Albert Rivera se corona como el enemigo político de todos
El jueves, durante el primer día del debate de la moción de censura contra Mariano Rajoy, la palabra Rivera fue pronunciada en un centenar de ocasiones. Y la mayoría de veces acompañada de una crítica, un ataque política o un desprecio. Desde Coalición Canaria a Compromís, con especial énfasis en el PSOE y el PP, claro. Todos culparon a Rivera: cálculo electoral; interés personal, deslealtad, incoherencia… El líder de Ciudadanos sólo saltó cuando Pedro Sánchez lo acusó de mentiroso. En todo caso, y con las pulsaciones bajadas, Rivera y su equipo concluyen que estos ataques suponen presentar a Cs como el rival de todos, esto es, como un referente en el Congreso.
– «El PP pasa a ser el líder de la oposición con toda su artillería. ¿Cómo queda vuestra posición? ¿Os van a relegar?», preguntaron ayer a un dirigente de Ciudadanos en el patio del Congreso.
– «Vamos a ver quién lidera la oposición», contesta.
Rivera sale del debate de la moción de censura como enemigo político número uno de las formaciones independentistas; del PP, que lo tacha de «desleal», porque lo culpan de la caída de Rajoy al dar por liquidada la legislatura y pedir elecciones anticipadas; del PSOE porque consideran que respaldaron una vez más al presidente del Gobierno; y de Podemos porque son antagónicos.
En Ciudadanos hacen la siguiente lectura: nadie quiere elecciones porque temen una victoria de Rivera. De hecho, éste fue uno de los argumentos del PNV para apoyar los Presupuestos y apoyar a Pedro Sánchez; evitar elecciones inmediatas. Y eso, argumentan, es que están fuertes.
Un escenario con el PSOE en el Gobierno y el PP dominando el Senado y con sus Presupuestos en vigor deja, a priori, en tierra de nadie a Ciudadanos. Apartado del foco de la iniciativa política. La estrategia para revertir este escenario es «tener las dos manos libres», esgrimen en la formación. Explican que su pacto de investidura con el PP limitaba sus ataques contra el Gobierno. Sin embargo, con Mariano Rajoy caído por la sentencia de la Gürtel –que condena al PP por beneficiarse– tienen las manos libres para «golpear». Nada de miramientos.
Y respecto al Gobierno de Pedro Sánchez, el hecho de que haya alcanzado La Moncloa gracias a Podemos y los nacionalistas (PDeCAT, ERC, Bildu, PNV) supone una munición para Ciudadanos como para no dejar un solo minuto de respiro a los socialistas, sobre todo mientras esté aún vivo el desafío secesionista sostenido ahora por Quim Torra, president de la Generalitat. De hecho, no hubo ni un minuto de tregua. Ayer, mientras los diputados socialistas felicitaban a Sánchez aún en el interior del Congreso por su elección, Rivera ya ponía en duda su lealtad con la Constitución. Lanzó la pregunta al aire de si «será leal con la Constitución, con la unidad e igualdad de todos los españoles».
Otra de las bazas a jugar por Ciudadanos es la Mesa del Congreso. Sus dos miembros son llave, decantan la balanza a favor del PP o del PSOE y Podemos. Por tanto, tiene en sus manos los tiempos parlamentarios: bloquear, impedir o dar vía libre a las iniciativas. De momento, Rivera lanzó un aviso: «No sé cuantos meses durará una legislatura agotada, liquidada, donde va a ser imposible sacar leyes, presupuestos, acuerdos…». Este papel de juez reforzará su rol de enemigo de quienes sean perjudicados por sus veredictos. Y él podrá decidir en función de sus intereses políticos.