DemocraciaDemocracia y PolíticaEleccionesPolítica

Cinco conclusiones del primer debate presidencial en TV

El debate organizado por Teleantioquia y Semana ayer fue de calentamiento, con poco debate y pocas noticias para mover el tablero. Pero, aún así, hay varias conclusiones que se pueden sacar de lo que pasó. Estas son cinco de ellas:

1 – Si el país está polarizado, eso no se notó en el debate

En este primer debate todos jugaron a no cometer errores, sabiendo que los debates solo tienen un impacto en la campaña si se cometen errores. Por eso, aunque en el fondo sus propuestas y estilos son muy diferentes, y eso se notó en lo que decían, no hubo una confrontación de ideas, ni golpes a la yugular, como lo notó el analista y ex bloguero de la Silla Carlos Suárez en este trino:

Suárezterapia

@carlossuarezr

 

Del se puede decir que: No hubo debate. Los candidatos repitieron una lección técnica, fofa y desgastada desde hace años. No hubo golpes de gracia, diferencias marcadas. Tal vez, tuvo dos destellos en donde @sergio_fajardo logró un discurso que tocó fibras.

 

Mientras en el debate todos se cuidaron de agredirse o incluso confrontarse, en twitter estaba al rojo la confrontación política.

2 – Aunque hubo exageraciones, los candidatos fueron serios

A diferencia de debates en la campaña de 2014 en donde primaban las falacias, en este la mayoría de las cosas que dijeron eran ciertas o ciertas con alguna aclaración lo que dice bien del esfuerzo de los candidatos por guardar cierta honestidad argumentativa.

De acuerdo al detector de La Silla Vacía, de las 83 frases chequeables, solo hubo seis mentiras.

Visto por porcentaje de frases chequeables, el que más mentiras dijo fue Iván Duque, con el 13 por ciento de afirmaciones falsas.

Un dato interesante es que los dos candidatos con más proporción de frases ‘debatibles’ fueron Gustavo Petro e Iván Duque, que son los dos que representan las posiciones más ideológicas en esta campaña y en esa medida muchas de sus afirmaciones reflejan una visión específica del mundo y de los datos que las sustentan.

3 – Ninguno arriesgó nada, y todos ganaron un poco

Iván Duque, que es el puntero en esta carrera después de la abultada votación de la consulta del No, siguió al pie de la letra un guión y eso le quitó espontaneidad.

Pero, por otro lado, ganó en que siendo el que va adelante su objetivo es salir ileso de los debates y con este lo logró. Nadie lo atacó, no salió ninguna información que le hiciera daño, y logró mantener la disciplina de su mensaje. Con un valor agregado y es, como dice el analista Francisco Miranda, «conseguir transmitir la difícil mezcla de futuro y uribismo».

Gustavo Petro también jugó de puntero, a no arriesgar. Era el único de corbata, el más peinado y más formal, y ganó porque contestó tranquilo, atacó sin sonar agresivo y utilizó palabras comprensibles a la audiencia para expresar problemáticas y propuestas. También ganó porque no lo atacaron, salió ileso.

Sergio Fajardo comenzó muy nervioso, se veía un poco inseguro al principio y con un manejo de cámara raro. Pero con el transcurrir del debate se soltó y ganó dos cosas. Por un lado, sentó posiciones sobre varios puntos rebatiendo la idea de que no se compromete con nada y también que sería un desastre en los debates. Y por el otro, cuando habló de que era el candidato idóneo para combatir la corrupción fue creíble. “El único que logró hablar con sentimiento y con alguna convicción más allá del acartonamiento fue Fajardo, y pudo aprovechar el espacio, cosa que no hicieron los demás”, opina Carlos Suárez. “Echó el discurso que lo diferencia”.

Sin embargo, Fajardo se comportó como si estuviera al frente del pelotón y no atrás y no arriesgó ninguna movida para arrebatarle nada a Petro ni a Duque. Tampoco lo aprovechó para eso Germán Vargas, que en los debates de la campaña anterior se destacó por su agudeza para confrontar.

Vargas habló mucho del pasado, lo que le sirve para marcar el contraste de su vasta experiencia pública frente a la corta de Duque, pero que lo relaciona inmediatamente con Santos. También mostró que tiene conocimiento de muchos temas (aunque en el de justicia paradójicamente mostró bastante superficialidad) pero en el debate no pareció lograr hacer click emocional con la audiencia.

Lo más significativo de la intervención de Vargas es que aprovechó el debate para decir que ahora sí estaba tranquilo con el Acuerdo de Paz, lo que pavimenta el camino para el acuerdo que está cocinando con el Partido de la U para tener su respaldo antes de primera vuelta. Esto le va a ayudar a conseguirlo, pero al mismo tiempo, refuerza la idea de que se mueve de manera oportunista.

Después de irse para el lado del No cuando quería competir por el voto uribista, ahora intenta regresar al centro después de que la consulta de derecha demostró que ese lado ya tiene dueño. Al final, está quedando perfilado como el verdadero sucesor de Santos y eso ayer en el debate comenzó a verse.

4 – Cada uno estableció su narrativa. Ahora falta ver si los colombianos la compran

Lo más significativo del debate fue el último minuto y medio cuando para cerrar el debate les dijeron que en un minuto y medio convocaran a los colombianos a votar por ellos. Ahí cada uno mostró cuál será el núcleo de su discurso.

Duque le apostó a convertir su juventud en un activo y no en un talón de Aquiles: “Yo quiero decirle a los colombianos que nos están escuchando que ha llegado el momento de un cambio de generación en el gobierno en Colombia”. Su oferta también es el uribismo 2.0: mano fuerte para la seguridad, mezclada con emprendimiento y apoyo irrestricto al sector privado. “Por eso los invito a que tengamos la posibilidad de pasar la página del clientelismo, del populismo, no queremos ser una segunda Venezuela, ni tampoco el continuismo. Es el momento de pensar un futuro para todos.”

Vargas, por su lado, se quiso posicionar como el ejecutor, apelando a su experiencia y a los logros conseguidos. También pintando el fin del gobierno en el que trabajó de una manera algo trágica: “El próximo cuatrienio enfrentará el Gobierno enormes problemas: cómo recuperar el crecimiento económico, cómo generar más empleo, cómo abordar los temas de la informalidad, cómo lidiar con el problema de Nicaragua, cómo enfrentar las disidencia de las Farc, al Ejército de Liberación Nacional, los espinosos temas en materia de seguridad ciudadana”, dijo. “Yo ofrezco a Colombia muchos años de experiencia, una gran capacidad ejecutiva. A lo largo de mi vida pública no tengo sino un solo sello: que lo que digo lo logro materializar.”

La oferta de Petro es democratizar todo: “Tenemos que pasar a un país que tenga equidad social, que pase a una era de paz, que pueda construir una economía productiva con iniciativa privada pero de millones de colombianos, con una democratización del saber, de los créditos, de las tierras, de las energías limpias, para poder construir así un gobierno transparente y poderle decir al país que pudimos cerrar dos siglos de violencia y construir una era de paz, la Colombia Humana”.

Por último, Fajardo reforzó el mensaje de que la forma de transformar a Colombia es transformando la forma como se hace política y que él representa ese cambio porque ya lo hizo en Medellín y Antioquia: “Yo fui alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia y empezamos transformando la política, la manera como se llega al poder para poder gobernar con transparencia. Para apostarle al talento de nuestra gente y eso se puede hacer en todo el territorio colombiano. Yo los quiero invitar a votar por mi. Como me dijo alguien en Pereira: yo no voy a votar por usted, voy a confiar en usted. Yo los invito a que confíen en mí para liderar la transformación de Colombia.»

5 – Humberto de la Calle fue el gran perdedor

El candidato liberal no pudo llegar al debate porque cancelaron su vuelo y el siguiente se retrasó. Fue una fuerza mayor y no pudo volar mas temprano porque se iba a reunir con César Gaviria que había estado de viaje toda la semana anterior y que hoy tenía la reunión de bancada con los liberales.

Pero la impresión que quedó fue de falta de planeación o de que no quería realmente ir. Y luego, de que al final, había dado igual que no fuera porque su campaña comienza a languidecer en la irrelevancia. Más después de que los liberales decidieron hoy que se irán con él hasta primera vuelta y no apoyarán su idea de una consulta interpartidista con Fajardo. Que lo quieran apoyar debería ser una muy buena noticia, pero según lo que ha reporteado La Silla con varios de los senadores no es un apoyo real sino más bien un ‘escampadero‘ para mejorar la posición negociadora con Vargas o Duque para la segunda vuelta.

Botón volver arriba