Cristina Casabón: Lo de Franco

 El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el dictador Francisco Franco. | Ilustración: Alejandra Svri

Como lo de Franco funcione, ya digo, con embajadas y hasta el Instituto Cervantes al servicio de la causa, todos los escritores del país se pondrán a hacer su Franco, y no sólo los escritores, sino también los científicos, los archivadores de documentos, los museos, las embajadas y las historiadoras izquierdistas, como Carmina Gustrán. Ahora quieren que Franco llene nuestras vidas, Franco ha vuelto como moda, como polémica, como cultura, como estética, como melancolía, como hombre-póster, como mito, como coñazo.

Toda esta festividad equivale al mayo del 68 y a la llegada del hombre a la Luna, que no vamos a ser menos. Los socialistas se han puesto a capitalizar todo el legado comunista, porque en España, como dice Losantos, antifranquistas eran cuatro y no había ninguno del PSOE. La cosa principió en una calle de Madrid con salida inmediata a la Castellana, de donde ZP hizo desaparecer la estatua de Franco y lo hizo con sangre épica, luego continuó Sánchez con la exhumación del valle, el numerito del helicóptero, la escena de salvapatrias.

Pero hay un pequeño fallo de guion: para poder hacer antifranquismo, el presidente necesita que Goya y Serrano vuelvan a ser «zona nacional». En La década del cambio en España (1979-89), una crónica de los ochenta desde Madrid, Francisco José Peña cuenta que mi barrio, Chamberí, era zona de Fuerza Nueva, junto con el barrio de Salamanca y Chamartín. Hoy el PSOE necesita a los exaltados nostálgicos de la España nacional de vuelta y se ha propuesto que vayan prendiendo pequeñas guerrillas políticas y municipales para alborotar, en fin, la España en paz que al fin nos había traído la Santa Transición.

Con lo cual, Franco va a resucitar gracias a la Inteligencia Artificial para recordarnos que todo está «atado y bien atado» para su resurrección en la figura del caudillo Sánchez. El Museo Reina Sofía, el Instituto Cervantes y otros se preparan para darle al mitin franquista, que infarta de entusiasmo a nuestra izquierda. Mientras, a la derecha entrar ahora en esa cuestión nos resulta cómico o impudoroso por lo lejano que queda el difunto y por la puerilidad de la venganza.

«Hoy el PSOE necesita a los exaltados nostálgicos de la España nacional de vuelta y se ha propuesto que vayan prendiendo pequeñas guerrillas políticas y municipales para alborotar, en fin, la España en paz que al fin nos había traído la Santa Transición»

Celebramos así, de forma cómica y precipitada, el aniversario de una democracia, y ya dijo Larra que todo aniversario no es sino un error de fechas. Umbral escribió que cuando se quiere resucitar a alguien tan muerto como Franco se le hace centenario, y en eso andamos, más de 100 actividades, entre embajadas, museos, homenajes de intelectuales y artistas o ciclos de películas para ver toda la filmografía de aquella España posfranquista.

La iniciativa es pueril y cada día aumenta su puerilidad o, en este caso la de los ministros, que tienen tantos casos de corrupción como para dedicar su tiempo al historicismo. Y para mostrar su sensibilidad democrática han escogido la fecha de la víspera en que Maduro juraba su cargo, con un presidente secuestrando a la líder de la oposición, como si la destrucción de las libertades democráticas que se están produciendo en Venezuela fuera una broma. Muy valientes con los dictadores muertos y bien callados con los dictadores vivos.