Cuestionario Chesterton
Hemos acudido a un nutrido grupo de amigos chestertonianos para preguntarles cómo llegaron a la obra del genial inglés
El escritor Gilberth Keith Chesterton
Para celebrar el 150 aniversario del nacimiento de G.K. Chesterton hemos acudido a un nutrido grupo de amigos chestertonianos para preguntarles cómo llegaron a la obra del genial inglés, cuál de sus ideas les han marcado, y que elijan (ay) su título preferido.
Aquí van las respuestas, a modo de velas de tarta de cumpleaños.
Luis Ventoso, director adjunto de El Debate
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–Por pura casualidad. Ojeando libros en una librería de La Coruña de chaval me hizo gracia el título de El hombre que fue jueves. Me encantó, y hasta hoy…
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–Lo que más me gusta es la jovialidad y alegría con que vive su catolicismo, que para mi supuso una nueva mirada a nuestra fe, pues en mi infancia tal vez me la habían enseñado más desde un punto de vista coercitivo. Con Chesterton y otros aprendí que el catolicismo es libertad y alegría. También me agrada mucho su gusto por la paradoja, su sentido del humor y su espíritu independiente.
–Libro preferido de Chesterton.
–Quizá por ser el primero, El hombre que fue jueves. Pero he disfrutado mucho de algunos de sus artículos, no tantos de otros, donde las frases largas y un cierto fárrago en su exposición lo hacen dificultosos de seguir, o un poco plúmbeos. Pero cuando está en vena y valentón y se lanza como polemista intrépido es imbatible, un gran caballero andante del sentido común, que es la gran arma de la gente corriente. Chesterton encarna también un cierto aroma de la perdida Merry England y lo que podríamos llamar la decencia del pueblo inglés.
Salvador Antuñano, catedrático de filosofía antigua y medieval
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–El primerísimo contacto fue por un profesor de bachillerato, que me presentó la defensa de la fe que Chesterton hace en Ortodoxia.
El descubrimiento a fondo vino por mi director de tesis, Eudaldo Forment, que me sugirió estudiar el modo en que Chesterton trataba a la Modernidad.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–«Things are not what they seem, but what they mean».
–Libro preferido de Chesterton.
–El Hombre eterno, sin duda.
Y luego: Ortodoxia, Autobiografía, Santo Tomás, los cuentos del P. Brown, sus poemas,…
Esperanza Ruiz, escritora y columnista
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–De una manera muy curiosa, la verdad. En esa época juvenil en la que uno siente cierta fascinación por la política se lanzó una nueva revista llamada así, Chesterton. Su director era José Antonio Fúster y el título también fue idea suya, a modo de declaración de intenciones. Dotaba de esta manera a la publicación que dirigía de las características del escritor británico. A saber: sentido del humor, conservadurismo, inteligencia, ópticas y argumentos variados a la hora de abordar los temas…
Era invierno de 2007, comencé a comprar religiosamente la revista entonces y, naturalmente, a investigar quién era el tal Chesterton.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–Desde mi punto de vista, la principal aportación de Chesterton es la defensa –frente a expertos, élites o cualquier tipo de imposición de ideas que casi cien años después se han probado erróneas – del hombre corriente, de su sentido común, sus intereses y su dignidad. Del anhelo universal de un hogar, una familia y una mesa a la que sentarse y sobre la que poder poner un plato de comida, en contraposición a lo que ahora Henderson ha dado en llamar Luxury Beliefs.
–Libro preferido de Chesterton.
–Diría que Ortodoxia y Lo que está mal en el mundo.
Maribel Abradelo de Usea, profesora universitaria y fundadora del Club Chesterton CEU
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–En mi caso, fue Chesterton quien llegó a mi despacho de la Facultad. Fue Pablo Gutiérrez, del Vicerrectorado de Estudiantes en aquel momento, quien me propuso que organizásemos un grupo para analizar y difundir la obra de Chesterton y empecé a leer con mucho más detenimiento e interés a este autor que antes no conocía con tanto detalle. Me había resultado simpático y tenía chispa, pero no había reparado en toda la profundidad que luego me ganó. De esto ya hace diecisiete años.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–La más importante es la de la gratitud. Comprender todos los regalos que se nos ofrecen cada día invita a tener una actitud de optimismo y confianza que Chesterton, sin duda, me ha confirmado.
–Libro preferido de Chesterton.
–Esta pregunta es más complicada. Depende de para qué. Los artículos periodísticos son Chesterton en píldoras concentradas y resultan tan amenos y divertidos que se pueden disfrutar a ratos sueltos: Lo que está mal en el mundo es una recopilación que resulta sorprendentemente actual. El candor del padre Brown, breves historias de un detective originalísimo también enganchan fácilmente. Pero creo que me quedo con su Autobiografía porque aporta mucha información sobre quién era este periodista, filósofo, narrador… Su trayectoria vital se convierte en una excusa para hablar de otras mil cuestiones.
Enrique García-Máiquez, poeta, escritor y columnista
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–Mi primer recuerdo como lector autónomo es en la terraza de mis abuelos, en Villajoyosa, anocheciendo, con El Napoleón de Notting Hill en las manos. No conocía al autor, pero la novela me produjo una extraña fascinación. Bastantes años después, de universitario, leí Ortodoxia. Como el que se enamora de joven de aquella chica que conoció de niña y que había olvidado casi completamente y, de pronto, reconoce.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–«A universo regalado no le mires el diente»: su apuesta por el optimismo de mínimos, su predisposición a dar gracias, su voluntad de mirar al mundo –que es tuerto– de perfil. El patriotismo cósmico de GKC, que no es cosmopolitismo, me permite, de paso, sin dejar de ser un español a machamartillo, ser compatriota íntimo de tan quintaesenciado inglés.
–Libro preferido de Chesterton.
–Siempre sostuve que según para qué. Para celebrar el mundo, su poesía; para entenderlo, Ortodoxia; para admirar su talento, Father Brown; para leerlo con tu novia, Manalive, etc. Pero últimamente he descubierto que su libro que prefiero es su vida, que abarca todo y más. Su biografía (la de Pearce, por ejemplo) es la puerta más ancha a su universo.
Ana Rodríguez de Agüero y Delgado
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–Aunque había leído los relatos del Padre Brown durante mi adolescencia, y había también varias novelas suyas en casa (mi padre era gran lector suyo) considero que mi encuentro personal con el autor tuvo lugar en el primer libro suyo que compré, en la Feria del Libro de Madrid de mi primer año universitario (y cuya lectura me acompañó durante toda la carrera), una antología de textos preparada por Álvaro Silva para Rialp que se llama El amor o la fuerza del sino. Para mí fue, literalmente, un enamoramiento.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–Si Borges decía que no había una página de Chesterton que no encerrara una felicidad, yo parafrasearía este pensamiento diciendo que no hay una idea de Chesterton que no haya influido en mi manera de ver la vida. Pero quizá la idea fuerza, la principal, es la de la gratitud, el agradecimiento por la existencia: «ese milagro imponente que es el mero hecho de la existencia» y la convicción de que, detrás del regalo, hay alguien que regala, al que podemos dar las gracias por nuestra existencia. La imagen de Dios diciéndole al sol cada mañana «¡Hazlo otra vez!», como un niño, me acompaña a mí también, cada mañana.
–Libro preferido de Chesterton.
–Cada obra suya ha sido -y sigue siendo- un deslumbramiento. Como obras preferidas -me resulta imposible citar solo una- diría Ortodoxia, Lepanto y otros poemas, y su Autobiografía. ¡Ah! Y la biografía de San Francisco de Asís. Entre esas cuatro no puedo elegir una.
Luis Daniel González, escritor y compilador de la obra de Chesterton
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–Porque ningún autor como él explica la literatura y, en concreto, la literatura infantil y juvenil.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–Muchas. Me interesa mucho, he hecho notar muchas veces, y creo que no lo ha hecho nadie, que yo sepa, la dependencia directa que tienen los núcleos de novelas como El señor de las moscas y El guardián entre el centeno, de un texto de Ortodoxia: «Imaginémonos que un corro de niños juega sobre la florida cumbre de una isla eminente: mientras haya un muro que cerque la cumbre, pueden entregarse a sus locos juegos y poblar el sitio de rumores. Supongamos ahora que el muro se derrumba, dejando a la vista los precipicios: los niños no caen necesariamente; pero cuando, poco después, venimos a buscarlos, los hallamos amontonados en el vértice de la isla cónica, mudos de horror; ya no se les oye cantar». Y luego concluye: «la doctrina y la disciplina católica son muros, si se quiere; pero son los muros de un teatro de regocijos. Sólo dentro del contorno cristiano pueden conservarse las alegrías del paganismo».
–Libro preferido de Chesterton.
–Según. Ortodoxia, El hombre eterno, los casos policiacos de El padre Brown o de Las paradojas de Mr. Pond. Muchos artículos y ensayos: su introducción al Libro de Job, entre otros.
Pablo Gutiérrez Carreras, fundador del Club Chesterton CEU y traductor de Chesterton
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–No recuerdo en absoluto cuando oí hablar por primera vez de Chesterton. Puede que fuera algún familiar comentando la anécdota de las memorias de Alec Guinness. Contaba -hablo de lo que oí porque no las he leído- que cuando rodaba el Padre Brown, durante un descanso, él estaba vestido con la sotana y que un niño pequeño le vio y creyéndole sacerdote de verdad, le dio la mano, plenamente confiado. A Alec Guiness le marcó este detalle. El caso es que muchas más veces iba oyendo de Chesterton y la primera compra de libros fue al día siguiente de que un amigo me comentara que estaba leyendo La taberna errante. Compré dos libros: Breve historia de Inglaterra y La taberna errante. Leí, primero, la historia. Me sorprendió enormemente, no era un libro de historia al uso y de ahí me lancé a La taberna errante que, en cambio, se me atragantó bastante. Pero era una decisión firme, quería acabarlo, no podía dejarlo a la mitad, aunque me dieron ganas.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–Es muy importante esta pregunta, porque mirando hacia detrás, sí que hubo un gran cambio. En la época en que empecé a leer todo Chesterton que podía, era la época de Zapatero, como la de Pedro Sánchez, un iluminado aquel, un soberbio este, que destrozan todo asomo de convivencia desde el rencor y el odio que anida en sus almas. En Chesterton descubrí que es más la alegría que nos depara la vida, que hay mucho que celebrar, que la familia y la amistad son las cosas más grandes que hay, que Dios sostiene cada brizna de hierba de la Creación. Y por eso, hay que luchar y estar presentes en el debate cultural y político, pero sosteniendo a la vez que una defensa de lo que otros quieren destruir, la propuesta cuyo futuro es aún más necesario: la familia, la libertad de educación, la libertad religiosa, la defensa de la vida del no nacido, etc. Si oír la radio por aquel entonces me ponía de un mal humor espantoso, leer a Chesterton me llenaba de alegría; por eso sí puedo decir que cambió mi vida, o al menos, mis estados de ánimo habituales, lo que no sería poco.
–Libro preferido de Chesterton.
–Ortodoxia. Por lo menos es el que más veces he leído.
Gregorio Luri, filósofo y escritor
–¿Cómo llegaste a la obra de Chesterton?
–En mi formación académica Chesterton estuvo completamente ausente. Supe de su existencia, allá por los años 80 del siglo pasado, gracias a Borges, que lo cita con frecuencia. Pero no me animé a tomármelo en serio hasta que me lo volví a encontrar donde menos lo esperaba, en un texto de Fernando de los Ríos, titulado Sentido y significación de España.
Viajando de Madrid a Toledo con Chesterton, Fernando de los Ríos divisó un grupo de campesinos merendando. Y añade: «como sé cómo comen los labriegos, paro el coche e invito a Chesterton a que venga conmigo a verlos comer y que no hablemos. Llegamos; me reconocen algunos de los campesinos y, con frase señera, me dicen: Don Fernando y la ‘compaña’, ¿quieren compartir nuestra merienda? Agradezco; nos sentamos. Ellos están en el surco, en la besana, reposando. Y Chesterton advierte enseguida en qué consistía el espectáculo único: era en la maravilla de las maneras, de los gestos, de la pulcritud con que aquellos labriegos comían. Aquel pedazo de queso y de tocino, con un trozo de pan y un tomate, eran comidos con señorío, con distinción, con elegancia; con tal pulcritud, que cuando terminó la merienda y nos fuimos, Chesterton rompió el silencio para decirme: ¡Qué cultos son estos analfabetos!»
Y así me entró el apetito de Chesterton.
–¿Qué idea de Chesterton ha marcado tu manera de ver la vida?
–Sin duda, su defensa filosófica del hombre corriente, que tiene tanto en común con la de Graham Greene, Georges Orwell, e, incluso, con la de Tocqueville. Los cuatro sabían que el ciudadano corriente no sólo se ocupa de su bienestar (de la risa, el matrimonio y la cerveza, que diría Chesterton), sino que quiere «muy sinceramente el bien del país», y lo quiere con menos interés personal que las clases elevadas.
–Libro preferido de Chesterton.
–Sin duda, The Man Who Was Thursday, una defensa apasionada de las cosas humanas: del romanticismo de lo previsible, del heroísmo de la repetición (capaz de domesticar el tiempo), de la estricta poesía de una buena digestión. Suele ser mucho más fácil amar al mundo que al vecino del 5ºC, pero si nos estamos ahogando, es más útil pedirle ayuda al vecino que al mundo.