Cuba: El calvario de los científicos para descargar archivos en internet
El escaso acceso a internet en la Isla representa un fuerte obstáculo para los científicos e investigadores cubanos.
Con un ancho de banda de 256 kilobytes, que comparte con decenas de científicos, Daniel Ramírez no logra acceder vía internet a fuentes de calidad y hacer conocer su trabajo en el extranjero. Este licenciado en matemática por la Universidad de La Habana, que trabaja en un instituto de investigación en la capital, vive en estado de frustración permanente ante la lentitud de las conexiones.
Ramírez, de 27 años, sostiene que esta escasa velocidad perjudica su trabajo. Lamenta, por ejemplo, que desde hace más de una semana no puede acceder al sitio Stack Exchange, una página en la que puede plantear una duda sobre un problema matemático y esperar a que otra persona de la comunidad científica de cualquier parte del mundo responda, y viceversa. Algunas respuestas, sin embargo, involucran gráficos, imágenes y otros tipos de elementos que pueden ser muy pesados para descargar. «He tardado más de una semana para acceder a archivos que pesaban en total 2 GB. Por suerte, Dropbox es uno de esos gestores que te permite avanzar por partes. No obstante, no puedo acceder a la información de libros y artículos de pago.»
Trabajar con matrices matemáticas requiere aplicaciones específicas de probada fiabilidad que no se pueden pagar desde la Isla, así que los investigadores cubanos trabajan a menudo con aplicaciones pirateadas. Cuando Ramírez decide publicar los resultados de una investigación en una revista científica internacional, en el artículo debe hacer referencia a la aplicación con la que trabajó, incluso es posible que tenga que anexar la clave: «Por ser cubano te preguntan si pagaste el software«, explica. «Si no puedes demostrarlo, te pueden invalidar o demandar por el uso de una aplicación pirateada».
“Por ser cubano te preguntan si pagaste el ‘software’”, explica. “Si no puedes demostrarlo, te pueden invalidar o demandar por el uso de una aplicación pirateada”
Para evitar este problema a la hora de dar a conocer su trabajo, el joven matemático busca asociarse con investigadores extranjeros. «Cuando reportas que utilizaste esa aplicación, dices que la compró el colega», agrega.
El doctorado en bioquímica de Ariel Sánchez también se ha visto resentido por las deficiencias de conectividad en la Isla. Sánchez, de 35 años y licenciado en bioinformática, trabaja con microarreglos de ADN, una tecnología que permite medir los niveles de expresión de los más de 20.000 genes contenidos en el genoma humano, lo que supone un gran volumen de datos.
El tutor suizo de este joven investigador le deja en Dropbox archivos que contienen los perfiles de expresión genética, y que pueden pesar más de 2 GB, para que los descargue y analice. Pero la conexión de Sánchez a la red es a través de un módem anclado a la línea telefónica, un acceso que solo alcanza una velocidad de 56 kilobytes por segundo y que apenas permite abrir una página de Facebook.
En una ocasión, cuando el tutor le pidió resultados una semana después de compartir con él los archivos, Sánchez aún no había terminado la descarga y, mucho menos, analizado los datos. «No pude cumplir en el tiempo. Él necesita gente que trabaje rápido y prefiere alumnos de doctorado que tengan más facilidad de interacción en el espacio virtual», lamenta.
No es la única dificultad con que se ha topado Ariel Sánchez en su carrera. Hasta el 1 de enero de 2013, los científicos cubanos contaban con la ayuda de HINARI, una organización adjunta a la Organización Mundial de la Salud que paga, en países en vías de desarrollo, el acceso no gratuito a libros y revistas destinados a perfiles de investigación muy amplios.
Hace dos años, cuando Sánchez trató de acceder a la web de HINARI recibió un mensaje para informarle del fin del servicio en la Isla: «Felicidades. Cuba ya no cumple con los requisitos para recibir nuestra ayuda». «Dejaron de dar servicio porque supuestamente Cuba mejoró; ya no está tan mal como antes«, se carcajea el investigador.
Con la pérdida de este apoyo para acceder a la información, se hace aún más urgente para los investigadores acelerar la llegada de una buena conexión a Cuba como primer paso de un largo camino hacia el desarrollo.