Ayuso, Almeida y el fenómeno Madrid
Sus figuras se agigantan por refutar abiertamente y sin miedo los dogmas sagrados de la izquierda
Los resultados de los sondeos publicados con motivo del Dos de Mayo son inequívocos. Tanto Isabel Díaz Ayuso como José Luis Martínez-Almeida acrecientan la holgada ventaja que sacaron en las pasadas elecciones a sus rivales y, de celebrarse ahora comicios, revalidarían con creces sus respectivas mayorías absolutas, entre otras cosas porque un sesenta por ciento de los madrileños considera que el lugar donde residen está hoy igual o mejor que hace dos años. Dudo que esa opinión fuese la misma si se les preguntara por la situación de España, siempre que quien hiciese la encuesta no fuese Tezanos, cuya capacidad para sesgar en favor del PSOE ha demostrado carecer de límites. Madrid tiene su propia personalidad, es cierto. Los madrileños aman apasionadamente la libertad, tal como señaló acertadamente el líder del PP al felicitarles su fiesta. Por eso se alzaron contra la invasión napoleónica en 1808, arrastrando a toda la nación tras ellos, y por eso respaldaron masivamente en las urnas a los dirigentes que durante la pandemia se opusieron a los encierros arbitrarios decretados por el Gobierno, para brindar a los ciudadanos la oportunidad de seguir adelante con sus vidas, sus trabajos y sus negocios. Los madrileños aman la libertad y también la cultura del esfuerzo y el mérito, mal que le pese a esa izquierda que apuesta por fomentar la vagancia y los votos cautivos de la subvención. Los madrileños son solidarios y patriotas, que es lo contrario a nacionalistas supremacistas. Todas esas consideraciones explican en parte el fenómeno singular que se da tanto en la comunidad como el ayuntamiento, aunque a mi modo de ver hay más. Y es ese más lo que debería dar que pensar a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
En lo que respecta al caudillo socialista, es evidente que su estrategia de acoso y derribo pincha en hueso, porque cuanto más ataca a la presidenta en lo personal y lo político, cuanto más faltón y agresivo es el candidato escogido para desafiarla, véase Oscar López, más crece ella a ojos de los electores y mejoran sus expectativas. Lo mismo sucede con el alcalde, cuya figura se ha agigantado en el combate contra Maroto y Maestre. ¿Por qué? Probablemente por su determinación de devolver golpe por golpe. Por su ausencia absoluta de complejos. Por su valentía, especialmente destacada en Ayuso, blanco de ataques feroces, quien jamás ha agachado la cabeza. Por tener el coraje de implementar políticas liberales y el acierto de alcanzar con ellas resultados excelentes. Por negarse a dar por bueno que el centro derecha esté obligado a camuflar sus ideas y medir sus palabras en aras de no molestar o movilizar a la izquierda. Por hablar claro y de frente. Por refutar abiertamente y sin miedo los dogmas sagrados de la izquierda. Tal vez en la calle Génova y en el Grupo Popular del Congreso alguien debería tomar nota.