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Baltazar Porras: La necesidad de relaciones de confianza

Uno de los males y carencias de nuestra sociedad venezolana, sobre todo al nivel del comportamiento de las esferas gubernamentales es la falta de credibilidad y confianza. El discurso va por un lado y la realidad por otro

 

 

Es un tesoro el que caiga en nuestras manos un buen libro que nos ayuda a reflexionar y relacionarnos con otras realidades concomitantes. Entramos en un diálogo fecundo con el autor que nos hace abrir horizontes que superan la letra de lo leído. El libro en cuestión se llama “Firmes y creíbles”, y su autor Luigi Maria Epicoco, sacerdote italiano de L´Aquila, profesor y director del Instituto Superior de Ciencias religiosas de dicha ciudad.

Son sugerentes sus reflexiones dirigidas a creyentes pero aplicables a cualquier persona y circunstancia, sobre la necesidad de entablar relaciones de confianza. Uno de los males y carencias de nuestra sociedad venezolana, sobre todo al nivel del comportamiento de las esferas gubernamentales es la falta de credibilidad y confianza. El discurso va por un lado y la realidad por otro. La merma de la libertad de expresión y opinión para acceder a la realidad de los acontecimientos acrecienta la incertidumbre por la falta de apoyos reales que se puedan constatar. “si no encontramos en nuestra vida nada en lo que confiar, nuestra propia vida, -la personal y la social-, será precaria, no tendrá nada seguro en lo que cimentarse.

La crisis que estamos viviendo y padeciendo después del 28J, tiene su base en lo anterior. Escuchar al otro, especialmente cuando piensa diferente, es un acto profundamente cristiano, y eso no está en el horizonte. “Las adversidades que vivimos nos arrebatan la paz, nos arrebatan la alegría y crean en nosotros la ansiedad y las preocupaciones”. Cuando percibimos y constatamos estas carencias, -la negación de la voluntad popular de forma aplastante, tenemos la tentación, aumentada por el miedo y la represión, a replegarnos sobre nosotros mismos.

La clave de lectura de nuestras propias decisiones, de nuestra propia vida, es la fraternidad. No la confrontación o la descalificación del otro como enemigo a eliminar. Para los que nos decimos creyentes, el reclamo de la relación fraterna, con sus límites y posibilidades, nos lleva a comprender mejor la situación a desarrollar con creatividad, coraje y prudencia, la búsqueda de soluciones pacíficas y solidarias.

El tiempo de adviento y navidad son una oportunidad preciosa para desarrollar la virtud de la esperanza activa, que no llega, se construye, con pasión y no pocos contratiempos, para que el futuro sea realmente promisor. Compartamos en nuestro pequeño mundo concreto la convicción de que la mentira y la coacción no son el camino de la igualdad y el respeto. No nos crucemos de brazos y pensemos que no hay nada que hacer. Al contrario, es la hora del pensar y actuar con decisión compartida.-

 

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