiento prosigue con la búsqueda de respuestas ahora que tanto abundan las preguntas. Le pedimos que nos comparta sus conclusiones.

 

«Estamos en la mejor época del año, cuando los naranjos huelen a azahar, ¡qué le vamos a hacer!», nos dice Adela Cortina desde su casa en Valencia. Ese aroma primaveral la invita a pasear, que es lo que más echa de menos durante el confinamiento. Pero estos días en casa no se le hacen muy duros porque ella y su marido -el también filósofo Jesús Conill- están trabajando muchísimo. Buscan respuestas, ahondan en planteamientos sobre las consecuencias profundas que tendrá en nosotros lo que estamos viviendo y sobre lo que vendrá después. Hablamos con ella de las reacciones humanas ante situaciones graves. Le preguntamos sobre altruismo y otras respuestas ante las emergencias… y sobre ética, claro: Adela Cortina es catedrática (jubilada) de Ética de la Universidad de Valencia y directora de la Fundación Étnor para la Ética de los Negocios y las Organizaciones Empresariales.

XLSemanal. ¿Es un buen momento para la filosofía?

Adela Cortina. Para la reflexión siempre es un buen momento. Es lo que nos ayuda a discernir cuál debería ser el camino en el futuro. Como diría Séneca, una persona que no reflexione es incapaz de ser artífice de su vida.

XL. ¿Por qué hay gente altruista y otra que no lo es?

A.C. La tendencia al altruismo y al egoísmo la tenemos todos los seres humanos. Pero hay quienes aprecian a otras personas hasta el punto de que les merece la pena trabajar por ellas, ahí está la razón del altruismo.

XL. ¿Qué los impulsa a ello?

A.C. Te diriges hacia otra persona cuando te das cuenta de que tiene dignidad, de que es valiosa y merece la pena trabajar por ella. Cuando alguien solo se mira a sí mismo, no le importan los demás y no cultiva esa tendencia, le falta esa sensibilidad para darse cuenta de que todo ser humano es valioso.

XL. ¡Se puede incentivar el altruismo?

A.C. Se puede y se debe. Precisamente porque tenemos las dos tendencias (al egoísmo y al altruismo), el triunfo vendrá de aquello que cultivemos. Si incentivamos el altruismo a través de la educación, el niño muy posiblemente elija ser altruista. Al final siempre está la libertad personal: uno elige. Se debería educar en el altruismo porque un mundo altruista es muchísimo más justo y más feliz. Hay que educar con palabras y actuaciones. Y las conductas altruistas se tienen que mostrar en la vida cotidiana. Creo que es bueno que en esta crisis haya habido rasgos de altruismo porque es sumamente educativo.

XL. ¿Por qué un mundo altruista es más feliz?

A.C. El que aprecia el valor de otra gente tiene una vida mucho más rica, más felicitante, que es una palabra que a mí me gusta mucho. El volcarse hacia otros, el ver que eres capaz de ayudar, es mucho más felicitante que el estar mirándose a sí mismo, que es tan empobrecedor.

XL. ¿Qué filósofos clásicos nos ayudan a aceptar situaciones difíciles?

A.C. Servirían los estoicos, que piensan que no hay que hacerse ilusiones con respecto al futuro. Pero en este caso sería muy importante recurrir a las virtudes tradicionales. Aristóteles piensa que la prudencia es muy importante y, si hubiéramos sido más prudentes, nos habría ido mejor. También es crucial practicar la templanza y la fortaleza… las virtudes en las que nos educaba el mundo clásico.

XL. Usted destaca a Kant.

A.C. Sí, porque creo que la idea de dignidad humana -que es central- la predica Kant; él es de gran ayuda ahora porque habla de la dignidad de todo ser humano. Y es entonces cuando nos volcamos a trabajar por otro porque cualquiera es digno. En ese sentido ha sido muy lamentable el que se esté despreciando a los ancianos. Ha aparecido una especie de gerontofobia, algunos piensan que los ancianos no tienen dignidad.

XL. También aumentará la aporofobia, el rechazo al pobre, sobre el que usted ha investigado.

A.C. El dejar de lado al que no nos interesa está presente en todas las sociedades. Es una tendencia en toda la historia de la humanidad. Supongo que va a continuar, pero ha pasado alguna cosa interesante con esta crisis y es que últimamente se está dando trabajo a los inmigrantes porque nos hemos dado cuenta de que nos hacen falta.

XL. Dice que los seres humanos «somos en vínculo y en relación». ¿Cómo casa eso con el confinamiento?

A.C. Extrañamente, en mí ha tenido unas consecuencias muy positivas, porque no conocía Zoom, Skype y otros procedimientos para conectarme. Los he descubierto y hacía tiempo que no me relacionaba tanto. En el confinamiento seguimos en relación con otras gentes, aunque no sea de manera presencial. Tenemos tal necesidad de ella que, si no podemos vernos, nos inventamos lo que haga falta para seguir relacionándonos. Este confinamiento está demostrando que nos necesitamos unos a otros y que estamos empleando incluso nuestro tiempo para pensar en cómo podemos resolver los problemas de otros a los que no conocemos, porque somos humanos y nada de lo humano nos puede resultar ajeno. Nos preocupa gente que no conocemos. El vínculo creo que no se rompe, sino que seguimos reforzándolo.

 

“La principal tarea de los seres humanos y los pueblos es forjarse un carácter justo. Gracias a él resistiremos mejor las pandemias y las crisis porque lo haremos de forma solidaria”

 

XL. ¿Los españoles estamos respondiendo bien?

A.C. La sociedad civil española ha respondido muy bien, de 10. Y hay un grupo que es de 12: personal sanitario, la Guardia Civil, los militares, la Policía, el sector primario, las empresas que están innovando para colaborar…

XL. ¿Están cambiando los héroes, las estrellas, que antes eran futbolistas o actores?

A.C. En todas las sociedades hay unos referentes; que lo sea la gente que se está jugando la vida por ayudar a otros es buenísimo, es muy positivo. Es una de las pocas cosas buenas que hemos podido descubrir con la crisis.

XL. Cree que los asiáticos, gracias al confucionismo, sobrellevan las dificultades mejor que nosotros?

A.C. El confucionismo es una filosofía muy ligada a la comunidad, a los ancestros y la familia y puede que haya influido, pero en China ha sido decisivo el miedo: es un país totalitario y la población, muy controlada, tiene miedo.

XL. Se refiere a la vigilancia.

A.C. Sí, sí. En China saben qué hace cada ciudadano en cada momento a través de medios de inteligencia artificial. Eso es terrible. Una vigilancia policial y política es el comienzo del totalitarismo. Habrá países que intenten reforzar modelos autoritarios en nombre de la seguridad. No debemos permitir ningún tipo de deriva totalitaria.

XL. ¿Debemos ser indómitos?

A.C. Sí respecto a las normas arbitrarias. Vivimos de normas y de relaciones, pero las normas tienen que estar justificadas. Si una norma tiene una razón convincente y poderosa, tengo que obedecerla.

XL. Ganó el Premio Nacional de Ensayo con un libro sobre la utilidad de la ética, ¡para qué sirve?

A.C. Entre otros provechos, para forjar el carácter. Por repetición de elecciones vamos generando unos hábitos. Nuestras decisiones pueden ser hacia las virtudes (templanza, prudencia, fortaleza, amor…) o hacia los vicios. La principal tarea de los seres humanos y de los pueblos también es forjarse un carácter justo: si lo vamos forjando, sabremos resistir mejor las crisis y las pandemias, estaremos más preparados para responder y para hacerlo de manera solidaria.

XL. ¿Qué opina de los aplausos?

A.C. Las sociedades necesitan ritos, actividades y símbolos comunes. Es fundamental. Por eso se discute por las banderas. Los aplausos nos unen y así mostramos, además, que hay actuaciones que nos parecen ejemplares y que nos gustaría que se multiplicaran para hacer una sociedad más justa y más digna.

 

 

 

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