Diario de la cuarentena (46): El campeonato de la confusión
Ahora nos alarmamos en el horario legalmente permitido. Cuando llegue la fase cero, podremos hacerlo con cita previa
Cortarse el pelo puede tardar lo suyo. Una larga cadena de imponderables separa la hebra de un cabello del filo de una tijera: el número de personas que quieran peinarse antes, las mamparas, la nueva agenda con un cliente a la vez. La cosa no está para chistes, la gente necesita trabajar. Y quizá por eso la palabra salón de belleza me suene hoy más que nunca a novela de Mario Bellatín.
El tema es complejo. La «nueva normalidad» como evocación desquiciada, torticera y gramaticalmente bufa me planta ante una cornisa con viento a favor. El regreso a una normalidad que ni es normal ni es nueva me invita desfasar. Vamos, a pasar pantalla. Porque sospecho que será más complicada que el propio confinamiento, del que hoy se cumplen 46 días… con sus noches.
Como en el primer Mario Bros de Miyamoto, en la desescalada no se puede retroceder pero sí hacer méritos para saltar al siguiente mundo. Entre la fase dos y la tres del plan de transición del gobierno hay varios, incluido el inframundo. Los rezagados del nivel uno, por ejemplo, ¿entrarán en la repesca para llegar al nivel dos? ¿Podemos optar al Tetris en nuestra asimetría? ¿Quién nos encaja en esa vida de pedacitos… o mas bien despedazada?
Ahora me alarmo en el horario legalmente permitido. Cuando llegue la fase cero, podré hacerlo con cita previa
Se revela ante mí un campeonato de la confusión. Es algo que invita a cualquier clase de preguntas. Según los comercios de productos artesanos de mi barrio, el horario en el estado de alarma dura de nueve a dos y de cinco a siete de la tarde. Ellos paran para comer, hay gente que lleva su angustia a tiempo completo. Seguimos alarmados y puede que duremos así hasta mediados de junio.
Le corre prisa a la realidad, y entiendo que así sea, pero me cuesta. Cuando llegue la fase uno, ¿estaré a la altura de los estornudos y las vacilaciones de mi nueva alma? Si estrenamos una realidad, también un espíritu, ¿no? Por ahora, caliento en la banda para la repesca en este campeonato de la confusión y me alarmo en el horario legalmente permitido. Cuando llegue la fase cero, podré hacerlo con cita previa.