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Bases para una reforma política consensuada en Cuba: cuestiones generales y constitucionales

BASES PARA UNA REFORMA POLÍTICA CONSENSUADA EN CUBA: CUESTIONES GENERALES Y CONSTITUCIONALES

INTRODUCCIÓN.

Sin entrar en grandilocuentes declaraciones que, más que ayudar al acuerdo, pueden producir el efecto contrario, consideramos que deben destacarse con carácter previo, varias cuestiones esenciales que, en ningún caso, suponen un elenco cerrado, sino un mínimo exigible a todos los interlocutores políticos e institucionales de nuestro país.

A.- CONSENSO COMO PRINCIPIO BÁSICO.

El acuerdo general, el pacto, que debe sustentar esta transición, este camino hacia un sistema de libertades, se nos presenta como elemento esencial y primero, de esta esperanzadora marcha.

Nos referimos al sentir que ya ha calado entre la inmensa mayoría de un pueblo cubano que considera necesario que la situación mejore para todos y que ello debe ser con el concurso de todos. Es el pueblo cubano el dueño de sus decisiones y de su destino.

Pero no olvidamos que dicho pacto, debe ser también observado como posible, como realizable, tanto por las instituciones cubanas, con las que se cuenta, como por los actores políticos que actualmente operan sin reconocimiento legal dentro de Cuba con independencia de su lugar de residencia. Todos ellos deben, sin duda, pactar y sacrificar posturas maximalistas en beneficio del bien e interés general del pueblo cubano. La política es la práctica civilizada de construir diálogo y consenso entre contrarios, incluyendo a mayorías y a minorías.

Y todo ello sin obviar el necesario apoyo internacional que esta decisión reformista debe recoger, de cara no solo a su viabilidad real sino, y sobre todo, al logro de la necesaria ayuda política, social y económica, que las organizaciones internacionales y Estados democráticos deben y, seguro, aportarán.

En resumen, nos encontramos ante un consenso no sólo como principio o valor esencial en la política entendida como lucha por el bien común, sino y sobre todo, con el consenso como elemento necesario para que prospere el proyecto político que se presenta.

Este consenso, entendido como valor esencial para el advenimiento de un sistema democrático y también como clave posibilitadora del mismo, se debe extender también al procedimiento elegido para lograr dicha normalización política en Cuba, cuestión a la que aludimos a continuación.

B.- VÍA ELEGIDA: LA REFORMA FRENTE A INMOVILISMO Y RUPTURISMO.

Si hemos aludido al consenso como elemento nuclear de nuestro planteamientos, por motivos tanto teóricos (como principio y valor en general) así como también por cuestiones pragmáticas en lo político, social y económico, es evidente que, desde el punto de vista del procedimiento a seguir, se debe optar por la alternativa reformista pactada, frente al inmovilismo o el rupturismo que algunos pueden predicar. Ni con el mantenimiento del sistema actual, evidentemente superado desde la óptica convivencial cubana; ni tampoco cayendo en el mismo error de no tener en cuenta, para el presente y el futuro, la opinión de los actuales gobernantes.

En resumen, consideramos que todos juntos, de la mano, quizás avancemos gradualmente, pero con mayor seguridad en la confianza de que al final del camino llegaremos unidos y fortalecidos, siendo mucho más conscientes de las realidades de los unos y de los otros; de que el presente y, sobre todo, el futuro, pesan en nuestras decisiones mucho más que un pasado del que solo debemos aprender por los errores cometidos para no volver a cometerlos.

Tanto el consenso como la vía reformista nos sitúan por igual ante un panorama complejo, no lineal, en el que tanto las materias a pactar como los protagonistas, el elemento objetivo y subjetivo, resultan enormemente relevantes para el logro del bien común de unos ciudadanos cubanos que se merecen una solución social, política y económica acorde con sus necesidades y en el entorno del siglo XXI en el que nos movemos.

Aunque en este documento hacemos hincapié en el aspecto político interno, no se nos puede olvidar que no son estos los únicos campos en los que esta reforma se debe producir. Se requieren asimismo apoyo internacional y convencimiento social a los que nos referimos a continuación.

C.- APOYOS TRANSVERSALES A LA REFORMA.-

Ya en el ámbito interno, desde el aspecto social o educativo, por lo novedoso de la situación, hasta los campos económico, social, cultural o religioso, la reforma pretendida no sería viable sin una adaptación paulatina de dichas estructuras; es más, se necesita el apoyo convencido de las mismas. No olvidemos que el cambio que proponemos conlleva convencer a todos los cubanos de que esta travesía, aunque compleja, será beneficiosa para todos.

La lógica consecuencia de lo anterior conduce a la procura de que todos los citados actores religiosos, culturales o económicos también se vean protagonistas de esta apasionante aventura de mejorar la existencia de todos los cubanos.

Sin perder de vista que un proceso como el que proponemos busca ante todo el interés general de los cubanos, también debe prestarse especial atención a las minorías y a cualquier grupo poblacional que se sienta actualmente excluido. La democracia maximiza su legitimidad, cuando reconoce, respeta e incorpora los intereses de las minorías.

D.- PROTAGONISTAS.-

Y si hasta ahora hemos aludido al carácter multifacético de esta reforma política, es porque también se requiere el convencimiento de la sociedad, de todos los cubanos, vivan donde vivan, quienes no debemos obviar la relevancia y la importancia de los protagonistas políticos y cívicos, como los actores principales de esta gran obra que se empieza a escribir en nuestro país. Serán las personas que encabecen este ilusionante e inclusivo proyecto las que, con grandes esfuerzos y sacrificando algunos de sus postulados maximalistas, queden grabados en la memoria colectiva de este gran país, como verdaderos estadistas, como héroes de la revolución del siglo XXI que Cuba necesita.

Con independencia de la filiación político-ideológica de cada uno, ya sea comunista, democristiana, liberal, conservadora o socialdemócrata, a todos nos toca asumir, dentro de los postulados de cada uno, que es preciso ceder, pactar, acordar, respetar al contrario, propiciando así que los cubanos opten por una u otra opción política, sin más limitantes que la nueva ley que nos dotemos, y consensuar de este modo los elementos esenciales para la convivencia en paz y libertad.

Por ello nos unimos a la voluntad política sincera para colaborar en esta tarea, dando en todo momento reconocimiento por parte de los interlocutores, de la valía y representación del resto de compañeros de travesía y, de igual modo, apelando a la necesaria discreción y olvido del egocentrismo personal y político, que resultan requisitos básicos desde el principio de este proyecto y para su buen fin. Cuestiones todas ellas que nos llevan al siguiente punto.

E.- BUENO PARA TODOS.-

La Reforma Política que proponemos y la Cuba a la que aspiramos, maximizará también su sostenibilidad en la medida que amplíe las oportunidades para que cada ciudadano construya en libertad su proyecto personal de felicidad. El Bien Común se logra apuntando hacia la creación de las condiciones sociales, culturales, educacionales y económicas que propicien ese desarrollo personal en libertad y junto a dichas condiciones también se buscará la justicia social, porque somos conscientes de que en procesos como estos muchos necesitarán del acompañamiento del Estado y de la sociedad civil. Nadie debe sentir temor al futuro.

F.- APOYO INTERNACIONAL.-

Por una parte, insistimos, se nos plantea como muy importante el apoyo externo, internacional. Desde la Unión Europea hasta la Organización de Estados Americanos, pasando por el Vaticano, Madrid o Washington esta compleja reforma requiere de esa armazón internacional que posibilite a Cuba, y a los cubanos, esa ayuda que necesitamos.

 

CUATRO CUESTIONES BÁSICAS IRRENUNCIABLES PARA REGULAR EN LA NORMATIVA

Este documento plantea los temas esenciales para el logro de la reforma consensuada referida que sitúe a Cuba en el siglo XXI. En ningún caso se presenta como texto articulado ya que se parte de que es el pueblo cubano y sus representantes los únicos protagonistas de su presente y de su futuro. Es por ello que, en este apartado, se enumeran determinadas cuestiones indiscutibles que deben asumirse para su implementación lógica y temporal, de tal manera que, en un plazo cierto, se posibilite una reforma constitucional en Cuba.

Estas cuestiones pueden desarrollarse en una sola norma o en varias sincronizadas. Depende de factores variados tanto temporales como de oportunidad. Nosotros abogamos, siguiendo el exitoso modelo español, porque se vean reflejados en una única norma de rango constitucional. Esta opción también resulta la adecuada desde el punto de vista de técnica legislativa, en tanto en cuanto se logra una necesaria coordinación material que, de la otra manera, puede perderse entre una normativa más dispersa.

 

1.- EL PUEBLO CUBANO, COMO UN ÚNICO PUEBLO SOBERANO. –

No cabe discusión alguna. En la normativa que se propone, el primero de los artículos debe reconocer el principio básico de que la soberanía, razón de ser de todos los poderes, pertenece al pueblo cubano.

Sin aditivo alguno que bastardee, minusvalore, condicione ni vincule ideológica o partidistamente este principio legitimador esencial y universal.

2.-RECONOCIMIENTO DEL PLURALISMO POLÍTICO.-

Una vez establecido el principio de que el pueblo decide su presente y, sobre todo su futuro, se deben institucionalizar las vías para que el mismo se pronuncie. No cabe pacto alguno sin el reconocimiento de todas las sensibilidades políticas como posibles actores democráticos. Para un mayor aseguramiento y garantía del principio, se indicará que serán válidos todos aquellos que se inscriban en el registro que se cree a tal efecto, con independencia de que hoy se encuentren dentro o fuera de Cuba: nuestro país adolece de la existencia de una diáspora muy grande que tiene y debe ser parte de todo el proceso democrático. Insistimos en la idea: la mera inscripción, en la que consten unos mínimos requisitos meramente formales sería suficiente para su reconocimiento, como ocurre en cualquier sistema democrático.

Esta cláusula lo es de protección no solo de los partidos políticos hoy proscritos, sino también del propio Partido Comunista que, de otro modo, sin el pacto que se propone, podría acabar declarado inconstitucional o ilegal si el cambio de régimen no fuera pactado, como se propone. También es la garantía de que todos los cubanos tendrán los mismos derechos, con independencia del lugar donde residan actualmente.

3.- ELECCIÓN DEL ÓRGANO CONSTITUYENTE. APROBACIÓN DE UNA NORMATIVA ELECTORAL BÁSICA PARA PROCEDER A LA MISMA.-

Ya pactado que el pueblo cubano es el dueño de su presente y de su destino; evidenciado que todos los actores políticos van a poder participar en el juego democrático, no se puede avanzar sin aplicar los mismos, sin atender a la voluntad soberana y proceder a unas elecciones con pluralidad de actores.

El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel y el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, jugarán un papel fundamental en todo el proceso y en especial en esta fase: a) Ejerciendo el liderazgo abierto, transparente y convocante del mismo y b) Manteniendo la estabilidad y el funcionamiento del país. Es a ellos, a quien corresponde en última instancia, comenzar esta fase del proceso que proponemos.

En lo tocante al carácter monocameral o bicameral del órgano constituyente, abogamos por el primero de ellos. Las razones son evidentes: aparte de criterios de practicidad o temporales o de economía legislativa. Una vez constituida la cámara constituyente, se dotará de su correspondiente Reglamento.

Indiscutible es, por tanto, el uso del sufragio universal, libre, igual, directo y secreto para la elección de la misma. No cabe matiz alguno. La elección del órgano constituyente o se realiza con estos criterios o todo queda encallado.

Se propone asimismo un sistema electoral proporcional, no mayoritario, de cara a la plasmación numérica, en la práctica, del meritado consenso. La fórmula política puede variar (desde la D’Hondt a cualquiera otra). El número de escaños deberá ser suficiente para que dicha proporcionalidad se pueda llevar a la práctica, pero sin que la misma entorpezca la toma de decisiones. Se plantea una cifra de entre 150-200 miembros de dicha cámara.

La circunscripción electoral debería ser la provincia, para basarnos en la realidad territorial actual. Los ciudadanos residentes en el exterior podrán inscribirse en el censo electoral nacional en las oficinas del consulado que corresponda a su país de residencia actual, indicando como provincia cubana en la cual será contado su voto la última en la que residió en Cuba. La ciudadanía podrá ser acreditada por cualquier documento oficial (partida de nacimiento, carné de identidad, pasaporte, registro consular, etc.) con independencia de la caducidad del propio documento. Las autoridades se obligarían a facilitar dicho proceso de registro, de modo que todo cubano pueda ejercer su derecho.

El reparto concreto del número de elegidos debería darse en virtud de criterios poblacionales.

En cualquier caso, aparte de otras muchas cuestiones, en la primera normativa electoral han de recogerse, desde nuestra óptica, otras tres cuestiones esenciales. A saber: a) la participación en las elecciones de todos los ciudadanos cubanos sin exclusión alguna por razones de residencia; b) la elección consensuada de los miembros de una Junta Electoral Central que monitorice los comicios constituyentes. Se considera que, tanto para mayor seguridad del proceso, como para el logro del necesario apoyo internacional, la propia Junta Electoral solicite la presencia de observadores internacionales, dando un ejemplo de trasparencia mundial.

La asamblea constituyente también gozará de las competencias legislativas ordinarias hasta que se proceda a la celebración de las necesarias elecciones legislativas una vez que se apruebe la nueva Constitución.

4.- PROCEDIMIENTO DE APROBACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN CUBANA DEL SIGLO XXI.-

Y si relevantes han sido las cuestiones hasta ahora planteadas, el cuadro quedaría inconcluso si no se estableciese el procedimiento de aprobación de la necesaria Constitución que enmarque la libre convivencia de todos los cubanos. En dicho procedimiento deben recogerse dos cuestiones esenciales: la posibilitación del necesario consenso, del adecuado pacto entre todos los partidos políticos cubanos; y, por supuesto, la decisión última del pueblo cubano, llamado a pronunciarse en referéndum.

Para dar cumplimiento a la primera tramitación a) deben recogerse los órganos que gozan de iniciativa para comenzar la reforma constitucional. Consideramos innegociable que la misma pueda ser ejercida por un determinado número de miembros de la Cámara constituyente, así como por el actual Gobierno; b) se deben reflejar en la normativa las mayorías reforzadas (absoluta o cualificadas -2/3 o 3/5-) que requiera la asamblea constituyente para aprobar el proyecto de Constitución. Hemos hablado de consenso y queremos que el mismo aparezca desde el principio y en el resultado final alcanzado, todo ello en beneficio del pueblo cubano.

Cuba entera y el pueblo cubano que, evidentemente, debe ser llamado para ratificar como soberano el nuevo contrato social que se le plantea, mediante un referéndum.

 

 

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