Obituarios

El centro y Luis

La partida física de nuestro colaborador y amigo Luis Prieto Oliveira, nos obliga a mucho más que rellenar el profundo abismo que nos deja su ausencia. Luis era un hombre bueno, cabal, decente, era un cultor de la palabra y de lo escrito y era la encarnación de la Venezuela que hemos llegado a ser. Criado en la familia del genial maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, Luis se ocupó de crecer en aquello que debemos reconocer como la izquierda correcta. La que promovió el voto universal, directo y secreto; la educación masiva y gratuita a todos los niveles; la que llevó los derechos de las minorías a su máxima representación. La Venezuela donde se votaba por colores para que todos pudieran ejercer su derecho dentro de los mayores equilibrios posibles. Luis, siempre representó todo eso, el reconocimiento cabal y preciso de que “el todo siempre es más que la suma de sus partes” y de que “la fuerza y capacidad del todo es proporcional a la fuerza y capacidad de su parte más pequeña”.

 

Luis era un hombre de justicia, que aceptaba los designios de las mayorías, con la habilidad de una sonrisa que le permitiera ejercer el derecho absoluto de las minorías de controlar el poder. Luis, también fue la historia, sus exilios en El Caribe, México, Chile, su relación personal con hombres como su padre, Don Rómulo Gallegos, el genial Andrés Eloy Blanco o el gigante de Rómulo Betancourt, y la imagen clara de los perversos que ellos combatieron, Trujillo, Pérez Jiménez, Batista, Perón y Pinochet, pero sin descartar sus burladeros de falsa izquierda como Castro, Ortega, Chávez y todos esos bichos; “tirano es tirano” y allí no cabían buenos o malos. Luis, además también fue su pareja, Rosa Margarita, y su familia y sus amigos y esa infinita capacidad de dar amor y recibirlo. Una habilidad natural para ser argamasa y no martillo, esa forma de ser unión y no discordia.

 

Luis, decir que nos vas a hacer falta es muy poco. Pero nos queda lo dicho y nos quedas tú, ese sentido trascendente y superior de lo que puede ser una comunidad; esa fuerza infinita y superior que es la unidad; esa fe total en el venezolano y la inagotable fuente de felicidad y fuerza que es el ser humano. Acá te recordaremos siempre, no como una estampita o una estatuilla, sino como el hombre bueno y venezolano que siempre fuiste ¡Gracias!

 

 

 

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