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Carmen Posadas: El arte de hinchar

Conocen ustedes el origen de la expresión ‘hincha’ como sinónimo de forofo y tifosi? A principios del siglo XX el público que acudía a los estadios de fútbol mantenía una actitud comedida, seguía los partidos con respeto y en silencio. Prudencio Miguel Reyes, utilero del equipo Nacional de Montevideo y encargado de hinchar (inflar) los balones del equipo, era un hombre apasionado. Empezó a alentar a su club desde la banda profiriendo gritos de ánimo cada vez más ingeniosos y exaltados, que poco a poco hicieron escuela. Lo llamaban ‘el hincha Reyes’ y a partir de ahí los términos ‘hinchar’, ‘hincha’ o ‘hinchada’ se hicieron populares en Uruguay y Argentina para extenderse luego al resto del mundo.

Hinchar por los colores de los nuestros es un gran invento. Genera entusiasmo, fraternidad, cohesión. Los gritos de los hinchas son gritos tribales, de modo que sirven tanto para arengar a los propios como para amedrentar a los rivales. Una táctica muy útil, aunque no exactamente novedosa: al fin y al cabo ya la practicaban nuestros ancestros hace millones de años con excelentes resultados.

Utilero del equipo Nacional de Montevideo y encargado de hinchar (inflar) los balones del equipo, Reyes era un hombre apasionado

En política, el fenómeno hincha es muy interesante. No hablo ahora del entusiasmo que expresan los partidarios de tal o cual político en mítines, tampoco del fervor que pueda inspirar un líder carismático. El fenómeno hincha va un paso más allá. Como si quisiera rendir un homenaje a Prudencio Miguel Reyes, consiste en hinchar –inflar– la figura del político en cuestión, resaltar sus méritos, minimizar sus errores, camuflar sus meteduras de pata, ensalzar hasta el ditirambo sus logros y desmerecer los de sus rivales. En esta tan útil actividad hay maestros y aprendices. Aprendices (por no decir directamente párvulos o rorros de pecho) son, por ejemplo, los miembros del Partido Popular. Ignoro quién les lleva la comunicación, pero deberían hacérselo mirar porque resulta sorprendente lo nulos que son a la hora de, como ahora se dice, vender un relato, neutralizar una noticia poco favorable a sus intereses o explicar su punto de vista.

Deberían aprender de Sánchez, que no solo es maestro en estas tres indispensables lides, sino que ha ido un paso más allá en virtuosismo convirtiendo en hinchas y tifosi a todos sus ministros. Qué conjuntado coro de loas. Qué sincrónicos sus aspavientos a la hora de juzgar las jugadas del equipo contrario. Qué arte a la hora dar la matraca o hacer pedorretas. Todos con una única voz mientras hacen la ola. Interesantísimo realmente; esta observadora pasmada de la actualidad no puede por menos que admirarse.

Por si no fuera suficiente con tener a todo el Gobierno más afinado que el Orfeón Donostiarra (o el conjunto de Coros y Danzas del franquismo), la hinchada de Pedro Sánchez ha creado Mr. Handsome, una cuenta de Twitter con cerca de 90.000 seguidores. Detrás de esta iniciativa, que cuenta entre sus followers con ministros, políticos y hasta con la presidenta del Congreso, Francina Armengol, está Montserrat Gusano. Hace años Gusano decidió crear con este nombre (Mr. Handsome, por cierto, quiere decir ‘Señor Guapo’) una cuenta dedicada a elogiar a nuestro presidente destacando su lado amable y humano.

Hasta aquí, todo perfecto, cada uno hincha por quien quiera. El dato significativo, sin embargo, es que, tras la reestructuración del Gobierno en 2021, se abrieron dos plazas en el departamento de redes sociales del PSOE y, desde entonces, Montserrat Gusano trabaja para el partido, pero buena parte de su remuneración la recibe del Congreso de los Diputados como asistente técnico del Grupo Parlamentario Socialista. Así, la hinchada de Mr. Handsome se ha convertido en una cuestión de Estado. ¿Es o no es un golazo por toda la escuadra? Seguro que a Orwell le habría encantado esta idea tan Big Brother. Y mientras tanto al resto de nosotros, espectadores que desde la grada presenciamos este inacabable match que es la actualidad, no nos queda otra que mirar a derecha e izquierda, de una portería a otra, en espera de ver qué nueva dribleada maestra nos depara este virtuoso del balón.

 

 

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