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Armando Durán / Laberintos: ¿Elecciones el 6 de diciembre en Venezuela?

 

El 5 de julio se cumplieron 209 años de la declaración de independencia de Venezuela, fecha que desde hace décadas también sirve para celebrar el día de la Fuerza Armada Nacional con un gran desfile militar. En esta ocasión, sin embargo, por culpa del coronavirus, la cuarentena radical y el distanciamiento físico, no pudo hacerse esta demostración anual de poderío guerrero, pero el general Vladimir Padrino López, ratificado por quinto año consecutivo como ministro de la Defensa, en palpable demostración de su poder y valor político, se encargó de ponerlos en evidencia con unas palabras que despojaron al régimen del último velo con el que a muy duras penas sus jerarcas todavía tratan de disimular la naturaleza totalitaria del sistema político que le impuso Hugo Chávez a los venezolanos tras su victoria electoral en diciembre de 1998.

 

 

 

 

   “En los últimos años”, sostuvo ese domingo por la mañana el ministro en el Panteón Nacional ante los restos de Simón Bolívar y otros próceres de aquella y otras gestas, “hemos dado nuevas batallas por nuestra independencia frente a las agresiones imperiales. Han agredido a Venezuela de diversas maneras, bloqueo económico, agresiones mercenarias, componendas de organismos multinacionales para atacar y agredir a Venezuela y señalarla de Estado forajido, pero mientras exista una Fuerza Armada Nacional antiimperialista, bolivariana y revolucionaria, nunca podrán acceder al poder político en Venezuela.”

 

Dos puntos de su discurso llaman la atención. En primer lugar, ¿por qué Padrino López, a la hora de caracterizar la naturaleza política de la fuerza armada “bolivariana”, omitió los muy significativos calificativos de “socialista” y “chavista”, presentes hasta el día de hoy en todos los discursos oficiales? En segundo lugar, ¿por qué precisamente ahora, a solo 5 meses de un evento electoral que aunque fraudulento y tramposo por definición es de aparente carácter civil y democrático, en lugar de reiterar el retórico apego de la institución armada a la Constitución, es decir, al poder civil, decidió advertirle a quien quisiera escucharlo que nunca jamás los hombres y mujeres de uniforme le cederán el poder a un sujeto aun indeterminado, oculto nada casualmente detrás un “podrán” demasiado ininteligible y confuso?

 

En todo caso, se trata de una insólita declaración de principios antidemocráticos formulada por el hombre que controla la Fuerza Armada Nacional con mano de hierro, y que a todas luces desea destacar que los cuarteles no tienen en cuenta para nada que pocos días antes el muy sumiso Tribunal Supremo Electoral tomó dos medidas decisivas que contradicen sus palabras. Una, la designación a dedo y fuera de la ley de nuevas autoridades electorales para convocar esa nueva farsa electoral para el 6 de diciembre; la otra, destituir las directivas de los tres principales partidos de oposición, Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular, y sustituirlas por nuevas autoridades partidistas, también seleccionadas a dedo por la cúpula política del oficialismo. O sea, de probada lealtad al régimen.

 

De esta directa y grosera manera, con la reestructuración de los gestores electorales y del frente opositor, el régimen ratificaba la estrategia chavista de validar “electoralmente” su poder en votaciones que no sirven para elegir sino para todo lo contrario, aunque a estas alturas del proceso ya nadie le concede la menor valía. Quizá por eso, Padrino López tomó la decisión, consultada con sus superiores o no, de poner todas las cartas del régimen sobre la mesa. Sin pendejadas ni medias tintas, como alguna vez planteó Chávez. Decisión que a primera vista abandona en lo profundo de la más penosa orfandad política a quienes por inexplicable ingenuidad, oportunismo desmesurado y simple falta de conciencia han movido sus piezas desde 2003 con la finalidad de no quedar fuera del nada revolucionario ni socialista festín burocrático. Es decir, que desde este 5 de julio, auténtico punto de inflexión en el dramático proceso político venezolano, nadie podrá esgrimir con impunidad el argumento de “defender los espacios”, empleado durante todos estos años para justificar su entendimiento culpable con el régimen. Las palabras de Padrino López este 5 de julio sencillamente niegan ese razonamiento y quien a pesar de ello acuda al espurio llamado electoral de diciembre lo hará a sabiendas de que en realidad se estará lanzando de cabeza a una piscina vacía.

 

Esta situación, por supuesto, tiene varias lecturas. La primera y más básica es asumir que el régimen por fin admite la imposibilidad de un cambio político por las buenas. Si hasta hace 5 años sus jefes ejercían un dominio hegemónico del ordeno y mando cuartelero desde Miraflores con el respaldo de una “oposición” colaboracionista, aporte indiscutible de Chávez a la teoría de la toma del poder por el camino heterodoxo de la lucha armada cuando después de su derrocamiento el 11 de abril de 2002 le presentó a la oposición el falso dilema de “nos entendemos o nos matamos”, la derrota aplastante del oficialismo en la votación de diciembre de 2015 le hizo comprender a los asesores nacionales y extranjeros del régimen que esa estrategia de “beneficios compartidos” con una oposición débil, blandengue y apacible, ya no bastaba para seguir ejerciendo el poder así como así. De ahí la ruptura unilateral de esa cómoda alianza orquestada en los últimos tiempos por José Luis Rodrigo Zapatero, ex presidente del gobierno español y principal agente internacional de Nicolás Maduro.

 

 

José Luis Rodríguez Zapatero y Nicolás Maduro

 

 

La agudización de la crisis, la creciente incompetencia del chavismo en su versión madurista, la alternativa planteada por la aparición de Juan Guaidó en el centro iluminado del escenario político nacional y la creciente debilidad del régimen, auténtico desastre político para Maduro y compañía al que desde marzo se añade la apocalíptica amenaza del coronavirus han terminado por colocar a los dirigentes civiles y militares del régimen contra la pared. En esta súbita encrucijada, el dilema a desenredar es terrible. O continuar jugando al entendimiento con los jirones de una “oposición” dialogante dispuesta a casi todo a cambio de algo, por modesto que sea ese algo, o dar ese gran salto en el vacío que Chávez anunciaba a cada rato pero que nunca se atrevió a dar.

 

En el marco de esta compleja e indescifrable situación, también cabe preguntarse si la rotunda advertencia formulada este 5 de julio por Padrino López tiene en verdad la intención de complementar a su manera las medidas absolutistas tomadas por el Tribunal Supremo de Justicia para eliminar del horizonte electoral la más mínima posibilidad de que este próximo 6 de diciembre se repita la muy costosa derrota sufrida por el oficialismo chavista en las elecciones parlamentarias de hace 5 años. Es decir, si a fin de cuentas, esa advertencia abiertamente golpista simplemente persigue el objetivo de desmoralizar lo poco que queda de una dirigencia opositora más desvalida que nunca a pesar del importante apoyo de todas las democracias del mundo, pero que a pesar de ello representa una esperanza latente de cambio posible gracias a las presiones internacionales y al aislamiento político, económico y financiero del chavismo. O, si por el contrario, la declaración de Padrino López responde más bien a la corriente que dentro del chavismo piensa en la conveniencia de una eventual válvula de escape no electoral para no perderlo todo irremediablemente. Bien para reafirmar por la fuerza a Maduro en la jefatura del régimen, bien para darle al proceso iniciado por Chávez hace 21 años la oportunidad de ganar un tiempo precioso sacrificando a Maduro y a su círculo más íntimo, a cambio de renunciar al socialismo o muerte proclamado por Chávez antes de morir y al chavismo como movimiento del país hacia ese punto en el horizonte que ya Chávez decía ver pero que ya nadie parece estar en condiciones de vislumbrar.

 

En cualquiera de los dos casos, en la Venezuela posterior a este 5 de julio, surge una pregunta terrible que Fidel Castro le hizo a su pueblo dos meses después de haber derrocado la dictadura de Fulgencio Batista: ¿Elecciones para qué?

 

 

 

 

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