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Afganistán y algunas lecciones que aprender en la absurda España confundida

EEUU actúa con hipocresía -y cobardía- cuando batalla contra el islamismo sin apuntar hacia las teocracias árabes, del mismo modo que la izquierda aplica la demagogia cuando niega la utilidad de cualquier intervención armada

Podría debatirse largo y tendido sobre el mal, pues, en realidad, tan sólo hace falta que un trauma se enquiste para pasar del bando de los buenos al de los canallas. El poder conduce muchas veces a ese camino, de ahí que existan sátrapas tiranos. Conviene no perder de vista este punto, pues, de lo contrario, cualquiera podría llegar a sorprenderse con la reconquista de Afganistán por parte de los talibanes.

Se otorga poca importancia a la hora de analizar estos acontecimientos a la actitud al respecto de los medios de comunicación, que, manejables y acríticos, son expertos en pastorear a sus lectores hacia la ‘mentira conveniente’. Eso ha creado sociedades, como la española, en las que la confrontación de cualquier amenaza obliga a pagar un importante peso político, pues se rechaza de primeras, sin mayor análisis. Por tanto, la actitud de los dirigentes cortoplacistas es la de pegar una patada hacia adelante ante asuntos, como la guerra, que a veces son el mal menor. ¿Cómo lo justifican? Con ‘mentiras convenientes’.

Sucede que en el mundo real hay quien no tiene una especial predisposición por negociar, pues ha atisbado el poder y la gloria en el horizonte y piensa que toda concesión es innecesaria. Por eso, los mensajes que animan a dialogar suelen ser ridículos cuando el enemigo está armado y radicalizado, como es el caso de los talibanes. Ojalá los humanos fuéramos de otra forma, pero hay algo en nuestra condición que provoca que, tarde o temprano, en todas las sociedades surjan grupos subversivos. Quien no lo tenga en cuenta seguramente se vea rodeado por sus enemigos; o tenga que pronunciar eso de deeply concerned tras haber sufrido una derrota.

Kabul y Occidente idiota

La toma de Kabul cerrará un ciclo que se inició poco después del 11 de septiembre de 2001 y en el que no hay personajes planos -buenos o malos-, pero sí unos bárbaros, que son los fundamentalistas.

Estados Unidos y sus aliados actúan con hipocresía -y cobardía- cuando batallan contra el islamismo sin apuntar hacia las teocracias árabes que lo impulsan, del mismo modo que la izquierda española y europea aplica la demagogia cuando niegan la utilidad de cualquier intervención armada. Porque, en un contexto global, los problemas del vecino suelen tardar muy poco tiempo en llegar a tu apartamento. En otras palabras: en el mundo actual, la defensa de ‘lo tuyo’ no resulta efectiva si se realiza a pie de playa; y no donde se encuentra el epicentro del problema.

En otras palabras: en el mundo actual, la defensa de ‘lo tuyo’ no resulta efectiva si se realiza a pie de playa; y no donde se encuentra el epicentro del problema.

Son varios los analistas que han citado durante las últimas horas la incapacidad de los conquistadores y las super-potencias, históricamente, de controlar Afganistán. La quizás mejor interpretación de lo que ha pasado en esta última etapa histórica la ha realizado Pedro Baños, quien apunta al desencanto que existía en el país con el Gobierno actual -o el que lo fue hasta el domingo- por asuntos como la corrupción, el tráfico de drogas y el escaso respeto a las libertades.

También se refiere a un hecho clave, y es que la democracia se aplica de forma relativa en un territorio donde se votaba a los líderes tribales; y no tanto a los programas políticos. Los medios de comunicación suelen ser muy poco precisos a la hora de valorar la verdadera implantación de la democracia representativa en los lugares donde existen caciques y nacionalismos/regionalismos fuertes, que es donde, en realidad, el sistema suele flojear, pues pocos creen en que sea más legítimo que la palabra de su líder.

Pero, pese a estos intentos de imponer la ‘verdad conveniente’ por parte de la prensa, nunca hay que minusvalorar el desencanto, pues suele ser la causa principal de las revueltas. De hecho, cuando la desilusión crece, tan sólo hace falta un ‘organizador’ para que se conforme una revuelta. La prensa suele fallar a la hora de analizar este factor porque es parte del sistema; y acaba dando por buenas las medias verdades que inventa y difunde para legitimarse.

¿No a la guerra? Valdría, si el enemigo tampoco la quisiera. Éste es uno de los preceptos que los medios se han empeñado en ocultar.

Tampoco hay que dejar de referirse -para valorar el despiste de la sociedad española- al absoluto desprecio que la mayoría de los medios de comunicación ha demostrado en España por la información internacional durante los últimos años, nos encontramos con que los talibanes han vuelto a controlar Kabul y nos hemos enterado casi cuando estaban tirando la puerta abajo.

Si no sabe usted el nombre de cada ocupante del yate de C. Tangana es porque no quiere. Pero claro, no pida un seguimiento de los principales conflictos internacionales. Eso no se paga. Eso no da clics.

 

 

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