Antonio Vélez: Inteligencia
Para L. L. Thurstone, autor del libro The Nature of Inteligence, “La inteligencia está integrada por siete factores: aptitud verbal, fluidez verbal, aptitud numérica, aptitud espacial, aptitud perceptual, razonamiento inductivo y memoria”. Marvin Minsky, experto en inteligencia artificial, propone una definición que quizá sea la más aceptada: “La palabra inteligencia debe usarse para designar la capacidad de resolver problemas difíciles”. Douglas Hofstadter, profesor de ciencias cognitivas, es más descriptivo: “Tener inteligencia consiste en responder con flexibilidad, sacar provecho de las circunstancias, hallar sentido a las cosas, reconocer situaciones, encontrar semejanzas, descubrir diferencias, sintetizar, producir ideas novedosas”.
A estas definiciones podríamos agregar que la persona que llamamos inteligente se caracteriza también por su capacidad para entender y manipular en la mente conceptos abstractos complejos, para razonar con corrección y distinguir razonamientos falaces. Además, existe una clara correlación entre inteligencia y capacidad de aprender. Desde la perspectiva evolutiva, la inteligencia podría definirse globalmente como la capacidad de tomar decisiones apropiadas, de generar comportamiento lógico, y coherente con las circunstancias de cada momento. Y para ello se requiere un mecanismo de decisión, que puede ser tan primitivo como sería descubrir de dónde proviene un sonido o un rayo de luz.
Todos los humanos normales somos capaces de razonar correctamente y resolver problemas sencillos. Pero el razonamiento riguroso y complejo exige educación, entrenamiento y experiencia. No se da naturalmente, sino que se forma con esfuerzo y trabajo. La verdad es que los grandes pensadores han combinado dos elementos: un talento natural para el razonamiento y una larga práctica del mismo. En particular, la solución de problemas es una actividad que cada hombre realiza espontáneamente, pero que sin la práctica apropiada y temprana, tal potencial puede quedarse en un nivel bajo, de cierta manera, atrofiado.
La abstracción constituye una pieza fundamental de la inteligencia, que le da eficacia. La abstracción es una forma de economizar memoria, pues sería imposible memorizar cada caso particular con sus detalles determinantes. El cerebro emplea enormes cantidades de memoria para crear un modelo del mundo. Y el cerebro lo usa para efectuar predicciones continuas sobre acontecimientos futuros. Nuestro cerebro percibe patrones del mundo exterior, los almacena en su banco de memoria y realiza predicciones basadas en las comparaciones entre lo que ha visto antes y lo que ahora sucede. Pero la predicción no es solo una de las cosas que hace nuestro cerebro, es la función primordial de la corteza cerebral y la base de la inteligencia. En cierta forma, la corteza cerebral es un órgano de predicción. Si queremos entender qué es la inteligencia, qué es la creatividad, cómo funciona nuestro cerebro y cómo construir máquinas inteligentes, debemos comprender la naturaleza de estas predicciones y cómo las lleva a cabo la corteza cerebral.
Algunos dirán que no están de acuerdo con lo anterior, que la inteligencia se compone de múltiples talentos. Por ejemplo, que hay personas “muy inteligentes” para el arte, o para la literatura, la música, el manejo lingüístico, el ajedrez, los deportes, el cálculo numérico… Pero un análisis breve nos muestra que algunos de los talentos mencionados se pueden dar en personas con severas limitaciones mentales. En efecto, se conocen personas con retraso mental, pero poseedoras de ciertos talentos en grado excepcional. Se los llama idiotas sabios. Los talentos más comunes son: el musical, las artes visuales, el cálculo numérico o una memoria prodigiosa.
Una pregunta que algunos se formulan es si la inteligencia puede incrementarse con el ejercicio, como ocurre con los músculos. Parece que sí: los niños criados en ambientes estimulantes llegan con frecuencia a convertirse en personas productivas desde el punto de vista intelectual. Y, por el contrario, los niños que han carecido de estímulos, raramente demuestran talentos intelectuales sobresalientes. Ahora bien, aun en caso de que no fuera posible aumentar la inteligencia, de todos modos el ejercicio intelectual sí puede hacerla más efectiva, pues aprendemos soluciones que luego podemos aplicar a casos similares pero nuevos, a la vez que aumentamos el repertorio de decisiones inteligentes.