Editorial: El Podemos original
Iñigo Errejón en el Congreso de los Diputados. JAVI MARTÍNEZ
Por mucho que el partido que lidera Pablo Iglesias ensaye hoy una estrategia distante del programa que esbozó en sus orígenes, la realidad es que siempre que puede en Podemos asoma la esencia radical de un ideario más propio de las autocracias bolivarianas que de una democracia europea.
Esa naturaleza explica no solo la voracidad fiscal del plan presupuestario impuesto a Pedro Sánchez, sino también las declaraciones de Iñigo Errejón a la revista chilena The Clinic. Sin sonrojo alguno, el candidato a la Comunidad de Madrid defiende los «importantísimos avances» conseguidos por el chavismo en un país donde la gente «hace tres comidas al día». Según Errejón, todo gracias a «una transformación de sentido socialista, inequívocamente democrática». A su juicio, en Venezuela ni se violan los derechos humanos ni se vulnera la libertad de expresión ni se persigue a los opositores.
Se entiende así, visto el cinismo del supuesto representante del ala moderada de Podemos, que Pablo Echenique haya tenido la desfachatez de presentar una publicación de partido, consagrada con descaro a la propaganda, como «un periódico que dice la verdad y no huele a caca». El elogio a regímenes abyectos y la tutela de la información revelan que la formación morada sigue lejos de asumir los valores democráticos. En cuanto abandonan su retórica tacticista, los dirigentes de Podemos dejan al descubierto la raíz populista, y por tanto autoritaria, de su tóxico proyecto político.