Donald Trump, provocador en jefe
Probablemente lo más cerca que Donald Trump vaya a estar de la Casa Blanca sea el hotel que su consorcio está construyendo en la antigua sede de Correos de Washington, a unos centenares de metros de la sede presidencial estadounidense.
Al millonario empresario neoyorquino de 69 años y tupé imposible devenido en político no le va mal estos días en las encuestas sobre los precandidatos favoritos a hacerse con la nominación republicana. Pero más allá de su entorno inmediato, no hay quien crea que “El Donald”, como le gusta que le llamen, podrá mantener el ritmo durante el año que resta hasta que el Partido Republicano defina a su candidato para las elecciones presidenciales de noviembre de 2016.
Lo cual no quiere decir que Trump vaya a dejar de hacer ruido, que es lo que tiene más asustado a un partido que no puede permitirse perder ni un solo voto si quiere volver a la Casa Blanca. Hasta que se defina al candidato final, todos los aspirantes republicanos tendrán un podio y un micrófono. Y Trump, al que le gusta provocar casi tanto o más que presumir de sus millones y negocios, no se lo está poniendo fácil a un partido que sabe que tiene que lograr atraer mucho más que el tradicional voto blanco y entrado en años que ha sido su base para volver a ocupar la presidencia.
“Donald Trump es como un accidente de carretera”, dijo Ari Fleischer, exportavoz del presidente republicano George W. Bush, al diario Politico. “Todo el mundo se detiene para ver el desastre. Y Trump cree que eso es entretenimiento. Pero aspirar a la presidencia es algo serio. Y el riesgo para el partido es que mancilla a todos” los demás candidatos, advirtió.
Por el momento, parece que los peores temores republicanos se están cumpliendo.
No llevaba ni unos minutos de discurso oficial para lanzar su candidatura cuando Trump ya había conseguido insultar a todo un país, México y, de paso, a la mayor parte de la comunidad hispana de Estados Unidos (el resto también se ha declarado insultado en solidaridad con los inmigrantes mexicanos).
Desde el podio instalado en la neoyorquina Trump Tower, uno de los edificios insignia de este magnate inmobiliario que gusta ponerle su nombre a toda aventura empresarial que emprende, Trump acusó a México de enviar “drogas” y “violadores” a través de la frontera común. Para la que exigió construir un muro que deberá pagar México, país al que además acusó de estar beneficiándose de forma desproporcionada de los acuerdos comerciales con EE UU.
La reacción hispana no se hizo esperar. No solo el Gobierno de México lo refutó, también la comunidad latina en EE UU se ha pasado la última semana boicoteando sus negocios. El gesto más visible fue la decisión de la cadena hispana líder del país, Univision, de cancelar la retransmisión de Miss USA y Miss Universo, propiedad de Trump. Los latinos que iban a participar en esos eventos también se han desligado.
Detrás de lo que pueda parecer una anécdota divertida hay datos muy preocupantes para los republicanos: hoy nadie niega en EE UU que un candidato no puede llegar a la Casa Blanca si no tiene, como mínimo, alrededor del 40 % del voto de esa comunidad hispana a la que Trump lleva más de una semana ofendiendo sin parar. Todo ello en un partido como el Republicano, que es consciente de que la postura generalizada en contra de una reforma migratoria ya le puede costar muy caro en las elecciones de noviembre de 2016.
Las declaraciones de Trump -que ya coqueteó con la candidatura republicana en 2011, aunque no llegó a lanzarse como ahora- sobre los mexicanos “no ayudan”, reconoció el viernes el presidente del Comité Nacional de Partido Republicano, Reince Priebus.
El Partido Republicano sabe que Trump tampoco es un favorito entre las mujeres -sus comentarios machistas son legendarios y han llevado a famosas como Cher a llamar públicamente al boicot de sus productos y programas– ni entre otras minorías como la afroamericana, que no le perdona sus constantes ataques personales al demócrata Barack Obama. Desde dudar de que hubiera nacido en EE UU y forzarle a publicar su certificado de nacimiento a ofrecer cinco millones de dólares a una caridad si Obama hacía público su expediente universitario y sus solicitudes de pasaporte.
Lejos de admitir un error -la modestia no fue jamás su fuerte-, igual que en su momento no cejó en atacar a Obama, ahora Trump ha optado por continuar atizando la polémica latina, amenazando con demandar a la cadena y llegando a prohibir al personal de Univision entrar en el campo de golf de su propiedad justo al lado de la sede de la cadena en Miami.
“Cuando alguien te desafía injustamente, lucha, sé brutal, sé duro, no lo aceptes. Siempre es importante GANAR” tuiteó Trump tras su nuevo desafío a la emisora.