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EE.UU. boicotea los intentos del chavismo de dividir a la oposición

Tanto la Administración Biden como el Senado consideran a Voluntad Popular un interlocutor necesario. España y Borrell quedan arrinconados por los recelos que provoca sus acercamientos al régimen de Maduro.

Estados Unidos busca vías para desbloquear la crisis de Venezuela y en los escenarios y alianzas que contempla, España está cada vez más apartada. La principal razón son los recelos que se desprenden de la impresión de que tanto el Gobierno de Pedro Sánchez como el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell, están dispuestos a hacer grandes concesiones al régimen en materia de procesos electorales y, sobre todo, sobre el futuro de la negociación. Washington, según ha podido saber ABC, ha enviado a su contraparte europea el mensaje de que no aceptará que se deje de lado a nadie en la oposición, y se resiste a que queden apartados mandatarios como Juan GuaidóLeopoldo López y otros dirigentes.

Este año, la diplomacia estadounidense ha participado en reuniones sobre Venezuela de un grupo en el que están representantes de Brasil, Canadá, Colombia, Reino Unido, Alemania y otros países, pero no España. En un principio EE.UU. planteó la posibilidad de que España se integrara en esos contactos, pero el resto de miembros prefirió que no fuera así.

Las reuniones, según una persona que participó en su coordinación, fueron fructíferas, y de ellas han emergido los consensos de que cualquier elección en Venezuela debe cumplir los estándares más rigurosos de equidad y transparencia, y de que toda la oposición debe ser parte de ellas.

Desde hace unos meses, el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, que mantiene muy buenas relaciones con el régimen, ha planteado la posibilidad de que el interlocutor preferido por España y la UE en la oposición sea Henrique Capriles, del partido Primero Justicia. El opositor había pactado con el régimen presentarse a las elecciones de diciembre del año pasado, pero se retractó y dijo después que no se daban las condiciones necesarias. Según dicen fuentes estadounidenses a ABC, en Washington no se considera a Capriles el interlocutor principal por sus acercamientos al régimen.

Tanto el Gobierno estadounidense como los más destacados senadores en la comisión de Exteriores de la Cámara Alta del Capitolio tomaron hace un mes la decisión consciente de verse con Julio Borges, que es comisionado presidencial nombrado por Guaidó para las Relaciones Exteriores de Venezuela, López y otros miembros de su partido y la oposición venezolana cuando estos vinieron a Washington hace un mes como parte de una delegación venezolana.

Elecciones presidenciales

Senadores republicanos, como Marco Rubio, y demócratas, como Bob Menéndez, recibieron a Borges y a López, y se hicieron fotografiar con ellos. También se vio con los opositores venezolanos la número dos del Departamento de Estado, Wendy Sherman. Según dicen fuentes conocedoras de esas reuniones, López recalcó que en Venezuela «hay que buscar una negociación que permita lograr un objetivo muy concreto: elecciones libres, elecciones parlamentarias y también presidenciales libres, justas y verificables».

Ese era justo un punto de fricción enorme entre Washington en un lado y Bruselas y Madrid en el otro. Según ha sabido ABC, por fuentes estadounidenses, el equipo de Borrell trató de que la Casa Blanca aceptara consensuar una postura conjunta en un comunicado con una petición de elecciones solo mejoradas, sin mención a esos estándares internacionales, y que además no se tratara el asunto de elecciones presidenciales, pues eso implicaría que Nicolás Maduro no tiene legitimidad.

Finalmente, tras largas negociaciones, EE.UU. sólo aceptó firmar un comunicado en el que se pida «un proceso de negociación integral y con plazos concretos que debería restaurar las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos se expresen políticamente a través de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes».

Ese comunicado, al que se sumó Canadá y en el que se ofrecía una revisión de sanciones, se publicó el 25 de junio, pero desde entonces no ha ocurrido nada en Venezuela. Fuentes de la Casa Blanca dijeron esta semana a ABC que no esperaban que ese comunicado provocara un movimiento en el régimen, precisamente por la petición de unas elecciones presidenciales transparentes en que participe toda la oposición.

López dijo recientemente a una pregunta de ABC que «hay una posición muy firme de que Nicolás Maduro es un dictador y un criminal, eso lo asume la administración, el senado y el congreso y así recibimos el mensaje». «No se van a levantar sanciones si no hay un cambio significativo hacia la libertad y la democratización del país, quiero decir que esta posición de firmeza con respecto a las sanciones, de quien escuché más firmeza y más claridad fue de los senadores y los diputados demócratas. Lo primero que nos dijo el senador [demócrata Menéndez] es que estuviéramos seguros de que no iba a haber un levantamiento de sanciones si no había un avance significativo y permanente hacia la democratización de Venezuela», añadió López.

España, que tradicionalmente ha desempeñado un papel crucial de mediadora en la crisis venezolana ha quedado esquinada. Primero, por los recelos que causa en EE.UU. la entrada de Podemos, un partido vinculado en su nacimiento al chavismo, al Ejecutivo. Segundo por la voluntad de Borrell de entablar contactos con el régimen, tanto como que el propio ministro europeo se vio el 18 de junio con el canciller del régimen venezolano, Jorge Arreaza, en Turquía.

De hecho Borrell se está planteando enviar una misión de observación de la UE para las elecciones regionales de finales de este año, que de momento solo observan Turquía y Rusia. Para ello ha visitado Venezuela un grupo de enviados europeos. Cuando el año pasado Capriles aceptó participar en las elecciones, con apoyo de Borrell y Zapatero, solicitó a Maduro que las atrasara para permitir la observación de la UE, algo que este rechazó frontalmente. También causa recelo en la Casa Blanca y el Senado que destacados diplomáticos de España en Washington hayan mantenido contactos con Gregory Meeks, un diputado neoyorquino que preside la comisión de Exteriores de la Cámara de Representantes y que tiene viejos lazos con el chavismo. Meeks se vio con Maduro varias veces hace dos décadas como miembros ambos del llamado Grupo de Boston, una iniciativa que buscaba tender lazos entre Washington y Caracas. Estuvo también en el entierro de Hugo Chávez.

Ese Grupo de Boston mantiene su nombre, pero con otros integrantes y en una forma totalmente distinta. Hoy propone un levantamiento de sanciones y que se facilite la comercialización del crudo venezolano, sujeto a embargo por Donald Trump, para comprar ayuda humanitaria.

Fuentes de la Administración estadounidense dijeron a ABC que están al tanto de reuniones facilitadas por diplomáticos españoles en Washington con representantes de otros países europeos en las que se han debatido las ideas de Meeks para levantar sanciones y tender puentes con el régimen en Venezuela. No creen esas fuentes que las propuestas de Meeks sean una vía con garantías a corto o medio plazo.

 

 

 

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