Democracia y Política

Antonio Caño: La conciencia del votante de izquierdas

«La conducta de Sánchez no es un acto de resistencia a la derecha sino un desprecio a los votantes (incluidos los de izquierdas) y un atropello a nuestra democracia»

La conciencia del votante de izquierdas

     Ilustración: Alejandra Svriz.

 

Es muy posible que los votantes de izquierdas interpreten este lamentable espectáculo de Pedro Sánchez aferrado al poder contraviniendo todas las reglas de la democracia como un acto de resistencia a la derecha que compartan y aplaudan. Es muy posible que así sea porque la máquina del fango construida por el presidente del Gobierno desde sus primeros días en la política ha tenido un éxito notable en su objetivo de deformar la realidad, señalar enemigos y fanatizar a la hinchada propia.

Es posible que los votantes de izquierdas piensen que todos estos desprecios al principal partido de la oposición y maniobras para evitar el control parlamentario son, en realidad, una hábil estrategia para desgastar y contener a la derecha. Es posible que a los votantes de izquierdas les parezca bien, en realidad, cualquier cosa que parezca perjudicar a la derecha. Si es así, en mi opinión, están profundamente equivocados. Cuando Sánchez ignora al Congreso e incumple una de sus principales obligaciones constitucionales, como es la presentación anual de los Presupuestos Generales del Estado, no está esquivando los ataques de la derecha, está gobernando de espaldas a los ciudadanos -incluidos los de izquierdas- y socavando nuestra democracia, cuya defensa debería de ser un valor supremo de cualquier votante de izquierdas.

Los votantes de izquierdas se tragaron la ley de amnistía y toda una sucesión de concesiones a los independentistas con la excusa de que, aun siendo contrarias a sus principios y proyecto político tradicional, ayudaban a pacificar Cataluña. Cruzaron incluso el Rubicón de considerar a Bildu como un partido que hace una gran contribución a la gobernabilidad de España, confundiendo, como en tantas otras cosas, a España con Sánchez. Quizá ahora a un votante de izquierdas le resulte sencillo justificar la ausencia de un debate parlamentario sobre la crisis de seguridad en Europa, que ha sido ya discutida ampliamente en todos los países del continente. Quizá justifique también que el presidente del Gobierno haya hablado este fin de semana con sus colegas europeos sobre la necesidad de un fuerte aumento del gasto militar sin haber explicado antes su posición a los ciudadanos a los que representa, tanto de derechas como de izquierdas. Pero me resulta imposible creer que los votantes de izquierdas aceptarán que el Gobierno recurra a una confusa ingeniería presupuestaria para contribuir a la compra del armamento que Europa necesita. Sí, no caigan en las trampas semánticas que el Gobierno nos tiende: esto va de adquirir misiles, sistema antiaéreos y fragatas, entre otras muchas cosas. El Gobierno pretende destinar dinero a ese fin sin aprobación parlamentaria, simplemente porque carece de los votos para conseguirlo, ignorando el principio de que el Gobierno no está autorizado a hacer lo que le dé la gana, y esto es algo que estoy seguro que repugna a los votantes de izquierdas.

«Los Presupuestos son la traducción a números del proyecto de un Gobierno, y la obligación constitucional de presentarlos cada año tiene por objetivo comprobar si el Ejecutivo conserva la mayoría con la que consiguió la investidura»

No será necesario explicar a los votantes de izquierdas que la legitimidad del Ejecutivo emana del Parlamento, que fue el que lo invistió, y que el presidente del Gobierno no fue elegido por los ciudadanos sino por el Congreso, que, ese sí, fue constituido con nuestros votos. Es a nosotros, por tanto, tanto a los votantes de izquierdas como a los de derechas, a los que desprecia Pedro Sánchez cada vez que desprecia al Parlamento, del que, por cierto, también forma parte el Senado, igualmente elegido con los votos de los españoles, tanto de derechas como de izquierdas.

Tampoco creo que sea preciso explicar a los votantes de izquierdas el valor y significado de los Presupuestos Generales del Estado. El propio Sánchez lo resumió brillantemente en su día: «Si Rajoy no aprueba nuevos Presupuestos, debe convocar elecciones, y si prorroga los actuales, debe de someterse a una cuestión de confianza». Sánchez decía eso porque la izquierda sabe mejor que nadie -al fin y al cabo esta democracia nuestra ha sido mayormente gobernada por la izquierda- que los Presupuestos son la traducción a números del proyecto de un Gobierno, y que la obligación constitucional de presentarlos cada año tiene por objetivo el de comprobar si el Ejecutivo conserva la mayoría con la que consiguió la investidura. Fue, precisamente, un socialista, Felipe González, el primer y último jefe del Gobierno de España en dimitir cuando comprobó que carecía de mayoría para aprobar nuevos Presupuestos. Por eso ahora ese presidente no se cansa de pedir coherencia a los suyos.

La presentación de Presupuestos no es un asunto menor o aleatorio que esté sometido al capricho o la voluntad del presidente del Gobierno. Ni mucho menos. Se trata de un tema capital en el que se demuestra la calidad y credibilidad de nuestra democracia, aspectos que siempre han sido de enorme significado para los votantes de izquierda.

De modo que no me cabe duda de que crece la indignación entre los votantes de izquierda por el comportamiento de Pedro Sánchez, al que no perdonarán ni una burla más a la voluntad popular representada en el Congreso de los Diputados y el Senado, y al que castigarán cuando llegue el momento por el daño reiterado que ha infligido a nuestra democracia. No me cabe duda de que los votantes de izquierdas, mucho más comprometidos que los votantes de derechas con el interés colectivo, que es el que más favorece a los trabajadores y las clases medias, sabrán actuar en su momento contra un dirigente que siempre prioriza el interés propio.

 

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