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Brasil castiga en las municipales al partido de Lula y Rousseff y a la política tradicional

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Joao Doria, nuevo alcalde de Sao Paulo, uno de los vencedores indiscutibles.

En la primera cita con las urnas tras el ‘impeachment’ a Dilma Rousseff, el Partido de los Trabajadores sufre una debacle

Brasil ha votado para elegir a más de 5.000 alcaldes, en una jornada marcada por los ecos de la crisis política que acosa el país y por la tensión derivada de los recientes episodios de violencia, especialmente en la ciudad de São Luís do Maranhão (nordeste). Baste decir que, recién ratificado en el poder tras la destitución de Dilma Rousseff, el presidente Michel Temer, para evitar las protestas previstas en una universidad privada de São Paulo, donde tenía que votar, se presentó tres horas antes de lo anunciado a la prensa —de hecho, abrió el colegio electoral— y, de esta forma, ha driblado el escrache de estudiantes que planeaba recibirlo con gritos de “golpista” y “fuera Temer”. Y sin embargo, a pesar de su baja popularidad (solo el 14% aprueba que ocupe la presidencia), Temer ha encontrado en los resultados de estas elecciones un apoyo aunque sea de rebote.

De forma indirecta, a Temer le beneficia la humillación que ha sufrido el Partido de los Trabajadores (PT), de los expresidentes Lula y Rousseff. La agrupación, en su día la fuerza de izquierdas más grande de América del Sur, lucha hoy por seguir viva tras ser defenestrado del Gobierno central mientras se hunde en una grave crisis de imagen debido al escándalo de Petrobras. En São Paulo, esta debacle fue especialmente dulce para Temer: la ciudad concedió una victoria aplastante al Partido de la Social Democracia Brasileña, encabezado por João Doria Jr., un empresario conservador cuya campaña se ha basado en el resentimiento contra la política tradicional y la izquierda en particular. Con más del 53,2% de los votos, Doria, que apoyó a Temer durante el impeachment, no tendrá ni que enfrentarse al segundo candidato más votado en la segunda vuelta que pide la Constitución.

Pero lo importante no es solo cómo se haya ganado la batalla por São Paulo, la mayor ciudad de América del Sur. También lo es cómo haya perdido el alcalde, Fernando Haddad (PT), con un anémico 16,43% de los votos. Tras una gestión marcada por el rechazo a sus políticas de transporte, como la reducción de la velocidad en las vías expresas, y con poco dinero en caja para dejar un legado en la periferia, bastión tradicional de su partido, Haddad se ha pasado toda la campaña en un melancólico tercer lugar.

En Río de Janeiro ha dado la sorpresa Marcelo Freixo, candidato de una agrupación diminuta llamada Partido Socialismo y Libertad (PSOL), muy a la izquierda del PT: ha recibido los votos necesarios para enfrentarse en la segunda vuelta al obispo conservador Marcelo Crivella, del Partido Republicano (PRB).

A pesar de estar sometidas a la influencia del contexto local, las elecciones municipales brasileñas también se consideran una suerte de pistoletazo de salida extraoficial de las presidenciales de 2018. Por eso, los analistas esperan las cifras finales para indicar qué formaciones han salido fortalecidas. Argumentan que la votación puede ser un termómetro de la reacción popular en relación con los políticos en un contexto de grave recesión económica y de descrédito de los políticos. A la estela del escándalo de Petrobras y de las constructoras, es la primera vez en la historia reciente de Brasil que los candidatos no han podido recibir donaciones de empresas.

Episodios violentos

“Tras la votación del domingo, la clase política puede responder de dos maneras. La reacción más probable es la de intentar aprobar la legislación que restablezca las donaciones por parte de empresas y restaure el status quo. La segunda, menos probable, es la de intentar reformar las reglas para hacer que las campañas sean más baratas”, escribieron en un reciente documento para clientes los analistas de la consultora estadounidense Eurasia.

La campaña ha estado marcada por episodios de violencia. En la región metropolitana de Río de Janeiro, una ola de muertes de candidatos y líderes políticos todavía está siendo investigada. En la recta final, un candidato a alcalde de la ciudad de Itumbiara, en el Estado de Goiás, fue asesinado a tiros en un atentado que también dejó herido al vicegobernador. En São Luís, capital del Estado de Maranhão ha sido donde se han producido más atentados. En total, 498 municipios de 16 Estados han contado con medidas de seguridad, con la presencia de 25.400 miembros de las Fuerzas Armadas. El mayor efectivo es el de Río de Janeiro, donde 6.500 militares han sido distribuidos por 11 localidades para garantizar la seguridad en los comicios.

“La seguridad pública se ha deteriorado y eso se refleja en el proceso electoral”, dijo Gilmar Mendes, presidente del Tribunal Superior Electoral, máxima autoridad en las elecciones. “Tenemos más violencia de la que tuvimos en 2012”.

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