Cartas
No les hablo de juegos de cartas. Aunque estos tengan una lejana relación con la gastronomía a través de esas partidas de mus que todavía se organizan en algunas casas de comidas y bares tradicionales como prolongación de un buen almuerzo. Pero sí de las cartas de los restaurantes, y más concretamente de esas cartas digitales (las de código QR) que llegaron como solución provisional durante la pandemia por motivos de higiene y amenazan con quedarse definitivamente.
Igual que llevo tiempo reivindicando los manteles en las mesas, voy a empezar a pedir la vuelta de las cartas impresas
Seguramente soy muy mayor y estoy anticuado, pero, igual que llevo tiempo reivindicando los manteles en las mesas, voy a empezar a pedir la vuelta de las cartas impresas. Entre otras cosas, por un motivo estético. Algunas de esas cartas eran preciosas, dignas de coleccionistas. Una forma de empezar la comida con las mejores sensaciones. Pero incluso las cutres de plástico con publicidad son preferibles a un soporte sobre la mesa, a veces una simple pegatina, que hay que fotografiar para acceder a una página web que no siempre se abre con facilidad.
A los que tenemos ya cierta edad, incluso diría que a los que no la tienen, nos resulta complicado leer en la pantalla del móvil los platos que ofrece un restaurante y sus precios. No digamos ya las de vinos, sobre todo cuando estas son extensas. Me digan lo que me digan, la visión de conjunto que proporcionan las cartas impresas no se tiene en la pequeña pantalla del teléfono. Que nos devuelvan las cartas en papel.