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Alejandro San Francisco: El día después

Gobernar para todos es un deber, una necesidad y una forma de comenzar bien unos años que serán particularmente difíciles.

El próximo domingo 19 de diciembre Chile enfrentará la elección presidencial definitiva de este 2021, tras la primera vuelta del 21 de noviembre.

Las encuestas tienden a mostrar un equilibrio en los apoyos a ambos candidatos. En algún momento Gabriel Boric pareció superar claramente a José Antonio Kast, pero algunos días después el líder republicano pareció encumbrarse con más fuerza. En cualquier caso, la batalla de las encuestas y las opiniones dará paso, al final del camino, a la única realidad política ineludible del proceso: la elección entre ambos candidatos, el ganador de la jornada y, por ende, el futuro Presidente de la República. La mitad de la ciudadanía –o algo más, en la práctica– estará muy contenta, mientras la otra mitad sufrirá una amarga derrota, tanto más dolorosa cuanto se ha estado tan cerca de llegar a La Moneda.

En diferentes entrevistas de radio y televisión, así como en los medios escritos, los postulantes a la primera magistratura han sido consultados sobre lo primero que harán a partir del 11 de marzo, en caso de ser elegidos: cuáles son sus prioridades, sus principales intereses, dónde consideran que hay problemas que no pueden esperar. Sin embargo, para llegar a marzo hay que pasar por diciembre, y por lo mismo lo más relevante en la actualidad es qué harán los candidatos el domingo 19 y en las horas y días siguientes a conocer los resultados.

En las últimas semanas, se ha producido una tendencia de ambas candidaturas hacia el centro, así como ha emergido una curiosa reivindicación de la Concertación, de sus políticas e incluso sus figuras más relevantes. Si hasta ayer los cuatro gobiernos de la coalición entre la Democracia Cristiana y el Partido Socialista aparecían como culpables de la crisis que ha vivido Chile estos últimos dos años, en el último mes irrumpen como un factor que puede ser desequilibrante en la fase decisiva de la campaña. De hecho, la mayoría de sus partidos y dirigentes se han sumado –con más o menos entusiasmo– a la candidatura de Gabriel Boric, en tanto este ha pasado a valorar la obra concertacionista en la hora de su ocaso, en una clara mezcla de madurez tardía y oportunismo electoral.

El asunto clave, a mi juicio, es la forma como ambos candidatos y sus partidarios enfrenten la jornada electoral y sus resultados. ¿Qué debemos esperar para la noche del 19 de diciembre? ¿Cuáles son las claves para el fortalecimiento de la democracia y qué elementos podrían debilitar el régimen político o bien empeorar la crítica situación que ha vivido Chile desde la revolución de octubre en adelante? En otras palabras, qué factores son esenciales, con prescindencia de quién obtenga la victoria en la segunda vuelta electoral?

En primer lugar, es necesario que la elección sea limpia, tenga una gran participación y permita la elección de un nuevo Presidente de la República, con la mayoría absoluta de los votos, en el marco propio de la democracia representativa que caracteriza a Chile. Lo que puede parecer obvio no lo es, y marca el comienzo de la legitimidad que debe reconocerse a las nuevas autoridades: al Congreso elegido el 21 de noviembre y al Presidente de este 19 de diciembre, cada uno con sus prerrogativas y responsabilidades. De esta manera, deben quedar atrás las oposiciones intransigentes o la negación total de quienes piensan diferente, que es el camino más corto hacia la descomposición institucional.

En segundo lugar, es preciso que el ganador asuma su victoria con sentido de país, con humildad y generosidad. La primera definición es tener la certeza inmediata que, al ser elegido, pasa a ser el Presidente de todos los chilenos: esto no significa dejar atrás las convicciones más íntimas o su militancia partidista, sino simplemente saber que su tarea es mucho más amplia y que deberá gobernar a los triunfadores y a quienes votaron por otro candidato, así como también a los que no votaron. Gobernar para todos es un deber, una necesidad y una forma de comenzar bien unos años que serán particularmente difíciles.

En tercer lugar, es necesario que el candidato que pierda la elección felicite esa misma noche al ganador, aunque se encuentre en medio del dolor de la derrota. El espíritu republicano exige respetar los resultados, que es la decisión del pueblo en estos comicios. Desde el regreso a la democracia Chile tiene una valiosa tradición al respecto: quienes son derrotados reconocen al ganador, lo felicitan e incluso le ofrecen su colaboración. Sabemos que en otros países la situación no es así y, por el contrario, las autoridades se niegan a reconocer la victoria del adversario, con todo lo que eso significa. Chile también padeció esa enfermedad antes de 1973, pero hoy parece inviable permanecer en silencio o faltar al deber básico de felicitar a los ganadores.

Por último, resulta imperativo que las semanas siguientes a la elección no estén marcadas por el maximalismo ni por las amenazas; es necesario dejar atrás cualquier extremismo verbal o fáctico, para procurar el entendimiento y superar la polarización que se ha instalado en la sociedad chilena y en la campaña electoral por muchos momentos. Las barras bravas siempre insistirán en los ataques virulentos y en la desinformación, las redes sociales muchas veces estarán infectadas de odiosidad y de simplismos, pero a los líderes políticos es posible y necesario pedirles mucho más. Ellos no deben caer en las vindictas ni en los resentimientos: por el contrario, deben mirar hacia adelante, con la frente en alto, con la convicción de que Chile se juega mucho en esta elección y en la forma como se realice el proceso de cambio de gobierno. En este momento histórico, la unidad nacional y la búsqueda de acuerdos fundamentales se levanta como una necesidad histórica imprescindible.

Kast o Boric, Boric o Kast: uno de ellos será el próximo Presidente de la República. Con todo, es preciso tener una visión más comprensiva de la realidad, de manera de comenzar a superar la crisis multifactorial con el esfuerzo decidido y comprometido de todos nuestros compatriotas. La elección está a la vuelta de la esquina: parte importante de las consecuencias se comenzarán a jugar inmediatamente después de la elección del 19 de noviembre. Ojalá estemos a la altura de las circunstancias.

 

Alejandro San Francisco: Profesor de la U. San Sebastián y la UC. Director de Formación del Instituto Res Publica. Director general de «Historia de Chile 1960-2010» (USS).
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