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Chitty La Roche: De lo político a la política en la Venezuela de hoy

La crisis venezolana desafía a la OEA | Nueva Sociedad

 

“No se puede hacer una mesa sin romper árboles, no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos, no se puede hacer una república sin matar gente.”

Maximiliano Robespierre, citado por Roberto Espósito en “El origen de la política” ¿Hannah Arendt o Simone Weil? Paidós, Barcelona, 1999

 

Trataré, aunque superficialmente, de establecer y, a los fines de mejor comprensión de nuestra situación en la Venezuela actual, la forma y el fondo de la perspectiva política en que nos encontramos.

Dejaremos claro que todo orden político conoce movimientos dentro de la sociedad que van hacia su deslegitimación y otros por el contrario hacia su legitimación. Se podría decir que es un proceso dialéctico que se desarrolla además, dentro de las relaciones de variado género que se cumplen en el todo social, algunas con una carga conflictiva que se hace presente y late yacente desde la constitución de la estructura direccional y la otra, eruptiva, que puede espontáneamente presentarse en un momento determinado.

A menudo se hace más patente esa fenomenología con el arribo de contingencias que conmueven la base misma del entramado político institucional, pero, también puede y de hecho emerge a veces, como resultado de la degradación o agotamiento de los parámetros o referentes que sostienen la ideología del sistema.

La democracia como la república, tiene su origen en la antigüedad y como si se hubieran desgastado, obsoletizado, entraron ambas en sueños y fueron sustituidas por otros arquetipos que, por cierto, a ratos pudiera definírselos como sus némesis. Se puede decir que tomaron 20 siglos para despertar en la conciencia social y pugnar hacia su reaparición.

La política, entre otros perfiles, es ciencia del poder, es normación social, es orden, es también abordaje racional del conflicto, es administración societaria, es búsqueda desde un plano agonístico como diría Chantal Mouffe y de su lado, lo político, obra desde una raíz que antagoniza y resulta de los elementos concomitantes con el trance vital de toda sociedad, susceptible de soliviantar el espíritu y de plantearse o traer al plano comunitario una disensión profunda. Es el conflicto connatural al ser humano y al desafío de la organización societaria. Eso que algunos llaman el estado profundo se advierte mejor distinguiendo la política de lo político.

En Venezuela lo político es una caja de pandora entreabierta. ¿Qué hay dentro del pensamiento ciudadano, que yace en el espíritu del común que se debate entre quedarse e irse del país, camino que se ha hecho y se hará más difícil que antes para la gran mayoría pero que no por ello deja de ocupar buena parte de la meditación del coterráneo? ¿Qué persigue el oficialismo?

El detentador gobernante se sabe lejos del apoyo democrático, pero asegura su predominio en las armas y en el silencio medroso o forzado de las mayorías. Su recurso al diálogo para la gobernanza es monológico y por ello hace de sus nervios y del miedo que el mismo tiene y profesa a su modo también, su instrumento de “persuasión” por decirlo así.

¿Quién tiene más miedo el detentador del poder ilegítimo o el destinatario que lo padece? Es esa una pregunta de incomoda y difícil respuesta. La verdad es que han arruinado el país de tal manera que en su fracaso obvian cualquier posibilidad de corrección. Han dejado al país aislado de los mecanismos usuales de ayuda externa como las agencias de Naciones Unidas y los mercados de dinero. No se paga deuda desde hace al menos un lustro.

El mercado petrolero no muestra sino una baja de los precios del crudo y las sanciones que no son la causa de la debacle pero que sí la agrava, harán aún más caótico el negocio para el merey criollo, advirtiéndose una merma significativa de los ingresos en divisas y en el manejo de la economía y, ya arrancó el control de precios y lo seguirá, sin duda alguna, la escasez.

Paralelamente, el horizonte económico augura una inflación incrementándose a una tasa superior al 10% mensual, una tasa de cambio inevitablemente disparada, una devaluación insistente, más que contracción, franca recesión, desempleo, estanflación.

Con esos y otros datos que cabe mencionar y como consecuencia de lo anterior, tendremos más deserción escolar y universitaria, empeoramiento de las ya trágicas condiciones de vida de los servidores públicos y me refiero a aquellos que laboran en el sector salud, en la educación, gestión de los servicios de agua y luz eléctrica, gas doméstico e incluso seguridad pública. La única certeza entonces es la precarización.

Y sin chance de atraer inversionistas, dada la impresionante inseguridad jurídica, el descalabro judicial, sesgado políticamente y corrompido por la mediocridad y el afán crematístico de sus actores y una legislación como esa de la Ley antibloqueo o la Simon Bolívar que son un disuasivo impajaritable.

Del otro lado, en el país que disiente; desmovilización, desorganización y confusión se hacen presentes y enrarecen más la confección de una política opositora coherente, congruente y consistente.

El manejo de los eventos electorales no legitima al gobierno e invisibiliza a la oposición que ya debiera asumir como indispensable hacerse sentir, pero los agentes supra descritos, oscurecen y obturan las probables vías para el desempeño sensible y con peso gravitacional que apunte a sincerar la legitimidad con la legalidad o a reaccionar cataclismicamente.

En conclusión, lo político pudiera imponerse sobre una política y unos políticos que no hacen política. ¡Solo el conflicto es!

 

Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche

 

 

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