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El 85,94% de los cubanos vota en el primer paso para la sucesión de Raúl Castro

Atado y bien atado, como siempre en Cuba. Y mucho más si se trata del primer paso en un proceso que culminará en febrero de 2018 con la sucesión de Raúl Castro, tras casi 60 años de revolución durante los cuales siempre han mandado él mismo o su hermano Fidel.

Alina Balseiro, presidenta de la Comisión Electoral Nacional (CEN), fue la encargada de confirmar que en las elecciones municipales teledirigidas llevadas a cabo el domingo en la isla ejercieron su derecho al voto el 85,94% de los cubanos censados, para un total de 7.608.404 personas. Todos ellos eligieron a 11.415 delegados municipales, militantes o simpatizantes revolucionarios, ya que a los 200 candidatos opositores que intentaron sumarse al sistema para competir electoralmente se les impidió participar tras la campaña sucia que puso en marcha el aparato del Estado.

Pese al altísimo nivel de participación, las de este año son las cifras más bajas en revolución, ya que en anteriores citas rondaba entre el 98% y el 90%. Analistas consultados por EL MUNDO debaten las causas, sumando la alta emigración de la isla (el 20% vive fuera y no todos han desaparecido del censo del país) y el estado de desesperanza que recorre el país, sin olvidar que durante décadas se ha empujado al voto desde el poder del estado.

Además, grupos de disidentes, como la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), liderada por José Daniel Ferrer, mantienen que las cifras oficiales del domingo fueron retocadas. «¡Triste espectáculo ese que llaman elecciones! Ninguna alegría en rostros de ganadores y perdedores, rostros tristes, cansados, temerosos. Dictadura de partido único es igual a farsa electoral», insistió Ferrer al acabar la jornada electoral.

Las papeletas en blanco (4,12%) y anuladas (4,07%) fueron menos que en citas anteriores, según Balseiro, pese a que organizaciones opositoras como Cuba Decide, liderada por Rosa María Payá, habían llamado a escribir la palabra plebiscito en la papeleta.

La maquinaria castrista nunca falla en estas ocasiones, pese a las casi seis décadas transcurridas desde la entrada triunfante de Fidel Castro en La Habana y la severa crisis social y económica con la que Cuba cierra 2017. Lo dejó bien claro este domingo Miguel Díaz-Canel, segundo vicepresidente y llamado a erigirse el año que viene en el primer mandatario de la isla.

Las elecciones, planteadas como un homenaje a Fidel Castro, son la «expresión de que este pueblo no se doblega, ni por huracán ni mucho menos por presiones externas ni por los anhelos que puedan tener otros de que cambie nuestro sistema«, destacó el delfín de Raúl en un mensaje de evidente firmeza tras las últimas sanciones de Estados Unidos.

El proceso a seguir hasta el 24 de febrero del año que viene, fecha en la que sería nombrado el nuevo presidente del Consejo de Estado y de Ministros, continúa el próximo domingo en segunda vuelta electoral. Según los datos aportados por el CEN, en 1.100 circunscripciones los ganadores no han alcanzado el 50% de los votos, 67 menos que en 2015.

Los de ayer y los del próximo domingo, todos ellos cercanos al oficialismo porque de eso trata el sistema, escogerán a los candidatos a delegados de las Asambleas Provinciales y los candidatos a diputados de la Asamblea Nacional. Durante décadas, el Parlamento cubano ha votado por unanimidad todas las leyes planteadas.

La Comisión Nacional de Candidatura será la encargada a su vez de crear una lista única de candidatos a diputados, que es cerrada y con tantos diputados como escaños. Por supuesto, todo el parlamento cubano, sin excepciones, quedaría así dentro de los límites ideológicos del castrismo,

Y al final del enrevesado proceso, un nombre, salvo sorpresa final: Díaz-Canel. El mismo que sostuvo el domingo ante los periodistas que «ante todo tiene que haber continuidad», para dejar claro que de momento no tiene interés en convertirse en el Gorbachov cubano.

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