Adiós, Donald Trump. No te perdono la división que creaste con mentiras en mi Miami
Adiós, presidente Donald Trump.
Viniste a Miami y usaste nuestro amor por la patria perdida, nuestras heridas como exiliados y manipulaste a nuestra gente. Les hiciste creer que serías un mesías para las Américas y en realidad solo pensabas en tus intereses.
Tú y solo tú, ante todo.
Dividiste familia, vecinos, amigos, colegas.
Nunca olvidaré la última vez que vi a un compañero de trabajo con quien compartí buenos momentos.
Nos encontramos en un pasillo, me miró con disgusto y me evitó.
No le gustaban mis columnas exponiendo tu racismo y tu agenda anti-inmigrante. Murió, y así fue como dejaste las cosas entre nosotros.
Él, deslumbrado por tus promesas de una Cuba libre y tu farsa de Make America Great Again. Yo, relatando el daño hecho al alma de una ciudad que enaltecía, no rechazaba, a los inmigrantes hasta que llegaste tú, exigiste la aquiescencia, y el débil liderazgo republicano obedeció.
Fuiste siempre el político en campaña y nunca el líder que la nación necesitaba, convertiste los tóxicos lemas de campaña en tóxicas políticas que separaron a las familias, arrancando a los niños de los brazos de sus padres.
Tu retórica desagradable y desgarradora logró que personas que vinieron a este país de niños y que conocen el sufrimiento de emigrar, te justificaran. Deberían haberlo pensado mejor.
EN PELIGRO LA CAUSA DE CUBA
Nunca me había sentido avergonzada de mi comunidad, hasta que tú, Trump, apelaste a lo peor en nosotros y apestaste a Miami-Dade con vapores de maldad racista, homofóbica y clasista.
Todavía me siento quebrantada por ver y escuchar a mi gente convertida en mentirosos y fascistas al por mayor, haciéndose eco de ti y de tus silbidos de supremacista blanco.
No solo lastimaron a Miami, también pusieron en peligro la causa de una Cuba libre. Se pierden defensores y aliados cuando se actúa como si quisieras reemplazar el comunismo con el fascismo. Puedo perdonar (aunque nunca olvidar) a los heridos exiliados en Miami-Dade que se enamoraron de tus falsedades, pero no te perdonaré a ti, Chusma-en-Jefe, por elevar lo vulgar a las alturas presidenciales.
Joe Biden será la voz sanadora que esta comunidad y Estados Unidos necesitan.
No gracias al campo de batalla de Florida, en el que tus sustitutos floridanos resucitaron sus inactivas costumbres sureñas Jim Crow en un lamentable intento de privar de sus derechos a negros y latinos, parte de un experimento de ingeniería social que tú y tus asesores inventaron para detener el oscurecimiento racial de Estados Unidos.
Bienvenido, presidente Joe Biden.
Bienvenida vicepresidenta Kamala Harris, quien hace historia, la primera mujer en ocupar ese cargo en un país que, al menos en su política, es más machista que América Latina.
Gracias, Pennsylvania, cuna de la Declaración de Independencia.
En Florida, el demócrata Biden no pudo evitar que las mentiras que tú y el Partido Republicano amplificaron. La campaña de desinformación tildando a los demócratas de socialistas radicales y comunistas fue profunda, y Biden perdió el estado.
Afortunadamente, el resto de la nación no necesitó a la Florida para enviarte para siempre a tu antigua “Casa Blanca de Invierno”, Mar-a-Lago.
Pero, uf, hay que tenerte ahora como residente de Florida a tiempo completo.
Qué maldición: más de ti.
Serás feliz en este estado, sólidamente bajo el control republicano gracias a ti.
Sin duda, tus fieles soldados, dirigidos por tu discípulo, el gobernador Ron DeSantis, continuarán cantando tus alabanzas y compartiendo la falsedad anti-democrática de que te robaron las elecciones.
Continuarán usando la alianza contigo para enardecerte, creando serios problemas políticos cuando lo que deberían es ayudar a sanar el país, a nuestro estado, a nuestros vecindarios.
Pero espero que te aburras nosotros como de todo lo demás, incluyendo a la pobre Venezuela.
Espero que tu cambio de dirección al sur de la Florida haya sido solo un show motivado por nuestro accesible y conveniente (en la mayoría de los casos) sistema de voto por correo, el que sigues degradando con mentiras.
¿Por qué no te quedas encerrado en tu Trump Tower? ¿O solicitas asilo en Rusia?
En cualquier lugar menos aquí.
UN MAKEOVER DEL ALMA
Tenemos mucho que zurcir aquí.
A pesar de tu breve reinado, el trumpismo seguirá vivito y coleando en Miami-Dade.
Aquí a menudo hablamos de cómo cuando la malvada dictadura de Castro finalmente muera en Cuba, el país necesitará una reconstrucción no solo física, sino también psicológica y social.
Lo mismo se aplica a nosotros ahora.
Tenemos una ardua tarea similar por delante en nuestras ciudades y nuestra nación. Necesitamos un cambio, un makeover de alma, necesitamos una cirugía política para retomar un debate saludable sobre los problemas y no involucrarnos en sembrar el miedo con el coco del comunismo.
Tú eres el caudillo del que huimos. No eres ningún salvador de Cuba, Venezuela o Nicaragua, y casi destruiste lo mejor de Estados Unidos, sus controles y contrapesos democráticos, en cuatro años interminables.
Desafortunadamente, el trumpismo perdurará como lo hace el castrismo en Cuba y el chavismo en Venezuela.
Ese es el legado de dictaduras, autoritarismo y populismo.
Por ahora, todo lo que podemos hacer es celebrar que tu campaña de reelección está muerta, agradecidos por el buen sentido de otros estados de batalla en la nación.
”¡Había estado esperando para enarbolar mi bandera hasta que tuviera el significado correcto nuevamente!” me dijo en un mensaje de texto mi amiga Ileana Oroza, periodista y educadora cubanoamericana jubilada, mandándome una fotografía de Old Glory volando en el viento desde su balcón en Miami Beach.
Me salieron lágrimas cuando vi este símbolo de democracia y decencia otra vez imperante en nuestro país.
Adiós, Donald Trump. Solavaya a tu breve, deshonesto y odioso reinado.