Cómo la resistencia ucraniana ha desbaratado los planes de Putin
Es demasiado pronto para calificar de fracaso la operación del Kremlin, pero aún no ha tenido éxito en su misión de apoderarse y subyugar a su vecino
Tres días después de la invasión hay indicios de que la guerra de Vladimir Putin en Ucrania no está saliendo del todo bien. En la región de Sumy, cerca de la frontera con Rusia, un residente local se encontró con un espectáculo extraordinario. En una carretera rural bordeada de abedules, un vehículo blindado ruso se había averiado.
Se acercó con su coche y se detuvo. Se produjo entonces una conversación surrealista.
«Parece que se han averiado», dijo a tres soldados rusos, de pie junto a la carretera. «Nos quedamos sin combustible«, respondió uno. «¿Puedo remolcarlos de vuelta a Rusia?«, bromeó. Se rieron y le pidieron noticias. «¿Saben a dónde van?«, preguntó. «No», respondieron.
Más adelante, otros vehículos rusos se habían averiado. El conductor dijo a los desventurados soldados que «todo está de nuestra parte» y que los rusos estaban ocupados rindiéndose. Nadie del ejército invasor de Putin parecía saber a dónde iban, o por qué estaban siquiera en Ucrania, concluyó.
Es demasiado pronto para calificar de fracaso la operación del Kremlin para tomar y someter a Ucrania. La guerra no ha hecho más que empezar. Putin aún puede prevalecer. El ejército ruso goza de una superioridad abrumadora sobre las fuerzas armadas de Ucrania. Dispone de numerosos aviones de combate, una amplia marina y 150.000 soldados desplegados.
Y sin embargo, el sábado estaba claro que la operación relámpago de Putin para destituir al gobierno prooccidental de Ucrania se había topado con dificultades inesperadas. Evidentemente, había problemas logísticos. El reabastecimiento de las tropas en un vasto país enemigo estaba siendo un reto.
También lo fue tomar Kiev, la desafiante capital de Ucrania, que en tiempos normales alberga a tres millones de personas. El plan original del Kremlin, según la inteligencia ucraniana, consistía en rodear la ciudad con fuerzas terrestres y, durante una operación nocturna, introducir a 5.000 paracaidistas de élite.
Asaltarían el palacio presidencial de Mariinsky, detendrían o matarían al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, y tomarían el control de los edificios gubernamentales clave, incluidos los ministerios de Asuntos Exteriores y Defensa. Una vez eliminada la resistencia y detenidas las figuras clave, Moscú instalaría una administración títere prorrusa.
Esto no ha sucedido. Por el contrario, Kiev ha permanecido bajo el control del gobierno este fin de semana después de que las fuerzas ucranianas repelieran una serie de ataques. Zelenskiy ha animado a sus ciudadanos con vídeos caseros. Mientras tanto, los paracaidistas rusos que intentaron tomar un aeródromo en la ciudad de Vasylkiv, como cabeza de puente para tomar Kyiv, fueron rechazados.
«Nuestra 40ª Brigada fue poderosa. Repelió el ataque», declaró Nataliia Balasynovych, alcaldesa de Vasylkiv, al periódico Kyiv Independent. «Ellos [las tropas rusas] aterrizaron con paracaídas en los campos, bosques y pueblos». Y añadió: «Los peores combates se produjeron en la calle de los Decembristas. Toda la calle estaba en llamas».
Las unidades de defensa aérea dijeron que habían derribado un avión de transporte Ilyushin-76 cerca de Bila Tserkva, a 80 km al sur de Kiev, uno de los varios aviones enemigos derribados. El mando militar ucraniano afirmó haber aniquilado toda una columna enemiga en los alrededores de la ciudad de Kharkiv, algo que un vídeo pareció confirmar.
Desde que comenzó la invasión el jueves, Rusia ha perdido 14 aviones, ocho helicópteros, 102 tanques, 15 ametralladoras pesadas y un misil BUK, dijo el ejército ucraniano. También ha perdido 3.500 soldados, de los cuales 200 han sido tomados como rehenes, añadió.
Estas cifras son difíciles de verificar. Pero ilustran la hostilidad casi universal que han recibido las fuerzas rusas invasoras. El Kremlin ha tenido más éxito en el sur del país, donde ha capturado grandes franjas de territorio, incluyendo buena parte de la provincia de Kherson y la ciudad de Melitopol.
Los vídeos han mostrado algunos actos extraordinarios de resistencia cívica. En Bakhmach, en la región de Chernihiv, un residente intentó detener un tanque con sus propias manos. Se arrodilló frente a él antes de que sus amigos lo arrastraran. En otro clip viral, compartido por medios de comunicación ucranianos, un hombre saltó delante de un convoy militar, y los vehículos se vieron obligados a desviarse.
También hay numerosas entrevistas con soldados rusos que se han rendido. El jueves, las fuerzas del Kremlin capturaron Sumy, a 60 km de la frontera rusa. Sin embargo, el sábado, los locales parecían haber recuperado parte de la ciudad, y haber capturado a un joven recluta ruso, que parecía aturdido y confundido.
La invasión ha provocado un vasto éxodo humano, con decenas de miles de personas buscando refugio en el oeste del país y más allá. También ha provocado una ola de sentimiento patriótico. Desde Lviv hasta Dnipro, en el centro, y Kharkiv, en el este, los voluntarios han estado recogiendo armas, fabricando cócteles molotov o retirando señales de tráfico para confundir a los invasores.
«He recibido llamadas de 10 personas preguntando cómo ayudar«, dijo Olga Bileychuk, residente de Lviv. «Algunas de las chicas querían hacer molotov pero les dijeron que sólo los chicos podían hacerlo. Es bastante sexista». Otros se unieron a unidades defensivas, dijo. Un amigo regaló su Land Cruiser a un soldado ucraniano que quería reincorporarse a su brigada en la lejana Mariupol, que ha estado resistiendo los ataques rusos.
Las clases creativas también han aportado su granito de arena. Muchos han tomado las armas, después de haber luchado originalmente en 2014 cuando Moscú se anexionó Crimea y dio el pistoletazo de salida a un levantamiento armado en la región de Donbás. Dos comediantes se dedicaron a preparar comida en un restaurante cerrado en Kiev el sábado, cuando se implantó el toque de queda. Otros compartieron memes anti-Putin.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Una explicación es el comportamiento cada vez más errático del propio Putin. Antes de la invasión, un alto funcionario de la inteligencia ucraniana dijo que el presidente de Rusia vivía en una extraña realidad paralela. Había sucumbido -como otros dictadores antes que él- a creerse su propia versión del mundo.
«Putin piensa que el gobierno de Ucrania es corrupto, occidental e irremediablemente rusófobo«, dijo el funcionario. «Piensa que el pueblo ucraniano, por el contrario, daría la bienvenida a Rusia y a la intervención. Nos considera rusos rurales». Las agencias de espionaje de Putin le habían dicho lo que quería oír, añadió.
El funcionario continuó: «Siempre hemos entendido a los rusos mejor que ellos a nosotros». Otros comentaristas señalaron que Putin, un historiador aficionado, había olvidado una de las grandes lecciones de la segunda guerra mundial: que los mejores soldados soviéticos eran ucranianos.
Es imposible saber si existe un creciente descontento dentro del consejo de seguridad nacional de Putin por la decisión de ir a la guerra. La semana pasada, en vísperas de la invasión, todos sus miembros firmaron el plan de Putin de reconocer a las repúblicas populares separatistas de Donetsk y Luhansk como independientes, un acto que pulsó el botón de la acción militar.
Los agregados de defensa occidentales han afirmado que Valery Gerasimov, el comandante de mayor rango de Putin y jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas, había advertido al presidente que invadir Ucrania podría no ser sencillo. Y así se ha demostrado. Sin embargo, por el momento, los líderes militares y políticos de Rusia apoyan firmemente la operación.
A medida que se acumulan las pérdidas, se acumulan las preguntas difíciles para el Kremlin. Ante la intransigencia y la resistencia ucranianas, ¿cómo pretende gobernar el país? Cualquier gobierno títere al estilo de Donetsk carecería de legitimidad. Incluso si Moscú consigue tomar Kiev, le esperan meses y años de problemas. Nadie espera que los ucranianos capitulen. Lo más probable es que se dé una guerra de guerrillas.
El conductor que se cruzó con el vehículo militar averiado fue quien mejor resumió la situación de Putin. «He preguntado a toda la columna», dijo sobre los soldados rusos. «Nadie sabe dónde están y a dónde van».
Traducción: Marcos Villasmil
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NOTA ORIGINAL:
THE GUARDIAN
How Ukrainian defiance has derailed Putin’s plans
It’s too early to describe the Kremlin operation as a failure, but it has not succeeded yet in its mission to seize and subjugate its neighbour
Luke Harding in Lviv
Guardian – Sat 26 Feb 2022
Three days after the invasion there are signs that Vladimir Putin’s war in Ukraine is not quite going to plan. In the Sumy region, close to the border with Russia, a local resident came across an extraordinary sight. On a country road lined with birch trees, a Russian armoured vehicle had broken down.
He pulled up in his car and stopped. There was then a surreal conversation.
“Looks like you guys broke down,” he said to three Russian soldiers, standing by the road. “We ran out of fuel,” one replied. “Can I tow you back to Russia,” he joked. They laughed and asked him for news. “Do you know where you are going?” he inquired. “No,” they answered.
Further along the road other Russian vehicles had conked out. The driver told the hapless soldiers that “everything is on our side” and that Russians were busy surrendering. No one from Putin’s invading army seemed to know where they were going, or why they were even in Ukraine, he concluded.
It is too early to describe the Kremlin’s operation to seize and subjugate Ukraine as a failure. The war has only just started. Putin may yet prevail. The Russian military enjoys overwhelming superiority over Ukraine’s armed forces. It has numerous combat aircraft, a vast navy and 150,000 deployed troops.
And yet by Saturday, it was clear Putin’s blitzkrieg operation to remove Ukraine’s pro-western government had run into unexpected difficulties. Evidently, there were logistical issues. Re-supplying troops in a vast enemy country was proving a challenge.
So was seizing Kyiv, Ukraine’s defiant capital, home in normal times to three million people. The Kremlin’s original plan, according to Ukrainian intelligence, was to encircle the city with land forces and, during a night operation, to fly in 5,000 elite paratroopers.
They would storm the Mariinsky presidential palace, detain or kill Ukraine’s president, Volodymyr Zelenskiy, and take control over key government buildings, including the foreign and defence ministries. Having mopped up resistance, and arrested key figures, Moscow would install a pro-Russian puppet administration.
This has not happened. Instead, Kyiv remained under government control this weekend after Ukrainian forces repulsed a series of attacks. Zelenskiy has encouraged his citizens with homemade videos. Meanwhile, Russian parachutists who tried to seize an airfield in the city of Vasylkiv, as a bridgehead to grab Kyiv, were beaten back.
“Our 40th Brigade was powerful. It repulsed the attack,” Nataliia Balasynovych, Vasylkiv’s mayor, told the Kyiv Independent newspaper. “They [Russian troops] landed with parachutes in the fields, forests and villages.” She added: “The worst fighting was on Decembrists’ street. The whole street was on fire.”
Air defence units said they had shot down an Ilyushin-76 transport plane near Bila Tserkva, 80km south of Kyiv – one of several downed enemy aircraft. Ukraine’s military command said it had wiped out an entire enemy column around the city of Kharkiv, something video appeared to confirm.
Since the invasion began on Thursday, Russia has lost 14 aircraft, eight helicopters, 102 tanks, 15 heavy machine guns and one BUK missile, the Ukrainian military said. It had also lost 3,500 soldiers, with 200 taken hostage, it added.
These figures are hard to verify. But they illustrate the almost universal hostility which has greeted invading Russian forces. The Kremlin has had most success in the south of the country, where it has captured large swathes of territory, including much of Kherson province and the city of Melitopol.
Videos have shown some extraordinary acts of civic resistance. In Bakhmach, in the Chernihiv region, a resident tried to stop a tank with his bare hands. He knelt in front of it before his friends dragged him away. In another viral clip, shared by Ukrainian media outlets, a man jumped in front of a military convoy, with vehicles forced to swerve.
There are also numerous interviews with Russian soldiers who have surrendered. On Thursday, Kremlin forces captured Sumy, 60km from the Russian border. By Saturday, however, locals appeared to have taken some of the city back, and to have captured a young Russian conscript, who appeared dazed and confused.
The invasion has caused a vast human exodus, with tens of thousands seeking refuge in the west of the country and beyond. It has also prompted a wave of patriotic feeling. From Lviv to Dnipro in the centre and Kharkiv in the east, volunteers have been picking up weapons, making molotov cocktails or removing road signs to confuse the invaders.
“I’ve had calls from 10 people asking how to help,” Lviv resident Olga Bileychuk said. “Some of the girls wanted to make molotovs but were told only boys could do it. It’s quite sexist.” Others were joining defensive units, she said. One friend gave his Land Cruiser to a Ukrainian soldier seeking to rejoin his brigade in distant Mariupol, which has been holding out against Russian attack.
The creative classes have also been doing their bit. Many have taken up arms, having originally fought in 2014 when Moscow annexed Crimea and kickstarted an armed uprising in the Donbas region. Two standup comedians were busy preparing food in a closed restaurant in Kyiv on Saturday, as a curfew was introduced. Others shared anti-Putin memes.
So how did we get here? One explanation is the increasingly erratic behaviour of Putin himself. Speaking before the invasion, a senior Ukrainian intelligence official said Russia’s president lived in a strange parallel reality. He had succumbed – like dictators before him – to believing his own version of the world.
“Putin thinks that Ukraine’s government is corrupt, western and irredeemably Russophobic,” the official said. “He understood the Ukrainian people, by contrast, would welcome Russia and intervention. He considers us to be rural Russians.” Putin’s spy agencies had told him what he wanted to hear, he added.
The official continued: “We have always understood Russians better than they understand us.” Other commentators noted that Putin, an amateur historian, had forgotten one of the great lessons of the second world war – that the best Soviet soldiers were Ukrainian.
It is impossible to know if there is growing unhappiness within Putin’s national security council over the decision to go to war. On the eve of the invasion last week all of its members signed off on Putin’s plan to recognise the separatist Donetsk and Luhansk People’s Republics as independent, an act that pushed the button on military action.
Western defence attaches have claimed that Valery Gerasimov, Putin’s most senior commander and the chief of the general staff of Russia’s armed forces, had warned the president that invading Ukraine might not be straightforward. And so it has proved. For now, though, Russia’s military and political leadership are firmly behind the operation.
As losses mount, difficult questions pile up for the Kremlin. In the face of Ukrainian intransigence and resistance, how does it intend to govern the country? Any Donetsk-style puppet government would lack legitimacy. Even if Moscow succeeds in seizing Kyiv, months and years of problems lie ahead. Nobody expects Ukrainians to capitulate. More likely is partisan war.
The driver who came across the broken-down military carrier best summarised Putin’s predicament. “I asked the whole column,” he said of the Russian soldiers. “No one knows where they are and where they are going.”