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De Arendt a Spielberg, la reflexión sobre el secreto, la mentira y el engaño

Siempre es impactante reconocer el potencial de ciertos acontecimientos históricos para provocar reflexiones sobre el presente y el modo en el que este poder revelador nos conmueve con el paso de los años. Este es un ejemplo: el escándalo que generó en 1971 la revelación de hechos que fueron ocultados a la opinión pública por parte del gobierno de los EE.UU. y que fueron recopilados en los llamados Documentos del Pentágono.

En noviembre de aquel año, Hannah Arendt, una prestigiosa académica e intelectual alemana exiliada del nazismo y radicada en suelo americano, publicó en la revista The New York Review of Books un artículo –“La mentira en política. Reflexiones sobre los Documentos del Pentágono”- en el que definía como una de los rasgos principales del rol de la mentira en la política moderna la orquestación por parte del gobierno estadounidense de una sistemática ocultación y deformación de los hechos.

El contexto actual de la política estadounidense es diferente pero consonante con aquel: el reinado de las “fake news” en el discurso de Donald Trump y el escarnio a la prensa, e incluso a actrices reconocidas como Meryl Streep, por parte del propio presidente de EE.UU. La comparación entre Nixon y Trump está servida en bandeja. No es casualidad, por tanto, que Steven Spielberg haya realizado una película sobre los “Documentos del Pentágono” en 2017, ni que Streep desempeñe su papel protagónico.

Este director de cine norteamericano ya cuenta en su haber con otras películas por el estilo que exhiben el buen timing para traer sucesos históricos que alumbren el presente. Esta película aparece, entonces, como una crítica anti-Trump que invita a reflexionar bajo el prisma de la historia sobre la situación actual de la comunicación pública en EE.UU. y, sobre todo, de las mentiras del gobierno y el rol del periodismo de revelar y dar respaldo a los hechos que son sistemáticamente vulnerados con engaños, deformaciones y fraude.

Volver a la reflexión de Arendt ayuda a comprender el peligro de la orquestación sistemática de una red de mentiras por parte de un gobierno: los embates a la “verdad fáctica” y la vulneración sistemática del derecho de los ciudadanos a obtener información veraz sobre los hechos. Nos dice que cuando la mentira se transforma en una política de estado se ponen en riesgo derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos.

Para hacer frente a este peligro contamos con la prensa independiente para develar los hechos ocultos. “Mientras que la prensa sea libre y no corrompida –señala Arendt- tiene una función enormemente importante que cumplir (…) Esta esencialísima libertad política, este derecho a la no manipulada información de los hechos, sin el cual toda libertad de opinión se torna una burla cruel”.

Hoy contamos, además, con nuevas formas de revelación de los hechos gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación que, sin olvidar la estela ejemplar dejada por Daniel Ellsberg (“el primer whistleblower”), aportaron como novedad Chelsea Manning, Wikileaks y Edward Snowden en la era de Internet.

¿Pero qué sucede cuando los ciudadanos saben de esa mentira organizada? Si el efecto es el descreimiento generalizado aparece entonces otro problema inminente: cuando no se cree en nada, nos dice Arendt, peligra la capacidad de discernimiento. Entonces el peligro mayor no es solo el reinado de la mentira en el discurso público sino sus efectos sobre el entendimiento y la capacidad de juicio de los ciudadanos.

Valeria Bosoer es politóloga (UBA)

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