Apoyar a Rusia solo puede aislar aún más al régimen cubano
Días después de que Rusia invadiera Ucrania, Pablo Enrique Delgado Hernández, activista cubano por los derechos humanos, intentó dejar unas flores en la embajada ucraniana en La Habana como gesto de solidaridad con ese país. Al llegar a los predios del lugar fue inmovilizado por varios guardias —cubanos— de protección del servicio diplomático. A Delgado no le permitían colocar ni en la acera ni en el suelo ni siquiera en un árbol frente a la sede, el pequeño ramo de rosas que llevaba. Gracias a que Iryna Bilyk, tercera secretaria del consulado ucraniano, salió a su encuentro, el activista pudo cumplir su cometido. “Si el régimen permitiera al pueblo expresarse, esta Quinta Avenida [calle de la embajada] nos quedaría chiquita, porque los cubanos entendemos que Ucrania es el país agredido”, le dijo Delgado Hernández a la diplomática, según 14ymedio.
El entendimiento general de que Ucrania es la víctima en esta guerra, no es necesariamente lo que sucede en Cuba. De ahí que las declaraciones de Delgado intenten desmarcar el sentir del pueblo cubano con el del régimen, pues el castrismo tiene en Rusia a uno de sus únicos aliados internacionales. Por ende, en este conflicto, para mantener a salvo esa relación estrecha, han decidido alinearse con Vladimir Putin.
Para mantener la cosas en orden en casa y todo según la política gubernamental, unas horas después de llegar de la embajada, Delgado recibió en la puerta de su domicilio a varios agentes uniformados quienes le entregaron una citación policial y le indicaron que lo trasladarían a una estación para un interrogatorio arbitrario por mostrar su solidaridad con Ucrania.
Aunque la contienda bélica se está desarrollando en Europa, lejos del Caribe, las consecuencias de esta, inevitablemente, también se sienten en la isla.
Por ejemplo, varias aerolíneas rusas han tenido que cancelar temporalmente sus vuelos a Cuba después que la mayoría de los países europeos les cerrasen el espacio aéreo. El turismo es la segunda mayor aportación de divisas al Producto Interno Bruto (PIB) nacional y comenzará a sentir el impacto de la ausencia de turistas rusos, que el año pasado supusieron 25% del total de visitantes a la isla.
Este golpe a la economía cubana llega en un momento en el cual comenzaba a recuperarse de manera paulatina tras los largos meses de pandemia donde las fronteras del país estuvieron cerradas, lo que provocó que el PIB cayera en 13% durante 2021. Ahora, con este nuevo frenazo al turismo, las pocas esperanzas que había en la isla para escapar de la escasez de medicamentos, alimentos e insumos básicos, vuelven a esfumarse.
Pero la situación va más allá del turismo, pues Cuba comenzará a sufrir cada una de las sanciones de Occidente a Rusia, dado el sostenido comercio bilateral entre las dos naciones. Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, dijo a la Voz de América que las sanciones “tendrán impacto sobre aquellos países que tienen afiliaciones económicas con Rusia, y eso es por diseño”, mencionando a Cuba entre esas naciones.
Quizás por saberse ya en el bando de los pocos y viendo venir las consecuencias de la decisión tomada, el régimen cubano ha querido hacerle un guiño a Putin para demostrarle su fidelidad: mientras la comunidad internacional margina a Rusia de los mapas culturales, económicos y deportivos, Cuba le obsequia un espaldarazo al convocarlos a su feria de turismo como invitado de honor.
La invitación llegó justo un día después de que Cuba fuera uno de los 35 países que se abstuviera a votar a favor de una resolución de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de condena a la invasión rusa en Ucrania. El sufragio terminó con un saldo de 141 votos a favor y solo cinco en contra, Rusia incluida.
Que el régimen cubano apoye la actitud injerencista e imperial de Rusia por no perder un aliado histórico poderoso, implica no solo una contradicción ideológica para el castrismo —que se vende como izquierda y progresista—, puesto que por décadas Cuba ha condenado de Estados Unidos y de otras naciones lo que consiente hoy de Rusia. Esto también deja claro que lo único importante para el gobierno de Miguel Díaz-Canel hoy, es intentar mantener a flote, bajo cualquier circunstancia, la nación, que navega a la deriva.
Con las flagrantes e inadmisibles violaciones de derechos humanos que han salido a la luz en los últimos tiempos en Cuba —algo que no sucedía antes por la falta de internet—, el régimen ha perdido bastante poder simbólico con el que gestionaba sus relaciones internacionales. Cada vez más aislada, a la isla no le queda de otra que aferrarse a los amigos de la vieja guardia, como lo es Rusia, así las actitudes de estos terminen condicionándola.