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Aveledo: Montaner, mi amigo liberal

Carlos Alberto Montaner, mi admirado amigo cubano, fue liberal hasta la muerte. Literalmente.

Mis primeras noticias de su existencia las tuve como lector de sus artículos en El Impulso de Barquisimeto, diario al que estoy unido desde la niñez, pues en sus páginas aprendí a leer la prensa y casi que a secas, aprendí a leer y desde la adolescencia he sido su columnista. El estilo perspicaz e irreverente de CAM, cautivó mi interés de lector, entonces nunca pensé que llegaría a conocerlo y a compartir con él una amistad tan larga como enriquecedora, animada por nuestro común hermano Roberto Fontanillas. Nos veríamos y compartiríamos mesas de discusión en foros aquí, en Miami y en Madrid.

Personalmente lo conocí en 1980 gracias al maestro Luis Alberto Machado, político y hombre de Estado muy poco convencional. Montaner había comentado con entusiasmo en su espacio radial los programas de desarrollo de la inteligencia del gobierno de Herrera Campíns y el ministro Machado, un radar para captar lo que se decía a favor o en contra de la innovadora iniciativa, lo invitó a Venezuela para conocer in situ la política pública en marcha. Aceptó la invitación y resultó que le tocó visitar Barquisimeto a donde fuimos juntos. Mucho conversamos en el avión de ida y regreso y durante el evento, si mal no recuerdo en el viejo Gimnasio Concordia. Después de eso me envió su compilación De la Literatura considerada como una Forma de Urticaria, a propósito de la cual escribí la nota El urticante señor Montaner.

Recuerdo de aquella primera conversación, su crítica a declaración nada feliz de Cabrujas acerca de Isaac Bashevis Singer, Premio Nobel 1978. Nuestro dramaturgo dudaba que escribiendo en Miami pudiera hacerse buena literatura. Obviamente, más que una travesura, una necedad. Le dije que no lo juzgara por tal desaguisado y como prueba de la defensa le envié El Día que me Quieras. No tardó en contestarme dándome la razón. El genio de Cabrujas estaba muy por encima de esa metida de pata.

En aquel libro de Montaner brilla el sentido del humor una de sus características principales como escritor que es, como se sabe, una de las cosas más serias que pueden existir. En el universo iberoamericano, publicó mucho y exitosamente como narrador y como ensayista. Confieso que en este último género lo prefiero y de su copiosa obra, mi libro predilecto es Viaje al Corazón de Cuba, editado por primera vez en 1999, justo cuando en esta tierra de gracia comenzaba ese ensayo anacrónico y esencialmente contradictorio que llaman “socialismo bolivariano” que algún analista resume en consumismo para ellos y comunismo para los demás. Del tema hablaríamos muchas veces, porque siempre estuvo atento a nuestro devenir.

Cuando presentamos en Miami, en la Librería Universal de Juan Manuel Salvat mi libro El Dictador, Anatomía de la TiraníaMontaner escogió para iniciar sus generosas palabras una línea muy suya, “En Venezuela se ha publicado una curiosa biografía de Hugo Chávez en la que nunca se le nombra”. Vendimos un buen número de ejemplares allá y aquí muchísimos, según la cuenta que llevó con característica honestidad mi editor de entonces Fausto Masó, a su vez notable periodista y escritor.

Al escritor Montaner, la política le invadió la vida a los diecinueve, cuando la represión le dio su primer mordisco. Liberal de convicciones, fundó la Unión Liberal Cubana. Ese partido, junto al Demócrata Cristiano encabezado por Rasco y Sánchez y la Coordinadora Socialdemócrata con Baloyra, Lino Fernández y Müller, promovieron en 1990 la Plataforma Democrática Cubana, línea madura, sensata por la transición a la democracia. La respuesta del régimen fue tacharlos de “agentes de la CIA”, además de traidores. Como se ve, nada demasiado original.

Montaner, mi amigo liberal, fue tan amante de la libertad como de Cuba, su patria. Por liberal, fue demócrata, pues nunca cayó en la inconsistencia de aceptar dictaduras por cuenta del liberalismo económico. Irrevocablemente solidario con quienes defienden la democracia en cualquier país del mundo, por lo mismo preocupado por el sufrimiento del pueblo venezolano. Se le recuerda y agradece.

 

 

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