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Economista: El Gobierno intenta contener la inflación a costa del salario de sus trabajadores

'La receta oficial antinflacionaria en Cuba gira en torno a la reducción de los salarios y pensiones reales y el resultante empobrecimiento generalizado', advierte Pedro Monreal.

Cubanos en Carlos III en La Habana.
Cubanos en Carlos III en La Habana. Diario de Cuba

 

 

Algunas de las últimas medidas del Gobierno, parte del paquetazo con el que dice buscar «reimpulsar» la economía y «corregir distorsiones», están lejos de ser herramientas para la contención de la inflación en Cuba, donde la clave está en la reducción de los salarios y pensiones reales y la consiguiente generación de la pobreza, según se desprende de un análisis del economista Pedro Monreal en X.

«Es incorrecta la insistencia oficial acerca de que la gestión del presupuesto, topes de precios o la bancarización están siendo instrumentos claves para contener la inflación. La evidencia indica la centralidad de la compresión de la remuneración del trabajo como porciento del Producto Interno Bruto (PIB)«, dijo Monreal.

«Frente a una débil respuesta de la oferta, el manejo de la ‘estabilización’ macroeconómica en Cuba ha consistido, en alto grado, en la contención de la demanda agregada mediante un aplastamiento del porciento que representa la remuneración de los trabajadores en el PIB«, añadió.

El economista advirtió que, «lejos de cumplir su promesa de mejorar la vida de los ciudadanos, el paquetazo del ‘ordenamiento’ redujo en apenas dos años un tercio el salario real (ajustado a la inflación oficial), pero cae un 58% cuando se ajusta utilizando datos de inflación menos optimistas«.

Para Monreal, «la receta oficial antinflacionaria en Cuba gira en buena medida en torno a la reducción de los salarios y pensiones reales y el resultante empobrecimiento generalizado que refrena parcialmente la demanda derivada de elevadísimos déficits fiscales».

«Con control directo sobre salarios estatales y pensiones, estos funcionan como ‘el pájaro en mano’ de la política antinflacionaria oficial, aunque esto no se mencione. El discurso oficial prioriza lo marginal (topes de precios) y lo hipotético (reducción del déficit fiscal)», determinó.

En diciembre pasado cuando el régimen anunció su plan de choque para 2024, que negó sería de corte neoliberal y que afectaría a los más «vulnerables», el economista Pedro Monreal dijo que «es imprescindible llevar los recientes déficits superiores al 10% del PIB a déficits como los de 2009-2015 que tuvieron un promedio anual de 3,3% del PIB» y que eso «exigiría decisiones políticas bien ponderadas para poder hacer reducciones sustanciales de gastos».

«En un entorno de crecimiento económico que probablemente sería inferior a 2% en 2024, no cabe esperar a corto plazo que un incremento de ingresos del presupuesto pudiese hacer una contribución significativa a la reducción del déficit. La disminución de gastos sería crucial», apuntó.

El pasado 10 de mayo el dólar y el euro alcanzaron cifras récord frente al peso cubano. A partir de esa fecha, después de unos días de estabilización en tasas de cambio máximas de 402,5 pesos por euro y 395 por dólar, ambos comenzaron un retroceso que no ha impedido que el precio de sobrevivir en la Isla siga inamovible e incluso subiendo. La analista de DIARIO DE CUBA Rafaela Cruz explica esta situación en unartículo publicado esta misma semana.

«La ilusión de que los precios mejorarían cuando el dólar bajase se esfuma a medida que la moneda verde cae a la misma velocidad que la utopía socialista frente a la realidad, sin que el dichoso cartón de huevos se aleje de los 3.000 pesos, ¡más de medio salario!, quedando en la psiquis colectiva una molesta sensación de «¿y ahora qué?», un estado de indefensión extremadamente estresante donde se es consciente de que el problema ni está en tus manos, ni va a mejorar», escribió Cruz.

Para la experta, «los precios de todo lo que necesitan los cubanos para sobrevivir un día más en el infierno tropical, independientemente de cómo se balancee el dólar, seguirán subiendo por la combinación de escasez crónica y desequilibrios macroeconómicos que provoca el castrismo, en su afán de sostener su reino sobre nuestras ruinas. No es el dólar el que tiene que caer para que esto mejore, es el Gobierno».

 

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