DictaduraEconomíaRelaciones internacionales

Cuba frente a la coyuntura económica mundial

'Lo peor está por venir', acaba de advertir el Fondo Monetario Internacional refiriéndose a 2023.

Bolsa de Nueva York.                                                 Bolsa de Nueva York. REUTERS

 

El círculo vicioso formado por políticos prometiendo hacer más y votantes demandando que lo hagan, está llegando a un abrupto final, o al menos, a una dolorosa pausa. Para sostener tanta obra pública, tanto gasto social, tantos «derechos» pagados por otros, Europa y EEUU han impulsado, durante décadas, una política monetaria y fiscal expansiva que pareció no tener consecuencias, hasta que con fuerza devastadora reapareció la inflación.

Ahora, los más importantes bancos centrales occidentales, capitaneados por la Reserva Federal (FED), se han lanzado a subir tasas de interés para controlar el aumento generalizado de precios que primero aseguraron era circunstancial, y luego que era causado por la invasión a Ucrania, pero que se ha revelado como consecuencia del modo manirroto de concebir la política.

Tras un periodo en negación, aferrados a indicadores parciales —producción industrial, nivel de empleo, márgenes empresariales— que han ido declinando progresivamente, los gobiernos e instituciones supranacionales ya reconocen que, efectivamente, estamos abocados a una profunda recesión global, catapultada por la indispensable subida de tipos de interés que se requiere para purgar esos desmanes financieros que gobiernos demagógicos, y ciudadanos inconscientes, han incentivado.

Los tipos de interés fungen como coste de oportunidad, si son altos, incentivan a mantener el dinero quieto en el banco ganando intereses, o en renta fija (bonos), antes que especulando en inversiones siempre riesgosas. Eso constriñe la financiación a las escasas inversiones cuya rentabilidad estimada supera el ahora aumentado retorno de depósitos y bonos.

Además, como muchos activos se deprecian cuando los tipos suben, se dificulta presentar colaterales (garantías) ante los acreedores para conseguir préstamos. Esto no solo afecta a los emprendimientos que estaban por iniciarse, sino que, como los prestamistas hacen marging call exigiendo aumentos del colateral depositado, inversiones muy apalancadas (endeudadas) que estén a medio terminar, tendrán que ser liquidadas antes de tiempo, destruyéndose así riqueza, tiempo y mucho empleo.

En resumen, la subida de tipos de interés que están llevando adelante los bancos centrales, quebrará millones de empresas zombificadas por las anteriores políticas monetarias laxas, cuya escasa rentabilidad, ahora, no cubrirá el aumento del servicio de sus deudas.

¿Para cuándo esta recesión? Hay consenso en que las políticas monetarias tardan en hacer efecto entre seis y 18 meses, con lo que las subidas de interés comenzadas en marzo y reforzadas el pasado verano, entrarán en su pico de influencia durante el primer trimestre del año próximo, y probablemente, sea entonces cuando se materialice la aguda recesión que muchos ya anuncian. «Lo peor está por venir», acaba de advertir el Fondo Monetario Internacional refiriéndose a 2023.

Extremadamente debil llegará la economía cubana a ese escenario, pues debido a la inoperancia del sistema castrista y a su conveniencia de mantener el diferendo con EEUU, el país no pudo, como sí hicieron muchas otras naciones de Centroamérica y Suramérica, aprovechar la burbuja post Covid-19 de las materias primas para exportar a destajo, y acopiar así reservas de divisas con las que sortear lo que se avecina.

Las producciones cubanas de café, tabaco o níquel, no alcanzan aun los niveles de 2019, ni lo harán mientras perdure la inestabilidad en la generación eléctrica. Y, aunque era obvio hace meses, el Gobierno acaba de reconocer que sus muy pobres estimaciones de arribos de turistas no se alcanzarán, y que ni siquiera la mínima zafra azucarera planificada rendirá lo esperado.

La improductividad de la Isla impide aumentar las exportaciones hacia la inflacionaria Europa, para así aprovechar la debilidad del euro para saldar parte de la deuda designada en esa moneda. Mucho menos podrá hacerse frente a la porción de la deuda denominada en un dólar muy fortalecido. Como sombra siniestra, en Londres avanza un pleito legal que podría complicar seriamente las finanzas y los negocios internacionales del régimen de La Habana.

Quizás, el último clavo a este ataúd a medida que se le está fabricando a la gerontocracia que gobierna Cuba, lo ponga el reciente anuncio de la OPEP de recortar en dos millones la producción petrolera para recuperar los precios del petróleo. Aunque eso podría beneficiar al socio venezolano, no está claro si este, una vez pueda exportar a Europa y EEUU, desaprovechará parte de su menguadísima producción de hidrocarburos enviándosela, casi gratis, al Gobierno castrista, cada vez más desacreditado, incluso dentro de la izquierda continental.

Por más que se otee el horizonte próximo, desde lo económico solo se vislumbran nubarrones negros anunciando tempestad, para el castrismo no parece haber tierra a la vista. O cambia el rumbo o se hunde.

 

 

Botón volver arriba