¿Dónde están los misiles de las FARC?
Inspectores de la ONU registran el material hallado en los zulos o caletas de las FARC
Solo han aparecido 8.370 armas de las 14.000 que el Gobierno colombiano atribuía a los guerrilleros; no se han hallado sus posibles misiles
La ONU acaba de dar por concluida su misión sobre el desarme de las FARC sin que ese proceso se haya completado. Nuevamente los titulares de prensa hablan de un desarme finalizado, cuando en realidad las comprobaciones aún están en curso y además las cifras no cuadran. De hecho, de momento solo se ha podido decomisar poco más de la mitad de las armas atribuidas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia; no han aparecido los misiles antiaéreos que se supone que formaban parte de su arsenal.
Las prisas o el deseo de confirmar que las FARC han entregado todo su arsenal ya se dieron el 26 de junio, cuando los guerrilleros se desprendieron de sus 7.132 armas individuales (el Gobierno dio entonces por cumplido el desarme). Ha vuelto a suceder de nuevo ahora cuando, debido al calendario fijado de antemano, los inspectores de la ONU han debido dejar su labor de campo, habiendo podido examinar solo 750 de los 998 zulos o caletas de armamento secretos que la guerrilla colombiana ha reconocido tener («Terminó el proceso de extracción de las caletas», han titulado diversos medios, cuando aún queda por intervenir el 25%).
Fin de la supervisión internacional
Las 248 caletas restantes serán abiertas por las autoridades colombianas, con asistencia de las FARC, sin supervisión directa de las Naciones Unidas. Los 450 representantes de la ONU que debían verificar el cese del fuego definitivo y el desarme de la guerrilla se han marchado al terminar oficialmente sus funciones el 15 de septiembre y ahora una misión internacional de 150 personas se dedicará a otro asunto: verificar la reincorporación social, económica y política de los exguerrilleros.
Para la revisión de las 248 caletas que quedan ya no hay plazos y esos trabajos gozarán probablemente de menos publicidad. La parte de la sociedad que desconfía del presidente Juan Manuel Santos (una ligera mayoría de la población votó contra el proceso en el referéndum cuyo resultado luego Santos orilló) puede pensar que el Gobierno y las FARC negociarán, ya sin supervisión internacional, cualquier tropiezo que pueda surgir en este asunto, con el fin de apuntalar el proceso de paz.
Material hallado
De acuerdo con la ONU, en su intervención de 750 caletas han aparecido 1.238 armas. Añadiéndolas a las que ya entregaron personalmente los combatientes en junio, suman un total de 8.370 armas decomisadas para su futura destrucción.
Esa cifra queda muy por debajo de las 14.000 que en marzo el Ministerio de Defensa colombiano le atribuía a las FARC, y difícilmente se alcanzará cuando se revisen las caletas que faltan. El investigador Andrés González, analista de Instituto Español de Estudios Estratégicos, considera que de momento no puede afirmarse que el grupo terrorista «se haya desarmado por completo; no han entregado todo su arsenal».
En las inspecciones hasta la fecha también han aparecido 488.489 municiones de diferentes calibres de armas ligeras, 26,4 toneladas de explosivos, 39,8 kilómetros de cordón detonante y mecha lenta, 4.277 granadas, 2.647 minas antipersona, 31.868 iniciadores-estopines y 1.767 municiones de mortero (de 81 y 60 milímetros y cohetes). Las imágenes suministradas por la ONU muestran que entre las armas hay lanzagranadas, pero el informe no especifica el tipo de armas y, por tanto, si también se hallaron morteros.
El misterio de los misiles
Los inspectores no han declarado haber hallado ningún misil tierra aire (SAM). Su existencia misma ha sido objeto de discusión en los últimos años. ¿Realmente las FARC adquirieron ese tipo de armamento? Como reseña Andrés González, todo indica que sí. Al margen de algún misil de aparente fabricación casera que el Ejército halló en áreas de despliegue de la guerrilla, en 2013 surgió un vídeo en el que se veía a combatientes manejando un lanzamisiles de serie.
La adquisición de estos lanzamisiles portátiles y sus proyectiles fue denunciada por John Kelly, entonces jefe del Comando Sur de Estados Unidos y hoy consejero de seguridad nacional de Donald Trump. Además nuevas informaciones han insistido en que Venezuela adquirió 5.000 iglas rusos (una versión de SAM) en 2010, y dada la estrecha colaboración del régimen chavista con las FARC es de suponer que un cierto número de ellos pasaran a esa guerrilla.
Otra cosa es que las FARC no los utilizaran –nunca derribaron un aeronave con misiles– por varias posibles razones: falta de entrenamiento para su uso, deficiente conservación en la selva, dificultad para manejarlos desde lugares frondosos, reserva para una gran operación que luego no se produjo, inoportunidad ante contactos con el Gobierno de cara a un proceso de paz…
Caletas secretas
Los periodistas Camilo Chaparro y Eccehomo Cetina estiman en su libro «El Dorado de las FARC. El Banco secreto de la guerrilla en la selva» (2016) que el número de caletas secretas de la guerrilla es mucho mayor que las mil cuya ubicación ha sido desvelada por los guerrilleros.
Así, habría que incluir aquellos lugares en los que las FARC pueden guardar sus montañas de dinero proveniente del negocio de la droga (se les atribuye una fortuna millonaria), y aquellos para el almacenamiento de armas de los grupos disidentes que no han querido sumarse al proceso de paz (cerca de 800 personas). Pero los expertos también sospechan que el mando oficial de las FARC ha reservado parte de su arsenal, tal vez el más pesado o estratégico, una fracción del cual podría hallarse en suelo venezolano, en la zona fronteriza que ha sido su santuario durante el chavismo.
Aun cuando la singladura emprendida por la rebautizada como Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común pueda no tener vuelta atrás (en cualquier caso, en un regreso a la lucha armada siempre podría adquirir armas nuevas gracias a su fortuna), la disposición de armas sigue siendo útil para las operaciones de crimen organizado que parte de sus viejas estructuras probablemente mantendrán en determinadas zonas.