Alberti, poemas del dolor, la desilusión y la enfermedad
Más de dos décadas después de la muerte de Alberti, sale a la luz una colección de versos inéditos que reflejan la tortuosa situación personal, vital y biográfica que atravesaba el poeta
Dicen los estudiosos que, cuando un escritor fallece, su obra pasa por un periodo de Purgatorio. Creo que este fenómeno guarda más relación con cuestiones que poco tienen ver con el valor literario de dicho autor. Más de dos décadas hace que nos dejara el poeta de la Bahía, Rafael Alberti, del que se celebra este año su 120 aniversario. Quizá con Lorca, cimera del canon de la llamada Generación del 27. Casi veintitrés años en los que, mientras su obra ha seguido creciendo en profundidad y vigencia, no se publicaba ningún texto inédito del autor.
Conocí al maestro portuense cuando era un joven poeta que iniciaba sus pasos. Por eso supe de la existencia de estos textos, que localicé por su entorno más cercano y su Agencia, Balcells. Poemas de una intensidad y dureza insólita, acordes con el momento biográfico que atravesaba el poeta, incomprensiblemente inéditos o tal vez no, porque contradicen algunas de las supuestas ‘verdades’ construidas tras su desaparición. Los poemas inéditos que ahora hacemos públicos en primicia en este suplemento cultural de ABC, y que aparecen íntegros en la colección malagueña ‘Libros sobre Ruedas’, editados por Ediciones del Genal bajo el auspicio de la EMT malagueña, son una pieza excepcional que añade información fundamental a la obra y la biografía del poeta.
Angustia
‘Una nueva temporada en el infierno’ son una serie de textos, con unidad temporal y temática, bajo este título, y escritos en el mismo periodo. Su título hace alusión a uno de los maestros que siempre acompañó a Alberti, junto con Rubén Darío y Antonio Machado. Parafrasean el título del libro de Rimbaud ‘Una temporada en el infierno’. Sin embargo, va más allá de la admiración de Alberti por él. Reflejaba también la tortuosa situación personal, vital y biográfica que atravesaba. Llamar al conjunto de poemas ‘Una nueva temporada en el infierno’ significaba trasparentar lo que, probablemente, fue el momento más difícil, y menos esclarecido de la vida del autor portuense, desde los terribles días de la Guerra Civil española y la partida al exilio.
Fechados en agosto de 1978, la situación política, personal e intelectual de Alberti transita por una de las circunstancias más dolorosas y complicadas de toda su existencia. Estos versos traslucen dicha realidad y angustia. Había regresado del exilio a España el 27 de abril de 1977, en plena transición democrática del país. Sólo unas semanas antes, el 9 de abril, se había legalizado en España el Partido Comunista, del que, como es sabido, el poeta era miembro. Fiel a su compromiso político y cívico, volvió a apoyar la incipiente democracia española, aún en peligro y por hacerse. En ese clima regresa el poeta a España, donde, además del pesar de todos los queridos amigos asesinados o fallecidos a los que ya no volvería a ver, hay que sumarle el clima de crispación imperante. El escritor sufre acoso, insultos, amenazas de muerte en su propio domicilio, y una sobreexposición mediática terrible.
Recordemos, además, que fruto de su compromiso político, Alberti acepta el ofrecimiento del PCE para ir como diputado en las listas de la circunscripción de Cádiz. Se embarca en la campaña, que llevó a cabo en verso, en medio del ruido de sables, hasta que finalmente se convierte en Diputado en Cortes de las Constituyentes. Inolvidable la foto histórica de Alberti del brazo de Dolores Ibárruri, ‘Pasionaria’, bajando por las escalinatas del hemiciclo del Congreso. Esta imagen, que todos tenemos en la retina por ser una de las instantáneas de nuestra Historia democrática, también quedó fijada en la de muchos que odiaban todo lo que esa foto significaba, e intensificó el ataque a la figura del poeta. En este sentido, algunos de estos poemas apuntan a esta zozobra e inquietud: ‘Volviste. ¿Y qué encontraste?’; o cuando habla de la amenaza real por su vida, por sus declaraciones: ‘Pero cuando tú hablas/cuando gritas o amas entusiasmado, /hay cuchillos que van a tus entrañas’. La sensación y situación de peligro real vuelven a repentizarse, como en los días finales de la guerra. Un sentimiento de riesgo, de inquietud, de desasosiego y de orfandad, de falta de raíces que se actualiza y se hace patente de nuevo como escribe en otro de estos poemas: ‘A veces ya no sabes dónde estás, /si en el aire, /si en la tierra, /si en el mar’.
Las sombras y las ausencias están muy presentes en estos versos. Uno de los mayores dolores que afrontó en esos años fue la terrible enfermedad de su primera esposa, la escritora María Teresa León, que ya regresa a España, sueño que tantas veces ella había acariciado y anhelado con su esposo, enferma de un avanzado Alzheimer. Esto comporta que no sea prácticamente consciente de donde está, ni de qué está sucediendo. Sumido en la tristeza del mal de María Teresa, que dura ya muchos años, Alberti mantiene en esos momentos una relación con la destinataria de los poemas de ‘Amor en vilo’. A Beatriz Amposta la conocería en una exposición del pintor ruso-argentino Alejandro Kokocinski, como narra el propio escritor en sus memorias ‘La arboleda perdida’.
Vorágine vital
Uno de los temas más duros, literaria y biográficamente reflejados en estos poemas, es el desencuentro con su propia hija. En toda esta vertiginosa vorágine vital, enfermedad de María Teresa, regreso a España, amenazas de muerte a la vuelta del exilio, diputado de las Constituyentes, etcétera, su hija se convierte en su azote más íntimo y público. La adversaria más inesperada. Una terrible entrevista de esta en ‘Interviú’ el 1 de septiembre de 1978 daba armas y argumentos a los enemigos de la democracia y del poeta contra él, abundando en desvaríos y calumnias, según declaraciones del propio Alberti. El titular de portada de dicha entrevista era: ‘Rafael Alberti, un mito derrumbado por su hija’. Detrás de todo ello, un afán de protagonismo a costa de los apellidos de sus progenitores, y una necesidad económica evidente, según la declaración del propio escritor que, agotado por el acoso mediático, en especial de su hija, se decide a enviar un comunicado de prensa a Efe en septiembre de 1978 del que se hacen eco diversos medios, especialmente ABC, que lo publica íntegro. El periodista que recoge este comunicado escribe: «Cansado, triste y dolido, Rafael Alberti, esta madrugada, ha salido al paso de la “insistente y desaforada campaña que mi hija Aitana ha emprendido desde hace tiempo contra mí”». En dicha noticia, el propio Alberti, pesaroso por tener que responder a su hija, inesperada aliada de los nostálgicos del régimen afirma: «No puedo por un segundo más permanecer callado ante tanta calumnia, mezquindad y cobardía. No comprendo por qué Aitana ofrece de mí esta imagen canalla, llegando incluso a afirmar que mi actividad se ha visto mermada».
Enemigos
Resulta curioso cómo, hasta el final de la vida del poeta, su hija hace esas afirmaciones que, muchos de los enemigos de Alberti, y otros que decían ser amigos y no se portaron como tal, también repitieron. Cuestionaba la capacidad intelectual de su padre en esa entrevista, y en otras que siguieron dos décadas después. Discutía su talento e, incluso, su compromiso cívico y político. Irónico cuando, después de esta fecha, además de recitales, conferencias y viajes, Alberti entregó a imprenta más de una decena de títulos de versos, más sus memorias. Aitana siempre encontraba culpables, responsables de su mala relación con su padre, especialmente tras el matrimonio con su segunda mujer, María Asunción Mateo, que ni estaba ni se la esperaba cuando Alberti se ve forzado a contestar a su hija.
Explícitamente en estos poemas, de una forma dolorosa y durísima, y también en el comunicado del año 78, el poeta, destrozado por la hostilidad de su hija y la desagradable necesidad de dar una respuesta pública, no deja lugar a dudas cuando afirma: «Aitana Alberti León, como ahora ella ostentosamente firma, dada su indiferencia durante largos años hacia los terribles problemas que acongojan a España, es la menos llamada a querer destruir ante nuestro pueblo mi imagen política, literaria y sentimental, echando sombra sobre mi clara vida de militante comunista, sobre mi obra poética empeñada […] y siempre en toda esta campaña, agitando de forma chantajista la enfermedad mental de su madre, María Teresa León, perfectamente atendida y cuidada por mí…».
Hace alusión su padre al desentendimiento intelectual, político e incluso familiar de su hija. Su madre comienza con el terrible mal de Alzheimer en el año 70, agudizándose en los años siguientes, mientras Aitana vivía su propia vida en una época de frivolidad en la costa del sol malagueña junto a alguien que pertenecía al régimen. Subyace en los poemas, como aclara el comunicado de prensa, contemporáneo de la escritura de estos textos, una voracidad económica que deja poco margen al presumible amor de una hija por sus padres, según afirma Alberti en el comunicado: «Yo no soy Picasso, desde luego, mas con los escasos dibujos que poseo de él (obsesivas presas para Aitana), con las obras de otros pintores y las mías, deseo crear un pequeño museo recordatorio en mi provincia gaditana».
Comunicado de la prensa
La herida más profunda de Alberti en estos años, como evidencian también los poemas, es la provocada por su hija y su actitud, que acaba cristalizando en la entrevista que esta da contra su progenitor y que, irremediablemente, y más en el momento de transición política que vivía el país con el poeta como figura destacada y simbólica, este tiene que contestar vía comunicado de prensa. Tan terrible es el sufrimiento que le supone que, en uno de los fragmentos, se revela el Alberti más implacable y dolido ante la agresión de su hija: «Serás en el recuerdo menos de lo que eras/ en el túnel materno, antes de haber nacido». Esta dolorosísima expresión, aunque dramáticamente hermosa desde el punto de vista literario, es la misma negación del origen. Son los versos del poeta Alberti y las declaraciones de su destinataria más directa, además de los reflejos del enfrentamiento en la prensa con la entrevista de una y la respuesta del otro, los que describen una situación durísima. Me llama la atención, sin embargo, que habiendo una nutrida hemeroteca que ilustra toda esta circunstancia, no se haya indagado más en unos episodios perfectamente documentados. Supusieron no sólo un duro golpe y gran dolor para el escritor, además, armas para los que querían destruir un símbolo fundamental en el momento de reunirnos alrededor de la Constitución, la democracia y las libertades en nuestro país.
Luego se ha querido vender que Aitana era una pobre víctima, y su viuda, una especie de madrastra de Blancanieves, la raíz del problema con su padre. La hemeroteca y estos poemas no dejan lugar a dudas del origen del conflicto, que se remontan al año 78. Los versos de ‘Una nueva temporada en el infierno’, inéditos hasta ahora, son una joya literaria de su autor. Son también la evidencia de que algunas verdades biográficas, dadas por incontestables, forman más parte de intereses personales bastardos que de la realidad de la vida y de la obra, gigante, del genio Rafael Alberti.
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Poesía inédita de Rafael Alberti
Publicamos en exclusiva dos muestras de su poemario inédito, cargado de dolorosos versos. Forman parte de la colección ‘Una nueva temporada en el infierno’ que ahora ve la luz en Ediciones del Genal
1
¡Volviste. ¿Y qué encontraste?
La sombra del pasado.
Vivas sombras que hablan
en un perfil de muerto.
Pero ¿están muertas, muertas?
¿Serán ya sombra muerta,
sombra también que habla
y gira, muda, sorda,
de un pasado presente?
3
Cráneos lavados. Tristes,
deshabitadas cabezas donde el aire
si entra, sale sordo,
sin música, sin eco.
Deshabitados ojos, gargantas
que sin grito no emiten ni el silencio.
Larga afonía a punto
de perder hasta el nombre.
Fragmento de ‘una temporada en el infierno’
¡Atrás! ¡Atrás! ¿Qué dices?, dijo el Ángel de piedra,
la Implacable dulzura más feroz que ha existido.
Mírame. Yo he surgido de las simas más hondas,
de los derrumbaderos más ciegos de la muerte.
Tú tendrías, tal vez,
que haberme siempre amado,
doblado ante un oscuro e implacable designio.
Mas te odio, te odio… Y en su helada sonrisa
brillaba el doble filo de una abierta navaja.
¿Qué vas a hacer? ¿Qué has hecho? Se oían los aullidos del Gorgojo avanzando, cómplice en la penumbra.
Míralos bien, son esos los gritos que te cercan,
que a la Impasible empujan a arrojarte a la nada.
Tú entraste en el delito de amar unos cabellos,
una belleza joven de precisa figura.
Su fragancia infinita envenena mis noches,
su futuro es el rayo fatal que me aniquila.
¡Oh, qué crimen amar cuando las sombras llegan,
decidir que la vida de pronto ha terminado,
que los años que vienen, sin morir, ya se han muerto,
que es todo anticipada y ansiosa sepultura.
Yo voy a destruirte. Tu imagen será menos
que el polvo derribado de una estatua de aire.
Serás en el recuerdo menos de lo que eras
en el túnel materno, antes de haber nacido.