América ahonda el aislamiento de Maduro
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia; el ministro de Desarrollo Social de Chile, Alfredo Moreno, y el mandatario de México, Enrique Peña Nieto. MIGUEL GUTIÉRREZ EFE
Nicolás Maduro no está en la Cumbre de las Américas porque ha sido vetado, algo inédito en este tipo de encuentros, pero es uno de sus grandes protagonistas. La mayoría de los países latinoamericanos prepara una dura declaración, a la que se sumará EE UU, para aumentar la presión sobre el Gobierno venezolano y avisarle de que no reconocerán las elecciones que ha convocado para el 20 de mayo. El aislamiento de Maduro, que solo cuenta con el apoyo claro de Bolivia y Cuba y las dudas de Ecuador y Uruguay, ha quedado más en evidencia que nunca.
Donald Trump tenía el asunto de Venezuela como prioritario en su primer viaje a Latinoamérica para participar en la Cumbre de las Américas. Quería aprovechar sus citas en Lima para endurecer aún más la posición de algunos países latinoamericanos contra Maduro. Trump finalmente suspendió el viaje pero su vicepresidente, Michael Pence, que le sustituye en la cumbre, se reunirá con el argentino Mauricio Macri, el colombiano Juan Manuel Santos, el peruano Martín Vizcarra y el chileno Sebastián Piñera con la vista puesta en Venezuela. Macri y otros lo han dejado muy claro antes de venir a la cumbre. Para él en Venezuela «no hay democracia» y el resultado de las elecciones no será reconocido en el continente porque Maduro no ofrece ninguna garantía.
Varios cancilleres latinoamericanos consultados admiten que esa presión de EE UU para endurecer la posición sobre Maduro existe pero insisten en que no es necesaria, porque los países del llamado Grupo de Lima, en el que están todos los grandes de la región salvo Venezuela, ya estaban preparando un documento contundente. En este Grupo de Lima no está EE UU —sí entró Canadá—, pero podría sumarse a la declaración que se promueva allí.
El veto a Maduro en la cumbre, que decidió el peruano Pedro Pablo Kuczynski y ha mantenido su sucesor, Martín Vizcarra, ha sido un mensaje rotundo. Incluso Raúl Castro estaba invitado, aunque al final desistió de ir a su último encuentro internacional. Después de buscar fórmulas para aparecer en Lima a la fuerza —se rumoreó, incluso, que podría llegar en la delegación boliviana— Maduro se rindió el martes, el mismo día en que Trump canceló. «Retiraron la seguridad a toda la delegación de Venezuela, por eso decidí que no voy a ir a la Cumbre de las Américas», explicó el presidente.
El aislamiento ha quedado en evidencia. Ni siquiera en Venezuela lo niegan, y han optado por insultar a los presidentes que no quieren reconocer las elecciones. «Ya el señor emperador anunció que no va a ir para Lima. ¡Qué tristeza para los perritos echados que lo estaban esperando para pasarle la lengua por los zapatos!», bramó Diosdado Cabello en Caracas, después de llamar «arrastrados del imperialismo» a Macri, Santos y el brasileño Michel Temer.
Venezuela tiene tanta presencia en Lima que hay hasta manifestaciones de un signo y otro como si fuera Caracas. Hasta allí ha viajado una nutrida delegación de opositores venezolanos, incluido el exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, que también serán recibidos por Pence. Hay 100.000 venezolanos en Perú, muchos de ellos emigrantes recientes por la crisis que atraviesa el país y que ha convertido la presencia de sus ciudadanos en una estampa muy normal en las calles de las capitales latinoamericanas.
Julio Borges, expresidente de la Asamblea de Venezuela y líder opositor, está en Lima y explica a EL PAÍS lo importante que es para ellos una posición rotunda de los países clave. «Este no es un tema de Venezuela, afecta a todos. Lo que esperamos es que haya una alusión muy contundente, que se entienda que es un drama humanitario sin precedentes, que un proyecto político que quiere destruir la democracia en la región. Necesitamos ayuda internacional para seguir presionando democráticamente para que este año haya unas elecciones libres en Venezuela». Poco antes de reunirse con Pence, Borges se mostraba esperanzado. «Queremos que EE UU, el Grupo de Lima y la UE mantengan y aumenten la presión. Hay una visión unánime de las democracias del mundo sobre Venezuela. Nadie va a reconocer las elecciones de Maduro. Eso generará presión interna y confiamos en que haya un quiebre», sentencia con un optimismo que no comparten la mayoría de los dirigentes presentes en la cumbre, cada vez más preocupados con la situación venezolana.
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GOLPE POR PREGUNTAR A MORALES
Tras la caída de dirigentes clave por elecciones o por un impeachment, como sucedió en Brasil, Evo Morales se ha convertido en el gran defensor del régimen venezolano. Pero al presidente boliviano no le gusta hablar del asunto. Un periodista de Bloomberg se acercó en un pasillo para preguntarle por qué había acudido a Lima si había sido vetado su aliado Maduro. Morales no contestó, pero uno de los escoltas le dio un fuerte golpe en la nariz por atreverse a intentarlo. Ambos acabaron en el suelo.