Cultura y Artes

Carmen Herrera en el Whitney Museum of American Art

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Carmen Herrera – Días de la semana

El pasado 16 de septiembre el Whitney Museum of American Art en la ciudad de Nueva York, abrió la muestra Carmen Herrera. Líneas de Vista.

Carmen Herrera es una pintora geométrica que nació en La Habana en 1915 y vive en Nueva York desde 1939. Hoy en día, con 101 años y en silla de ruedas, sigue pintando con la ayuda de un asistente.

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El Whitney fue fundado en el 1929 por la mecenas y escultora estadounidense Gertrude Vanderbilt Whitney, para exhibir y promover la producción de los artistas de EEUU que eran ignorados por instituciones establecidas como el Museo Metropolitano o el más contemporáneo Museo de Arte Moderno (también fundado en el 1929), cuya preferencia era el arte europeo. Desde entonces el Whitney promovió la vasta variedad del arte creado desde Nueva York a Chicago, Boston a San Francisco, Baltimore a Dallas.

En los años 50 y 60, el museo optó por el arte figurativo, pero ya en 1970 estaba más al corriente. El arte de afroamericanos y, en menor escala, de mujeres, ha sido exhibido en el Whitney por varias décadas. Y aunque ciertos artistas cubanoamericanos, como los difuntos Ana Mendieta, Carlos Alfonzo y Félix González-Torres (tristemente parece que una muerte temprana asegura la atención de los críticos y curadores), han exhibido sus obras en el Whitney, es solo recientemente que el museo ha abrazado las obras de artistas latinos como parte del arte de EEUU. Esto no es solo un acto de justicia cultural, sino de gran inteligencia en términos del público latino que es parte de la nación anglosajona.

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Iberic – 1949

La exposición de Herrera ha sido inteligentemente organizada por Dana Miller, la curadora principal del museo. Cincuenta y una obras, entre las cuales hay 48 pinturas y obras en papel, más tres esculturas en madera, forman el cuerpo de la muestra. La primera obra tiene fecha de 1947-48 y la última de 1978. No cabe duda que estos son los años en que Herrera enfoca su búsqueda en una abstracción que se purifica década tras década, hasta lograr un balance extraordinario, donde integra lo geométrico, lo arquitectónico y lo minimalista en un vocabulario visual de gran rigor.

Herrera comenzó estudiando Arquitectura en la Universidad de La Habana, más tarde fue la escultura la que ocupó su atención, pero no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial y una estancia larga en París, que la habanera llegó a la pintura con algo propio que decir. En 1939 Herrera se casó con el neoyorquino Jesse Lowenthal (maestro de literatura en una secundaria de la ciudad) y a partir de ese momento se estableció en Nueva York.

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Carmen Herrera, en 1950, durante su estadía en París.

Generacionalmente, Carmen Herrera pertenece a la segunda vanguardia cubana; aquellos artistas que nacieron en la década del 10, como René Portocarrero, Cundo Bermúdez, Alfredo Lozano, Mariano Rodríguez y Mirta Cerra. Pero contrario a esos artistas, Herrera tuvo un proceso de madurez artística lento y a partir de finales de los años 40 rechazó cualquier tipo de figuración y elementos barrocos.

De 1948 a 1950, la pintura de Herrera —vista en esta exposición— se nota un poco inmadura en su técnica y todavía insegura en las formas y colores. Pero ya a partir de 1950 sus cuadros se llenan de una claridad conceptual y seguridad de oficio que culminan en la serie de 1959-1962 titulada «Blanco y Verde». Herrera ha llegado a su plenitud pictórica a partir de estas telas. Plenitud que continúa en obras como «The Way», «Cobalto y Amarillo», y las muy arquitectónicas telas en blanco y negro como «Ávila», «Escorial» y «Almagro», que evocan lugares específicos de España, al igual que la espiritualidad católica de la pintora.

La exposición culmina con las telas que aparecen a la entrada de la muestra, la serie «Los días de la semana», donde una misma composición es variada, cambiando la interacción de planos, líneas y el juego entre el negro y colores primarios y secundarios.

Y, aunque Herrera continuó pintando hasta principios de los 1990s, la frágil salud de su esposo la obligó a concentrarse en su cuidado. Después de la muerte de Jesse Lowenthal en diciembre de 2000, Herrera volvió a la pintura, y en los últimos años su producción ha dependido de un asistente para su ejecución física.

No cabe duda que esta exposición, exquisitamente planeada, asegura el lugar de Carmen Herrera dentro de la historia de la pintura abstracta de la posguerra. Habanera y neoyorquina, su mejor obra, como lo demuestra el Whitney Museum, es como esas dos ciudades: única.

La exposición estará abierta al público hasta el 2 de enero de 2017. Un sustancial catálogo con ensayos de Dana Miller, Serge Lemoine, Gerardo Mosquera y Edward Sullivan acompañan la muestra.

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