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Economía Social de Mercado: la reconstrucción de la ciudadanía

Editorial de la edición No. 5 de Encuentro Humanista

 

Luego de la derrota del nazismo, y el final de la segunda guerra mundial, Alemania se encontró dividida, destruida en lo material, espiritualmente confundida, pero sobre todo insegura sobre qué rumbo seguir para volver a ser una nación libre, europea, con un futuro con desarrollo económico y social.

Dos claves fueron fundamentales para superar los obstáculos: la necesidad de partir de ciertos principios y valores que superaran las visiones materialistas, y que dichos principios tenían que hacerse presentes, positivamente, en la vida de cada una de las personas, uniéndolas en un proyecto de construcción de una sociedad alemana realmente democrática. Y se hizo partiendo de las raíces históricas, políticas y culturales de dicho país.

No podía ser un proyecto realizado para las personas, sino con las personas. Y partía del reconocimiento de que una de las grandes conquistas morales de la democracia era el concepto de ciudadanía.

Y ese nuevo ciudadano estaría bajo el amparo de instituciones pluralistas, igual ante la ley, no un ser aislado, sino perteneciente a una comunidad donde libremente creciera y desarrollara su vida construyendo y perfeccionando su libertad, en una sociedad innovadora, participativa, respetuosa de la propiedad privada y de la competencia.

La sociedad alemana necesitaba producir su propio modelo económico y social. Entonces surgió, luego de muchos debates, el concepto de «Economía Social de Mercado» (ESM), con resultados altamente positivos; en pocos años, un país arruinado se convirtió en el motor económico de Europa. Y lo ha seguido siendo a pesar de las dificultades y problemas que atraviesa la humanidad.

La ESM ha funcionado de forma exitosa en Alemania, donde mantiene apoyos mayoritarios, pero no quiere decir que solo funcione en sociedades como la alemana, o en el ámbito europeo. No es un modelo estático; se basa en un esquema de valores y de experiencias. Entre los valores destacan una visión cristiana y humanista del ser humano, la defensa de la libertad como una de las categorías políticas fundamentales, y la responsabilidad personal (autorresponsabilidad) junto a la responsabilidad social, así como el rechazo del centralismo estatal, que debe dar paso a un principio fundamental de la doctrina social de la iglesia católica, la subsidiaridad. Todo lo anterior agupado en un concepto central: la defensa de la dignidad humana.

Con la reforma económica y monetaria de 1948 Alemania arrancó el proyecto. Y si bien la Ley Fundamental de 1949 era una constitución que no definía ningún orden económico concreto, en los artículos se normaron un orden democrático y una economía de mercado. Fue gracias a la afortunada la combinación de dos ciudadanos alemanes notables, Konrad Adenauer, primer Canciller Federal, y su admirable ministro de economía Ludwig Erhard, ambos destacados líderes de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que se pudieron superar todo tipo de obstáculos, en especial los llamados de diversos sectores a favor de una economía planificada y estatista.

Triunfó entonces la ESM como una alternativa de la libertad frente al centralismo, y una opción social y humanista frente a la economía de mercado pura.

Venció la noción de ciudadanos libres, autónomos y solidarios, frente a las visiones materialistas del socialismo estatista y del capitalismo individualista, rentista e insolidario.

¿En qué consiste la ESM? Varios autores que se incluyen en este número de ENCUENTRO HUMANISTA nos lo explican; pero merecen ser mencionadas las siguientes líneas, de dos de los más brillantes responsables de su diseño e implementación:

«La Economía Social de Mercado es la combinación del principio de la libertad del mercado con el principio de la equidad social» (Alfred Müller-Armack).

«Quiero probar mis propias fuerzas, quiero hacerme cargo yo mismo de los riesgos que enfrento en mi vida, quiero ser responsable de mi destino. Te encargo a ti, Estado, crear las condiciones para que pueda hacerlo» (Ludwig Erhard).

Un gran mérito del modelo económico y social alemán es que desde el inicio se tuvo claro que fortaleciendo al ciudadano se fortalecía la comunidad, y que fortaleciendo la comunidad se fortalecía al ciudadano.

En América Latina se ha intentado casi todo, con olas fracasadas de gobiernos de izquierda que no entienden ni saben cómo se genera la riqueza en libertad, y una derecha que no comprende que generar riqueza sin justicia social y un Estado de derecho sin instituciones fuertes ha pavimentado el camino de sociedades desiguales e injustas.

¿Qué estamos esperando para impulsar un proyecto humanista como la Economía Social de Mercado, que combina la libertad con la solidaridad, y con el bienestar de los ciudadanos? América Latina necesita dejar de ser una sociedad sumida en la pobreza y la desesperanza de las personas, y comenzar a producir naciones de ciudadanos prósperos y libres.

No continuemos repitiendo los errores del pasado. No es hora de insistir en diagnósticos, sino en asumir soluciones. Atrevámonos con una alternativa que ha dado resultados altamente satisfactorios. Tanto, que incluso ha sido llamada «el milagro alemán». Y América Latina, una región sin mayorías ciudadanas prósperas, hace tiempo que no necesita más excusas, sino respuestas probadamente exitosas.-

ENLACE AL No. 5 de ENCUENTRO HUMANISTA:

 ENCUENTRO HUMANISTA

 

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