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Chitty La Roche: Ciudadanía y magia (II)

 

Ellos mandan hoy… ¡porque tú obedeces!

Albert Camus (1948)

 

Rica semana ésta sin dudas. Doble derrota en Barinas; primero al chavismo y luego al madurismo o doble victoria del pueblo frente a su depredador, e inicio del periodo que permite activar el referéndum revocatorio del mandato del ilegitimo e ilegal presidente usurpador, en una acción ciudadana que tal vez se logre echar a andar. No es cualquier cosa.

Decía que estamos en tiempo legal y constitucional para democráticamente, pacíficamente, electoralmente, accionar un mecanismo de control político y de soberanía directa que pone a prueba la sintonía y la aprobación del cuerpo político y ciudadano, sobre la gestión, la ejecutoria, el desempeño, pero insisto especialmente, la confianza en el detentador del poder.

Empero lo anotado es menester tener en cuenta que no dispone Venezuela ni como Estado, ni como sociedad ni menos aun sus ciudadanos, de un “Estado constitucional de Derecho y de Justicia” que asegure los derechos políticos entre otros derechos humanos patéticamente amenazados por el autoritarismo despótico que nos abruma, y así la institucionalidad electoral y judicial pudieran, felones, manipular, entorpecer, maniobrar para evitar el referéndum, temerosos e irrespetuosos, ante un evento de soberanía que los separaría muy posiblemente y formalmente del poder.

De allí que la comunidad internacional y, sobre todo, el establecimiento ciudadano, deben juntos y/o separados, más que prever, precaver, actos contrarios a la constitución y la ley por parte del régimen, sus personeros, sus mediatizados aparatos electorales y sus esbirros y colectivos.

La tarea entonces tiene para comenzar que ajustar la reglamentación a la normativa contenida en el texto fundamental, destrancándola, despejando las incógnitas e impidiendo las vías de hecho que imposibilitaron antes su convocatoria y su realización y más bien, facilitarle, para distensionar el cuadro político nacional que se ha tornado peligrosamente complejo por la concurrencia del forcejeo político y el jaque que la anti-sociedad de todo género significa ya para unos y otros y monitorea, incide obscena, inficiona el virus de la ilicitud, comprometiendo la gobernabilidad y la paz social. El asunto derivó ya, en un capitulo agudo de menoscabo de soberanía.

Sin embargo, voy a insistir en lo que a mi parecer está impretermitible en el camino a seguir, la ciudadanización del proceso en todas sus fases, la asunción de un reto, de un duelo de voluntades entre el deber ciudadano y patriota con la indolencia ciudadana a la que se suma, el cálculo o inclusive la glacial racionalidad del interés de cada uno y cada cual en esto. Me explico.

El referéndum revocatorio y en lo adelante RR, es cuestión de los ciudadanos que integramos a Venezuela. No participan ni son candidatos a ningún cargo ni partidos ni personajes de la picaresca criolla. Es en solitario y en comunidad, pero reclama una sinceridad ineludible.

No es un plebiscito y en puridad de términos, debería ser llamado el pueblo a cuál un acto electoral similar al de sufragar en dos momentos; para en una fecha determinada activarlo, con el sostén ciudadano establecido en la CRBV y luego, para que el cuerpo político manifieste su decisión en un sentido o en otro.

Me turba el espíritu lo que explicaré con una cita notable de Carmen Martín Gaite; “El hombre es una multitud solitaria de gente, que busca la presencia física de los demás para imaginarse que todos estamos juntos.”

En efecto; el discurso del RR debe ser neutral como para legitimarlo como consulta soberana y, comprometido con la procura de su realización, contestes de que lo que se decida es santa palabra soberana.

Aunque apunta a ponerle fin al mandato de Maduro eventualmente con la revocatoria, es más que esa resultante, es la exhortación de los venezolanos a reunirnos como nación y como esa unidad lo presupone, nos pronunciemos sobre una situación y una circunstancia que nos afecta a todos gravemente.

Releva de la más elemental ética ciudadana. Asistiríamos o dejaríamos de hacerlo por que nos interesa o no, como parte de la dinámica de nuestras vidas individualmente consideradas o, asumiríamos que hacerlo contribuye a orientar, en el mejor plano posible el presente y/o el futuro conveniente para nosotros y nuestra gente.

Por convicción propia o por responsabilidad como expresión de alteridad debemos asumir el llamado y acordarle nuestra respuesta afirmativa. ¡No hay de otra!

 

Nelson Chitty La Roche, @nchittylaroche, nchittylaroche@hotmail.com

 

 

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