Las noticias sobre la evolución de la economía argentina son deprimentes. Este fin de semana, ‘La Nación’, el segundo diario del país, publicaba un editorial titulado ‘Cara y cruz de una nación mendicante’ en el que arremetían contra un Estado fracasado y un capitalismo de amiguetes que sólo beneficia a los mejor conectados.
Nunca se sabe cuándo este país va a entrar en una barrena como la de comienzos de siglo. La semana pasada se supo que la inflación en abril fue del 8,4% y acumula un 108,8% interanual. Es el cuarto país del mundo con más inflación por detrás de Venezuela, Zimbabue y el Líbano. La agencia Bloomberg informó de que las reservas internacionales líquidas están unos 1.000 millones de dólares en negativo. La sequía que afecta al país ha recortado casi a la mitad su producción de soja, trigo, maíz, cebada… y los ingresos agrícolas estarán 20.000 millones de dólares por debajo del año anterior.
Pero la peor noticia fue que el ministro de Economía, Sergio Massa, rompió el compromiso con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de no recurrir de manera indiscriminada a la emisión monetaria del Banco Central (BCRA), disciplina imprescindible para cumplir el objetivo de frenar la inflación. Massa pidió otros 150.000 millones de pesos en Adelantos Transitorios (AT) apenas unas horas después de haber recibido 140.000 millones para financiar su déficit público. Lo ocurrido es una pésima noticia porque cuando fue designado ministro se convirtió en el primer miembro del gobierno que reconoció explícitamente que la emisión monetaria impulsaba la inflación.
Argentina tiene elecciones presidenciales en octubre de este año y en agosto se celebrarán las primarias oficiales. Alberto Fernández y Cristina Fernández han dicho que son muy amables y no volverán a ser candidatos. El expresidente Macri también. En el oficialismo suenan ya varios nombres, pero el más favorecido por Cristina es el de Massa. Este último ha dicho que no será candidato y ministro simultáneamente, lo que significa que si es candidato, renunciará en algún momento en los próximos tres meses, lo cual sitúa a la economía argentina en una interinidad que no se compadece con la magnitud de sus desafíos, especialmente la inflación.