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Cuba ¿hasta cuándo?

pobreza-cuba-15En una sala de La Habana, sentado frente a un anticuado televisor que me devolvió al aparato en el que vi la llegada del hombre a la luna, el dueño de la casa soltó una expresión que sacudió el calor abrasador del mediodía: la mala vida no nos ha quitado la alegría.

Los cubanos comparten no solo su modus vivendi, sino la filosofía de su realidad cotidiana mientras conversan con sus amigos, y resuelven o inventan a lo largo del día.

Para los locales esas expresiones son pan de cada día, pero para los curiosos viajeros que estábamos de paso, el lenguaje popular enriquece la fugaz mirada de siete días en Cuba. Entre otras cosas cumplía una sentencia de Zoé Valdés: “Un periodista debe visitar a Cuba antes de que aquello se caiga”, me dijo en Mazarrón, España, en la final de un concurso de cuento en el que fuimos invitados.

En la isla cada quien expresa lo que siente y ha experimentado. Cada pensamiento contiene el drama que se vive a 90 millas de Miami.

“Después del periodo especial llegaron los viajes de la comunidad y vimos que había una vida mejor”.

A mi lado, en el avión de Miami a La Habana, viajó Carlos T., quien llegó en balsa a las costas de la Florida. “Varios compañeros de aventura se perdieron en el mar”. Ahora él regresa con sus zapatos blancos y la chaqueta roja, una cadena gruesa de oro en el cuello, un reloj grande de pulso, una camiseta con la bandera americana y una manilla de oro en la muñeca del brazo izquierdo. “Voy a visitar a la familia a San Miguel del Padrón”. Lo veo bajar del avión, ingresar a la sala y ponerse en contacto con una empleada del aeropuerto. Conversan como si fueran viejos amigos. Cuaderno en mano anota los paquetes que él le indica que lleva y será la encargada de asistirlo en localizar sus bultos de mercancía que lleva de las tiendas de Miami a su familia. Un día después el poeta colombiano John Jairo Palomino, quien viajaba con el novelista Armando Caicedo y conmigo, a la Feria del Libro de La Habana, descubrió que le sacaron dos teléfonos móviles de su equipaje. “Estoy seguro que me metieron la mano en el aeropuerto”, asegura.

“¿Qué haces en Miami?

“Vendo cocos en la Calle Ocho”, respondió Carlos T. “Los consigo en una finca y los vendo a dólar”.

Cubano con un familiar en Miami tiene asegurada su supervivencia. 50 dólares al mes alcanzan para comer y vivir. Según cálculos desde Miami giran más de mil millones de dólares a familiares en la isla. Y se nota en el vestir, los zapatos, el reloj; quienes reciben remesas hacen la diferencia.

Ya dije que en Cuba me fue imposible leer periódicos y actualizarme de lo que ocurría en el mundo a través del Internet. Sin embargo me retaron para que ingresara a www.revolico.com y me enterara de una página “donde puedes vender o comprar propiedades, casa capitalista, en la ciudad o en la playa, y te ofrecen tramitar visas para México cien por ciento legal y sin engaños”.

“¿Y no está prohibido hacer este tipo de negocios?”

“Pues van a tener que meternos a todos en la cárcel, esto lo hacen todos”, dijo.

Después de admirar uno de los paisajes más hermosos de la naturaleza de Cuba, el Valle de Viñales, escuché entre risas las siguientes frases cargadas de ironía política: no se podía tener en Cuba ropa de marca, eso era diversionismo ideológico. El pelo largo, nada de eso. La décima de los setentas, ochentas: llegarán inviernos, veranos, otoños y primaveras y podrá el pueblo cubano vestir con coba (ropa) de afuera. Se acabarán los gusanos, habrá jama en abundancia, se podrá viajar a Francia, y tener un maquinón hasta hacerse ma…cón, sin perder la militancia. Lo único que se ha cumplido es que se puede ser ma…cón , y ser militante del partido. Eso es de Raúl Wichi Noguera.

“¿En Cuba tienen estudio y medicina gratis?”

El taxista respondió acalorado: “No, usted está equivocado como turista, sabe por qué, porque yo voy a ver al médico para sacarme sangre y yo le doy cinco dólar (sic) cinco CUC. El salario mínimo normal son 500. Y cuando yo voy a ver un médico yo le llevo cinco dólar (sic) o le llevo una merienda con refresco para que me atienda bien, si no, me atiende mal. Y es lógico amigo, porque ese médico está ganado 500 pesos que son 20 CUC”.

Semanas después de regresar de la isla, el debate político sigue y seguirá en Miami.

Un grupo del exilio se opone al presidente Obama, de dar a cambio de nada, y me vino a la cabeza el raciocinio de un peluquero en el Vedado. “Los de Miami tienen comida y los Castro, también. Ellos aquí son dueños con sus testaferros del Bacardí, el turismo, de todo”. “Nosotros los de a pie seguimos hambrientos, esperando. ¿Hasta cuándo?”

enriquecordobar@gmail.com

Enrique Córdoba: Periodista de Radio Caracol y autor del libro de viajes El Marco Polo de Lorica.

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