António Guterres asume la jefatura de la ONU con aires de cambio
El diplomático portugués António Guterres es desde hoy el nuevo secretario general de la ONU, un cargo al que llega con la promesa de cambios dentro de la organización y ofreciéndose como mediador en los conflictos alrededor del mundo.
El que fuera primer ministro de Portugal y alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados llega al cargo con un respaldo total de los Estados miembros, que lo eligieron por aclamación el pasado octubre.
Guterres partía con desventaja en la carrera por la jefatura de la ONU, pues no procedía de la región a la que por tradición que correspondía el puesto (Europa del Este) y era un hombre, en un momento en que decenas de países apostaban por que la elegida fuese por primera vez una mujer.
Sin embargo, desde un principio se destacó como el gran favorito de los Estados miembros, que ven en él a una persona experta y muy preparada, pero también capaz de transformar la organización.
Franco, expresivo y carismático, Guterres trae nuevos aires a Naciones Unidas y un claro contraste con su predecesor, el siempre discreto y pausado Ban Ki-moon.
El nuevo secretario general ya ha dejado claro que la ONU «debe estar lista para cambiar», admitiendo sus defectos y reformando la forma en que trabaja.
«Esta organización es el pilar del multilateralismo y ha contribuido a décadas de relativa paz. Pero los desafíos están superando ahora nuestra capacidad de responder«, aseguró al jurar el cargo el pasado 12 de diciembre.
Guterres quiere una ONU «ágil, eficiente y efectiva», que se centre «más en la gente y menos en la burocracia» y que sea capaz de entender las preocupaciones de los ciudadanos.
También se ha fijado la meta de lograr la paridad de género en los escalafones superiores de la organización, un camino que ha iniciado eligiendo a tres mujeres como los pilares de su equipo.
Ante los conflictos, el nuevo secretario general buscará una «diplomacia creativa», según ha dicho, y se ofrece como mediador a todas las partes, tratando de hacer valer su fama como alguien capaz de forjar acuerdos.
Su reto más acuciante lo tendrá en Siria, donde la ONU lleva años tratando de impulsar un acuerdo político. Con la recuperación de Alepo oriental por parte del régimen se abre un nuevo escenario en la guerra y el mediador de la ONU, Staffan de Mistura, tiene previsto convocar nuevas negociaciones de paz en febrero.
Guterres tendrá también oportunidad de demostrar su habilidad mediadora en Yemen, Burundi o Sudán del Sur, conflictos enquistados desde hace tiempo y en los que los esfuerzos de Naciones Unidas por ahora no han dado frutos.
También se espera de él un mensaje claro contra el populismo y los movimientos xenófobos, una línea ya trazada por Ban y que el portugués, todo un veterano de la política europea, mantendrá.
Lo hará en un contexto difícil, donde muchos de los mensajes de tolerancia que impulsa la ONU son directamente rechazados por algunas de las figuras más poderosas del mundo, con el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, a la cabeza.
Trump ya ha dicho que quiere cambios en Naciones Unidas y se ha mostrado muy crítico con la organización, sobre todo a raíz de la reciente resolución contra los asentamientos israelíes aprobada por el Consejo de Seguridad.
«Naciones Unidas tiene un gran potencial, pero ahora es solo un club de gente para reunirse, hablar y pasárselo bien. ¡Qué triste!», tuiteó esta semana el magnate neoyorquino.
A buen seguro, Guterres se verá obligado a delicados equilibrios con Trump, cuyo país es el principal contribuyente al presupuesto de la ONU.
El cambio en la Casa Blanca, a priori, puede traer en el lado positivo algo más de sintonía en el Consejo de Seguridad, dadas la aparente simpatía mutua entre Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin.
Se tratará, en cualquier caso, de una nueva era para Naciones Unidas.
Efe