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De película: 150 mil charros mexicanos se prepararon para combatir al Ejército de Hitler

Durante la segunda Guerra Mundial, un ex combatiente de la Revolución mexicana puso a las órdenes de su gobierno a la Legión de los Guerrilleros Mexicanos, integrada por hombres que no eran militares, sino jinetes tradicionales.

Esta es una historia de película y el protagonista se llama Antolín Jiménez Gamas. Un teniente coronel en el ejército de Francisco “Pancho” Villa, político en los años 20, que en 1942 fundó la Legión de los Guerrilleros Mexicanos para enfrentar una eventual invasión de los nazis a México, durante la segunda Guerra Mundial.

No eran militares, sino charros: hombres montados a caballo, armados con pistolas y machetes, y enfundados en el tradicional traje de jinete de la época del México rural, que en el pasado estuvieron a cargo de la seguridad de las haciendas.

La charrería se remonta al Virreinato español y es una tradicional práctica de suertes a caballo tan arraigada en la cultura mexicana que la Unesco la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad en octubre pasado.

Amante de esta práctica, Antolín Jiménez Gamas era presidente de la Asociación Nacional de Charros cuando México le declaró la guerra a los países del Eje (Alemania-Italia-Japón), luego de que submarinos nazis atacaron con torpedos dos buques petroleros en el Atlántico: el Potrero del Llano, hundido el 13 de mayo de 1942 frente a las costas de Florida, y el Faja de Oro que pereció siete días después en las mismas circunstancias.

Antolín Jiménez Gamas. Foto: Infobae

Hombre de batallas y sentimientos patriotas,se acercó al entonces presidente Manuel Ávila Camacho para proponerle un ejército de charros a sus órdenes. Él sabía de armas y guerra, porque había luchado en la Revolución mexicana bajo las órdenes de Villa. Más tarde fue recaudador de impuestos, fundó una editorial y entró al mundo de la masonería y la política: participó la fundación del entonces Partido Nacional Revolucionario –antecedente del ahora oficialista PRI (Partido Revolucionario Institucional)– y fue tres veces su diputado federal.

Con el respaldo de Avila Camacho y aun del Ejército mexicano, Jiménez Gamas organizó en menos de un año la Legión de los Guerrilleros Mexicanos, que integró a 150 mil hombres armados y a caballo, repartidos en 250 puntos del país, que cada domingo entrenaban para enfrentar un posible ataque nazi en territorio mexicano.

“Defender con nuestras vidas el honor del inmaculado pabellón tricolor, símbolo de libertades y emblema de una heroica tradición”, dice el documento que dio origen a aquel singular ejército de charros.

LA MANO NAZI EN MÉXICO

Ahora parece increíble pensar en una invasión nazi a México, pero en los años de la guerra la amenaza tenía sustento.

Historiadores y escritores han documentado la influencia que el Tercer Reich tuvo en la comunidad de alemanes en México. Incluso entre intelectuales como José Vasconcelos, un nacionalista, ex secretario de Educación Pública, que por oposición a Estados Unidos se inclinó sutilmente hacia la Alemania nazi y hasta fundó en 1940 una revista de nombre Timón, sobre la cual pesó la sospecha de ser subvencionada por la embajada alemana.

“Un desenlace que otorgara la victoria a los aliados sería la peor calamidad para los habitantes de este continente. Simplemente nos sumiría en un coloniaje odioso y esclavizante”, sentenciaba Vasconcelos, según la biografía que de él escribió Alfonso Taracena.

En su libro Ensayos mexicanos, el historiador alemán Friederich Katz describe cómo el partido nazi intentó penetrar en la vida política y económica de México, a través de su llamada Organización en el Extranjero, que estableció enlaces con las grandes compañías alemanas, llevó a cabo acciones diplomáticas y sometió bajo su control a casi todas las asociaciones, escuelas y organizaciones eclesiásticas de habla alemana.

Legión de Guerrilleros Mexicanos. Foto: Infobae

Los nazis contribuyeron a poner en pie y a robustecer la Unión Nacional Sinarquista, un partido clerical-fascista, hostil al gobierno de Lázaro Cárdenas, que se convirtió en una de las organizaciones fascistas más potentes de Latinoamérica”, escribe Katz.

En la capital mexicana incluso se conocieron episodios de violencia perpetrados por grupos fascistas en contra de judíos, chinos, comunistas y sindicalistas, mientras banderas con la esvástica ondeaban a las puertas de negocios propiedad de empresarios germanos, narra Katz en su libro La guerra secreta.

“Los simpatizantes de la barbarie declarada comenzaron a salir de la sombra y del anonimato para mostrar su orgulloso perfil a los que estábamos supuestamente afuera de la historia (…). Que el teutón era de una raza superior, no estaba a discusión. No había más que preguntárselo al peluquero”, escribe Archibaldo Burns en su relato Botafumeiro sobre aquellos días revueltos de ideología en la Ciudad de México.

Pero no toda la comunidad alemana residente en el país se volcó hacia el fascismo. Hubo quienes se convirtieron en activos oponentes agrupados en torno al movimiento Alemania Libre, fundada en México en 1941 bajo la dirección de destacados emigrantes alemanes y que tuvo representación en toda América Latina.

 

UN DOCUMENTAL CONTRA EL OLVIDO

En medio de aquel clima nació la Legión de los Guerrilleros Mexicanos. Muy poco se sabía de este grupo de hombres que durante un año aparecieron intermitentemente en la prensa mexicana hasta agosto de 1943, cuando México envía a la guerra a su Escuadrón 201, la unidad aérea que combatió en las islas Filipinas.

De su fundador se sabe que, al desaparecer la legión, retomó el oficio de la edición de libros y abandonó la charrería luego de tres infartos que le impidieron montar de nuevo a caballo.

Pero su recuerdo ha quedado salvado en un documental que en 2013 filmó Fernando Llanos, su nieto por el lado materno.

Durante 4 años, Llanos rescató de los archivos aquel episodio de la historia de su abuelo para filmar La Matria, que mereció el premio como mejor documental del Festival de Cine de Morelia.

Llanos narra que al toparse con la historia supo de inmediato que estaba frente a una película de charros contra nazis, refiriéndose a la película Gángsters contra charros, que en 1947 filmó el director de cine mexicano Juan Orol. De esta historia, Llanos piensa en cómo pensaban pelear contra los panzer (tanques alemanes) a caballo.

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