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Chitty La Roche: De la caída y el hundimiento

 

Es necesario tener la idea de lo infinito, la idea de lo perfecto, como diría Descartes, para conocer su propia imperfección. La idea de lo perfecto no es idea, sino deseo.” Enmanuel Lévinas

 

El siglo XX paradójicamente alojó en su dialéctica histórica, la caída de los imperios y el hundimiento de las grandes entidades ideológico-militares. La primera guerra mundial y como se ha repetido muchas veces, estuvo impregnada de nacionalismos y, de hecho, surgieron los estados – naciones como un resultado entre otros.

La segunda guerra mundial fue inspirada por afanes imperialistas, basados en una visión racista, en una inestabilidad política que puso en jaque los referentes normativos, pero, también por el torpe manejo de las consecuencias de la primera guerra.

El arma atómica como una opción suicida para la humanidad fue otro fruto. Razones y motivaciones diversas comprometieron la paz, aunque también dejaron un legado a no desestimar.

En efecto, también en sus alforjas, el pasado siglo nos trajo la consagración de los derechos humanos como propósito e ideal civilizatorio, especialmente en occidente; la globalización económica y tecnológica, la robotización y la digitalización, además de un modo de producción y de consumo que se constituye en una amenaza rebelde y contumaz para la vida del planeta y obviamente, de los seres humanos finalmente.

Sobran los posibles agregados y enunciados, pero reflexiono sin embargo sobre el pensamiento y las ideas políticas, al meditar sobre asuntos que fueron y son hitos, en la historia reciente en particular.

El totalitarismo que se mostró, con el nacional socialismo hitleriano y el no menos hórrido y perverso, brutal, letal, socialismo soviético, evidenció la enorme dificultad del hombre para vivir en libertad y peor aún, para concretar los valores y presupuestos éticos y morales que acompañan a la dignificación del “homo actualis,” como lo que es, el astro más rutilante de la creación.

El pensamiento marxista, con el que se identificó principal y universalmente en un momento dado la propuesta emancipadora, a la hora de llevarse a cabo y sin ninguna excepción se convirtió en opresión y sojuzgamiento, y tampoco alcanzó ni remotamente, la oferta de igualdad y progreso, leitmotiv de su discurso por cierto, muy al contrario; vemos lo que va quedando con  la experiencia cubana de evidencia y de aquella otra, Corea del Norte y comparémoslas, aunque no luzca racionalmente posible, con los países que tomaron el camino del libre mercado y el ideal liberal.

A más de tres décadas del derrumbamiento del muro de Berlín, el anunciado pensamiento único y el fin de la historia sin embargo, fueron categóricamente desmentidos por la historia misma y, no puede hablarse de un orbe pacífico, ni del triunfo del estado benefactor porque, la justicia es arisca por así llamarla y toma muchas formas y exigencias que demandan muchísimo mas esfuerzo, creatividad y perfectibilidad, y se ha visto a la potencia pública como los poderosos rústicos que no lograr salir de los pantanos y barriales, en los que los vemos entronizados.

De otro lado; el zoo politikon ha cambiado diametralmente, abandonando su vocación gregaria y humanitaria para, ahíto de individualismo, segregarse de sus congéneres para postular una comunidad de idénticos que no se parecen ni a ellos mismo pero que se presentan como tales y más grave aún, pretenden imponerse como una minoría que se impone a la mayoría y a sus instituciones, y en variadas latitudes lo han logrado.

La ideología de género es un buen ejemplo de lo afirmado, y se ha echado por tierra, muchas de las seguridades y fortalezas sociales parafraseando a Bauman, para complacer a los más variados giros de personalidad, a costa de fundamentos naturales y societarios que no pueden ni deben ser puestos en entredicho.

Habrá, pienso yo, modestamente, una reacción contra los excesos que se vienen consumando desde ese balcón y peor aún, las interpretaciones extensivas que se hacen desde el sujeto y sus particularismos, creando falsos dilemas para complacer a algunos y sus peculiaridades, ¿debe acaso ponerse en juego a la sociedad toda, a sus valores, principios, creencias?

En el fondo se capta una desespiritualización mórbida que inunda cada sección del teatro existencial. La novedad pareciera untada de aquello sórdido y no del hallazgo por la belleza y la virtud. Se diría que la estética y el arte se deshumanizan y ello solo refleja que en hombre ha puesto al hombre y por lenidad del hombre en un jaque perpetuo.

Si una crisis se evidencia -y confieso sentir a veces que no es la crisis la excepción sino la norma- es la que resulta de la carencia de productos del espíritu. Solo lo sensorial pesa, el espectáculo, el figurar a cualquier costo que, es bueno dejarlo claro, no significa ni remotamente el desiderátum de la espiritualidad que es la trascendencia.

Empero occidente ha escuchado y desde hace más de un siglo, varios análisis y determinaciones que,  concluyen y advierten su final; pero, aun considerando aspectos pertinentísimos y muy reveladores, inmersos en la obra de notables pensadores como Spengler, Sorokin, Nikolái Danilevski, caben otras interrogantes sobre ese presagiado e ineluctable destino; ¿está más comprometido Occidente que el mundo islámico, fuerte de su anacronismo ideologizante y claramente inhumano o Asia que, emprendió en China o en la India pero también en otros países, un cambio, hasta sus raíces para, no cambiar en realidad precisamente nada de sus raíces?

Todo lo comentado y mucho más, muestra una perspectiva que solo en la apariencia luce predecible y desnuda tantos peligros como verdadera incertidumbre. El mundo juega a la ruleta y lo hace, cuando encara el cambio que se reclama y anuncia con un afán de resistírsele a una dinámica que en la racionalidad lo obliga a dejar de ser lo que es y asumir la llegada de otros valores, pero también de maneras distintas de abordar los retos selectivamente.

La recién culminada cumbre CO27 es una prueba de lo que digo. Nadie niega ya, aunque puede haber algún Trump por allí que lo haga, cínico como lo ha hecho antes o, algún farsante como Maduro, quién desde su desempeño kakistócrata, atenta brutal e impunemente en el Orinoco y adyacencias, con todo el parque ecológico y los ecosistemas diversos con tal de sacar oro para seguir el festín baltasariano del dispendio y la corrupción, arruinando además el futuro del país e ignorando paladinamente la crisis terminal que el planeta conoce y por la cual está largamente afectado.

El cambio climático y su fenomenología deletérea, tiene en el mundo más desarrollado y voraz consumidor, un depredador pernicioso que promueve con su modo de producir y consumir, CO2 para recalentar y traer con ello los avatares del desastre.

Pues bien, el mundo se puso de acuerdo para compensar económicamente al sur por sus excesos y su responsabilidad en el acabose, el cataclismo, la catástrofe que extingue la vida en la tierra, para así, callarles la boca a los pobres; pero no fue capaz de asumir los cambios indispensables para reducir de manera significativa la secuencia destructiva en curso.

Nelson Chitty La Rochenchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche

 

 

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