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El cine en el diván

Dr. Fritz Fassbender (Peter Sellers): Anna! Anna! Tengo que ir al Chateau Chantelle por el fin de semana. Hay una convención de analistas.

Anna Fassbender (Eddra Gale): Pero la convención fue la semana pasada, Fritz, en Arles.

Dr. Fritz Fassbender: Esa fue la convención freudiana, esta es la jungiana.

 

What’s New Pussycat (1965)

 

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Comencemos con lo obvio: ninguno de nosotros dos es psiquiatra o psicólogo, ni pretendemos invadir territorios analíticos –en todo el sentido de este adjetivo- que no nos corresponden. Pero como cineasta y amantes del cine, nos interrogamos sobre los diversos intentos de expresar en su lenguaje tan propio la experiencia humana que existe entre un profesional del análisis de la mente y sus pacientes.

Intuíamos que la lista de películas a considerar sería amplia; nos equivocamos. Fue inmensamente amplia. De entrada, apenas rascando la superficie, teníamos casi cien películas por revisar. Lo que nos lleva a otro punto, un criterio fundamental era que cada película –además de poseer méritos reconocidos- nos mostrara esa relación mencionada arriba: un analista y su paciente, y que la misma fuera cinematográficamente interesante, no solamente un “ambiente clínico” –como un hospital mental-. Lo cual nos llevó a tener que dejar fuera un listado de filmes de gran valía como por ejemplo “One flew over the cuckoo’s nest” (Atrapado sin salida”, 1975), “Lilith” (1964), Petulia (1968), “Sybil” (no es un filme, sino una miniserie de TV), “L’ Histoire de Adele H” (1975, de Truffaut), o  Dressed to kill (1980, aquí lo atrayente es que el analista, interpretado por Michael Caine, es un travesti asesino).

Merece mencionarse que, para nuestra sorpresa, hay cinematografías en las cuales el tema no tiene ejemplos importantes en lo cualitativo o cuantitativo, como es el caso de la japonesa. ¿Razones culturales acaso? Hay quien opina que ha sido muy difícil el aterrizaje del psicoanálisis allí debido a que Japón no es un país predominantemente individualista, como los países occidentales. Que los expertos sigan debatiendo el asunto.

Al final, quedaron las quince películas de abajo. Sin proponérnoslo cubren cada una de las décadas que van desde los años veinte del pasado siglo hasta la actual. Todas son -unas más, otras menos-  muy buenas muestras de gran cine. Incluyen grandes directores –Ingmar Bergman, Alfred Hitchcock, Woody Allen, Fritz Lang, Joseph L. Mankiewicz-, guionistas de prestigio –aparte de los directores mencionados, están Ben Hecht, Nunnally Johnson (dos veces), David Mamet, Gore Vidal-, y actores excepcionales, entre otros: Bette Davis, Laurence Olivier, Claude Rains, Olivia de Havilland, Bibi Andersson, Liv Ullman, Ingrid Bergman, Gregory Peck, Joanne Woodward, Elizabeth Taylor, Katharine Hepburn, Michael Caine, Peter Sellers, Peter O’Toole, Romy Schneider, Juliette Binoche, Anthony Hopkins, Conrad Veidt, Jodie Foster, Alan Arkin, Vanessa Redgrave, Robert Duvall, Montgomery Clift, Geoffrey Rush, Kate Winslet.

Solo queda informar que los quince filmes han sido ubicados en orden cronológico.

 

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  1. DAS CABINET DES DR. CALIGARI (Robert Wiener, 1920):

 

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Una de las obras maestras del cine, considerada la película por excelencia de la cinematografía expresionista alemana, fue dirigida por Robert Wiene y escrita por Hans Janowitz y Carl Mayer. Conviene señalar que ambos guionistas habían sido pacifistas en la muy traumática experiencia de la llamada Gran Guerra, concluida poco tiempo antes. “El gabinete del Dr. Caligari” es una alegoría sobre el autoritarismo y su irracionalidad. Al ser una película muda, las escenas se construyen con base en un estilo gráfico fantástico, y buscan contrastar la cordura y la locura, mostrando la dualidad de la naturaleza humana. Roger Ebert lo llamó «el primer verdadero filme de terror«, y otro crítico, Danny Peary, lo considera el primer filme de culto. Un dato curioso: la apariencia física del Dr. Caligari (un magnífico Werner Krauss) se inspiró en retratos de Arthur Schopenhauer. ¿Su paciente-víctima? Cesare, interpretado por un joven Conrad Veidt, quien es fácilmente recordable por todo amante del cine en otro de sus papeles: el Mayor Strasser, el jefe nazi en Casablanca (en la vida real, Veidt era un firme y resuelto anti-nazi).

 

 

2. DAS TESTAMENT DES DR. MABUSE (Fritz Lang, 1933):

 

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Secuela de su película silente, “Dr. Mabuse, der Spieler” (“Dr. Mabuse, el jugador”, 1922) y segunda sonora del cine germano (la primera es la inquietante “M”, 1931, también de él), Lang nos entrega un film bellamente aterrador y, en palabras de Siegfried Kracauer (SK), premonitorio del advenimiento de Hitler y el nazismo. En su maravilloso tratado “De Caligari a Hitler: Una historia psicológica del cine alemán”, SK escribe: “En 1932, Lang, resucita a su supercriminal en “El testamento del Dr. Mabuse” para reflejar los obvios trazos de Mabuse en Hitler”. Demás está decir que cuando Joseph Goebbels prohibió la película porque podía “incitar a la gente a conductas antisociales y terrorismo contra el Estado”, Lang se fue de Alemania.

La narración comienza con el malvado y demente Dr. Mabuse (interpretado por uno de los grandes actores del cine alemán de comienzos del s. XX, Rudolf Klein-Rogge) encerrado en una clínica psiquiátrica planeando nuevas acciones criminales: ataque a una planta química, envenenamiento del agua, entre unas cuantas. El inspector Lohmann (Otto Wernicke) intentará detener a Mabuse y su banda. El asunto se complica porque el Profesor Baum (Thomy Bourdelle), psiquiatra al frente de la clínica, está embriagado con el genio de Mabuse y es fácilmente seducido a colaborar en los siniestros planes del mismo.

La película tal vez no tenga la grandeza de “Metropolis” (1927) pero sigue siendo fascinante y una de las mejores del genio pionero del séptimo arte, Fritz Lang.

 

 

3. NOW, VOYAGER (irving Rapper, 1942):

 

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¡Qué placer recordar una de las más deslumbrantes actuaciones de Bette Davis! (entre sus once nominaciones a los Oscar). En “Now, Voyager” (Ahora, viajero) su relación con Paul Henreid, y con el doctor Jaquith (Claude Rains) –ambos actores, por cierto, también actúan en Casablanca-, permiten que una insegura solterona millonaria se convierta, poco a poco, en un hermoso cisne.

Desde su estreno, la crítica ha considerado a Now, Voyager, como uno de los filmes de los cuarenta en que se refleja mejor la compleja personalidad de una mujer que tiene que superar toda clase de obstáculos, en especial enfrentar a una madre que la disminuye, la aplasta, la acompleja (magníficamente interpretada por Gladys Cooper). Hay también consenso en que un rol semejante requería una actriz con cualidades actorales muy por encima del promedio; hace su entrada en escena para algunos la más grande de la historia: Bette Davis. En Now, Voyager, ella “cristaliza su inteligencia y nos muestra que la ira puede venir en muchas texturas y sabores”. (Roger Ebert). Ella no solamente actúa bien; da una lección magistral, inolvidable, con una interpretación que requiere matices, cambios, temperamentos y emociones de todo tipo.

Para Ebert, Davis, gracias a filmes como el que reseñamos, se convierte en una “medusa cinematográfica”; mucho más que una estrella, sencillamente es “una de las más poderosas actrices que han honrado la pantalla de cine”. Nadie como ella –ni siquiera sus magníficas contemporáneas Katharine Hepburn o Barbara Stanwyck- para lograr que la industria progresivamente colocara a las mujeres –con sus experiencias emocionales, intelectuales, sociales y psicológicas- como protagonistas de su propio mundo cinematográfico. De meras sombras acompañantes de sus colegas masculinos a dueñas de la escena por méritos propios.

Recordemos, además, que vendrán más papeles extraordinarios, y que faltan todavía ocho años para su rol como Margo Channing en “All About Eve” (Eva al desnudo, 1950).

¿De dónde proviene el título? “Now, Voyager” es una novela escrita por Olive Higgins Prouty (autora asimismo de otra obra felizmente llevada al cine, “Stella Dallas”, 1937, con Barbara Stanwyck), quien se basa a la hora de escoger el nombre en un poema corto de Walt Whitman (“The untold want”, 1871), que dice:

The untold want by life and land ne’er granted,
Now, voyager, sail thou forth, to seek and find.

(La incalculable necesidad que la vida y la tierra nunca han concedido,

Ahora, viajero, navega, búscala y encuéntrala).

La música del filme le valió un Oscar a Max Steiner.

 

 

 

4. SPELLBOUND (Recuerda, o Cuéntame tu vida – Alfred Hitchcock, 1945):

 

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Una de las tantas obras magistrales que nos entregó Hitchcock en su dilatada carrera. El productor David O. Selznick (Lo que el viento se llevó) era un fervoroso partidario del psicoanálisis y quería hacer una película que de alguna manera ensalzara la terapia. Para ello compró los derechos de la novela “The House of Dr. Edwardes”, le encargo la adaptación al gran guionista Ben Hecht, proveyó a su propia analista, May Romm, como asesora técnica para la filmación y contrató de vuelta a Hitchcock para dirigirla. Selznick había sido el responsable, unos años antes, de la venida a Hollywood desde Inglaterra de Hitchcock para hacer la muy exitosa “Rebecca”. Sin embargo esto no garantizó una relación fluida entre ambos y, muy por el contrario, la realización del film fue más bien un duelo de titanes. Peleaban por todo: desde el casting hasta la famosa secuencia de Salvador Dalí. Selznick quería sacar del retiro a Greta Garbo y emparejarla con Joseph Cotten. Afortunadamente AH se impuso y la pareja protagónica fueron Ingrid Bergman y Gregory Peck. Para la secuencia del delirio el productor reclutó a Salvador Dalí. Aquí las cosas no fueron tan bien y le terminó mochando 14 minutos a la secuencia original de veinte minutos (lamentablemente ese material está perdido). Al final, Selznick, para recabar fondos para otra de sus producciones, le vendió la película terminada a la productora de Howard Hughes, RKO Radio Pictures -cosa que debe haber lamentado hasta el ultimo día de su existencia, pues “Spellbound” fue un enorme éxito de taquilla-. Bernard Herrmann rechazó participar en el proyecto y la música terminó en manos del compositor húngaro, Miklós Rózsa, el cual incorporó a la banda sonora un instrumento “curiosísimo”: el theremin.

Bergman interpreta a la doctora Constance Petersen, psiquiatra en un asilo mental, Green Manors. A la institución arriba su nuevo director, el prestigioso Dr. Edwardes (Peck). Como era de esperar un romance surge entre ambos. Sin embargo la conducta de Edwardes es extraña. Resulta que en realidad es un impostor con tendencias paranoicas que además sufre de amnesia. Cuando él se fuga, Constance decide seguirlo y ayudarlo a resolver el misterio detrás del origen de su enfermedad. Obviamente -es un film de Hitchcock- hay un asesinato de trasfondo.

Como anécdota final, cuentan que AH, algo cansado de tener que soportar las intromisiones de la doctora Romm durante el rodaje, le respondió, muy “británicamente”, al intento de corrección de una escena que la analista le estaba haciendo: “My dear, it’s only a movie.” (“Querida, es solo una película.”).

 

 

5. THE DARK MIRROR (Robert Siodmak,1946):

 

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Se ha dicho que en la década de los cuarenta cada director importante de Hollywood realizó su película “freudiana”. Hitchcock tuvo “Spellbound”; Fritz LangSecret behind the door”; Jacques Tourneur “Cat People”. Robert Siodmak tuvo “The Dark Mirror” (El espejo oscuro), un filme que basa su fama en una fascinante actuación de Olivia de Havilland (actriz británica nacida en Tokyo, y que acaba de cumplir 104 años), que en dicha década encarnó varios papeles notables de mujer sometida a torturas psicológicas de todo tipo, usualmente por su pareja (ya había trabajado y ganado justa fama en “Lo que el viento se llevó”). Ahí están como ejemplos “The Heiress” (La heredera, 1949), y “The Snake Pit” (El pozo de serpientes, 1948), que fue una de las semifinalistas con méritos para entrar en esta lista.

Preferimos su actuación en “The Dark Mirror” –entre otras razones- porque es doble… destaquemos las palabras de su terapeuta (interpretado por Lew Ayres):

“Not even nature can duplicate character, not even in twins” (la naturaleza misma no puede duplicar el carácter, ni siquiera en gemelos).

El director, Robert Siodmak, logra ir más allá de la gran actuación de la actriz gracias a un casi perfecto control de la atmósfera psicológica y el suspenso, como lamentablemente muy pocos directores actuales pueden lograr.

 

 

6. THE THREE FACES OF EVE (Nunnally Johnson, 1957):

 

 

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Seguramente la de menos méritos cinematográficos de las quince en el diván, a no ser por la extraordinaria actuación de Joanne Woodward -le valió su primera nominación y único Óscar de su distinguida carrera- y por la conmoción que causó en su momento al divulgar el llamado, y muy cuestionado, “desorden de personalidad múltiple”.

Basada en la vida de Chris Sizemore (Eva White en la película) fue filmada en Cinemascope, lo cual en nada ayuda al supuesto tono intimo de la historia. La narración comienza con una introducción de Alistair Cooke haciendo énfasis sobre el basamento del filme  en hechos reales. Eva, una esposa y madre tranquila, típica de la clase media americana de la época, sufre continuas migrañas y ocasionales desmayos por lo que acude al Dr. Curtis Luther (Lee J. Cobb) en busca de ayuda. Bajo los efectos de hipnosis comienza a emerger una alegre buscadora de diversiones “salvajes”. A medida que avanza la terapia emerge una tercera personalidad mucho más equilibrada y estable.

Vista hoy en día, es, cuando menos, un visión muy naive del problema. Eso sin mencionar que la veracidad de los hechos ha sido firmemente cuestionada con el transcurrir de los años. Como anécdota humorística cabe mencionar que los productores, a la hora de adquirir los derechos de la historia, para “cubrirse las espaldas”, firmaron tres contratos: uno con cada una de las supuestas personalidades de Chris Sizemore.

 

 

7. SUDDENLY, LAST SUMMER (Joseph L. Mankiewicz, 1959):

 

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Basada en la obra teatral homónima de Tennessee Williams, adaptada al cine por Gore Vidal, producida por Sam Spiegel y con un elenco de postín encabezado por Katharine Hepburn, Elizabeth Taylor (ambas nominadas al Óscar) y Montgomery Clift, era muy difícil no incluirla en este listado.

La señora Venable (Hepburn) quiere “lobotomizar” a su sobrina, Catherine Holly (Taylor), aparentemente para calmarla e impedir que siga hablando tonterías en relación a su hijo Sebastian, muerto en circunstancias muy extrañas mientras viajaba con ella por España. Con esa intención perversa recluta al neurocirujano y psiquiatra, Dr. Cukrowicz (Clift). Narrar el resto de la trama se hace tan largo como la película (a pesar de que solo dura 114 minutos), que al igual que muchas otras adaptaciones de obras de teatro, se apoya casi en su totalidad en los diálogos y muy poco en las imágenes. Un destacado crítico señalaba ademas que los diálogos habían sido desprovistos de su crudeza en relación al original; “suavizados” para el público cinematográficos de la época.

 

 

 

8. WHAT’S NEW PUSSYCAT (Clive Donner, 1965):

 

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No hay una película que haya tenido un psiquiatra más original, divertido y -si vale el término- enloquecido que el Dr. Fritz Fassbender, interpretado por Peter Sellers en “What’s New Pussycat” (Qué hay de nuevo, gatita), dirigida por el eficiente artesano británico Clive Donner, con guion del hasta ese momento escritor de TV, Woody Allen. “What’s New Pussycat fue la carta de presentación cinematográfica del neoyorquino. El paciente de Sellers / Fassbender es uno de los actores de moda de los años sesenta, muy exitoso en el teatro británico, y protagonista entre 1962 y 1965 de tres grandes filmes: “Lawrence de Arabia”, “Becket” y “Lord Jim”: Peter O’Toole. Un playboy que no quiere abandonar su vida de placeres sin fin y casarse con la chica de su vida, y por ello busca, para superar su promiscuidad, la ayuda de un psiquiatra que tiene problemas –no solo pasionales- peores…

El amor de O’ Toole  es la esplendorosamente hermosa Romy Schneider; y otras actrices que adornan la vida del playboy –y que le impiden decidirse- son Capucine, Ursula Andress y Paula Prentiss (asimismo aparece, en un pequeño papel, Francoise Hardy).

Como muestra de que Allen estaba en plena forma en este su primer guion para cine, veamos este intercambio entre O’Toole (Michael James) y Prentiss (Liz Bien):

Liz Bien: Tienes razón. Debo enfrentar mis problemas. No puedo seguir yendo por la vida como una semi-virgen.

Michael James: ¿Qué, en nombre de Dios, significa ser “semi-virgen”?

Liz Bien: Aquí, en Europa, soy virgen. En Estados Unidos, no.

Michael James: ¿Y qué hacen? ¿Acaso te lo estampan en el pasaporte?

 

 

 

9. PERSONA (Ingmar Bergman, 1966): 

 

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Los convulsionados años sesenta fueron una época de cuestionamientos y cambios profundos a todo nivel; en especial en las artes, y de estas sobresalió la mas joven de todas: el cine. Movimientos como La Nouvelle Vague y el Nuevo Cine Alemán, con filmes como 8 ½, o “El año pasado en Marienbad”, contribuyeron a una intensa reflexión del cine hacia sí mismo, al interior de las formas de su propio lenguaje. Podríamos afirmar que los realizadores colocaron -como el título de esta nota- al cine en el diván.

El sueco Ingmar Bergman, quien ya nos había entregado unas cuantas películas notables, por decir lo menos, no sería la excepción y en 1966 nos entrega una verdadera Obra Maestra (con merecidas mayúsculas): Persona.

Una actriz sueca, Elisabet Vogler (Liv Ulmann), se queda, sin causa aparente, muda durante una representación de Electra de Sófocles. Los médicos no encuentran explicación a su ilusorio estado cuasi catatónico y deciden mandarla a temperar bajo los cuidados de la enfermera Alma (Bibi Andersson). A tal fin, la doctora-analista de Vogler decide prestar su casa de playa ya que durante este tiempo Elisabet no debe recibir visitas de nadie, ni siquiera de su esposo e hijo. Alma está convencida de que el silencio de Elisabet, a la que admira, proviene de una gran fuerza interior. Para curarla decide ser ella la que continuamente hable y cuente su vida. Con el transcurrir de los días pareciera que las dos mujeres, muy distintas entre sí, se fusionan en una sola.

Filmada en blanco y negro, en formato 1.37:1 (casi cuadrado) para favorecer la intimidad de los close ups (más del 70% de la película), por el extraordinario Sven Nykvist, la película es de una belleza formal insólita.

Los rostros de las dos mujeres, Elisabet con la mano sobre la cabeza de Alma, es una de las imágenes más icónicas del cine mundial.

Desde el collage de imágenes con que comienza la película, al niño pasando la mano por la foto gigante del rostro de la madre, hasta la imagen final de la cámara de cine sobre la grúa se hace difícil describir (sin ver) las libertades fantásticas que Ingmar Bergman se toma con la gramática cinematográfica. Solo su genio era capaz de hacer una película con solo dos personajes, uno de los cuales emite una sola palabra durante los 88 minutos de la misma.

Por desgracia (o fortuna) una película como esta solo puede apreciarse en pantalla grande -no en tabletas o laptops- en su formato, en una buena copia -no en YouTube- que no degrade la calidad visual del film. Persona, a diferencia de la mayoría de las demás películas, simples narraciones con imágenes, es Cine con mayúscula.

 

 

 

10. THE SEVEN-PER-CENT SOLUTION (Herbert Ross, 1976):

 

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El guionista, Nicholas Meyer, fue nominado al Oscar; en su caso, hablar de influencias nos lleva a su familia: su padre era psicoanalista. Y en la “Solución del siete por ciento” Meyer nos recuerda que Sherlock Holmes intimaba, a veces excesivamente, con la cocaína. ¿La solución propuesta por el Dr. Watson? que el famoso detective se viera con un joven psiquiatra, Sigmund Freud. Y a Viena se van entonces.

Toca ahora felicitar a los productores por lograr un equipo actoral muy especial: Nicol Williamson es Sherlock Holmes; Robert Duvall es el Dr. Watson; el enemigo mortal de Holmes, Moriarty, es interpretado por Sir Laurence Olivier, y Freud es el siempre muy confiable Alan Arkin. En otros papeles destacan Vanessa Redgrave (la hermosa Lola Devereux, que acaba de ser secuestrada), Samantha Eggar (esposa de Watson), y Jill Townsend (la de Freud). Mientras el sabueso inglés visita Viena para verse con el famoso psicoanalista, investiga el caso de la chica secuestrada.

La crítica resalta muy favorablemente las actuaciones en general, pero nos llamó la atención que el crítico del New York Times, luego de elogiar a cada uno, se extiende en Robert Duvall, afirmando que, siendo uno de los mejores actores norteamericanos, interpreta al inglés Watson con tal gracia y control que “es difícil creer que alguna vez haya interpretado a un norteamericano con igual convicción”.

Obviamente, el guion se sale del “canon” de las obras escritas por Arthur Conan Doyle sobre el famoso investigador científico-intuitivo. Pero no por ello pierde vigor o fuerza, al contrario. Además generó un debate entre especialistas, ya que en el filme Freud/Duvall acusa a Holmes/Williamson de ser “egocéntrico”. Sin embargo, al parecer Freud no usará la palabra “ego” y sus derivados hasta la década de los futuros años veinte, ya que en la película los hechos ocurren en 1891.

 

 

 

11. ZELIG (Woody Allen, 1983):

 

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Si la forja del tiempo es la encargada de separar lo bueno de lo magistral, a más de treinta años de su estreno este mockumentary (documofa) del prolífico Woody Allen (WA) quizá se iza como su obra maestra.

En tono documental la película cuenta las peripecias de un tal Leonard Zellman, en el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales. Zelig (Woody Allen) es un ser ser anodino que se ha encontrado con una extraña enfermedad, un “desorden camaleónico”; la habilidad de transformarse a semejanza de las personas con quien casualmente se encuentra. Esto lo convierte en una celebridad-fenómeno que atrae la atención de los doctores, en especial la bella Eunora Fletcher (Mia Farrow) que decide tratarlo -y, por supuesto, enamorarse- en su afán por curarlo. Bajo los cuidados de la doctora, Zelig es bautizado como el Hombre Camaleón. De la fama y el aprecio de la gente pasara rápidamente a ser rechazado y repudiado, hasta que por fin se cura, pero solo por un corto tiempo.

Del “Gran Gatsby” a la “Casa que construyó Babe Ruth”, pasando por el Vaticano de Pio XII, hasta llegar a la Alemania de Hitler, WA nos entrega con un humor fino las distintas facetas de Zelig dejándonos una especie de pasticho histórico con comentario mordaz sobre la época y las individualidades.

Casi la totalidad de la película esta construida con material de archivo hábilmente mezclado con el material filmado por Gordon Willis, uno de los mas grandes cinematógrafos de la historia del cine. Personalidades como Susan Sontag, Saul Bellow, el doctor Bruno Bettelheim y algunos otros contribuyen con sus testimonios al carácter documental del film.

En definitiva, una gran película que se deja ver muchas veces.

 

 

12. HOUSE OF GAMES (David Mamet, 1987):

 

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Aquí estamos haciendo una pequeña trampa: aunque la protagonista es una exitosa psicóloga en Seattle, Margaret Ford (brillantemente interpretada por Lindsay Crouse), no podemos decir en justicia que haya una relación clara analista-paciente a lo largo de la historia.

Escrita y dirigida (su debut) por el extraordinario guionista David Mamet, la película narra las vicisitudes de Ford cuando, por ayudar a un paciente con una deuda de juego, conoce a un apostador y estafador de nombre Mike (Joe Mantegna) y se sumerge en un oscuro mundo de apuestas, estafas, riesgo y crimen que comienzan a develar su lado oscuro y erotismo reprimido. Muy al estilo Mamet, la narración da giros interesantísimos, imprevistos a veces, en lo que nada es lo que aparenta ser. Al final, somos los espectadores, en sentido positivo, los estafados, los sorprendidos, los desconcertados. Podríamos decir que la calle, el submundo de las apuestas, la relación erótica con Mike, son el diván en el que el analista somos nosotros, el público, y el paciente la psicóloga Ford. Excelente film.

 

 

13. THE SILENCE OF THE LAMBS (Jonathan Demme, 1991):

 

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Comencemos por recordar que “El silencio de los corderos” es apenas la tercera película en la historia del cine (las otras dos: “Sucedió una noche”, de 1934, y “Atrapado sin salida” de 1975) que obtiene el Premio Oscar en las cinco categorías principales: Mejor Película, Mejor Director (Jonathan Demme), Mejor Guion (Ted Tally), Mejor Actor (Anthony Hopkins) y Mejor Actriz (Jodie Foster). Hasta la fecha, es asimismo el único filme ganador del premio más importante que es considerado en la categoría de “película de horror”. Una indudable obra maestra, que en IMDB poco más de 1.225.000 votantes ubicamos en el #23 entre las mejores películas de la historia.

Es cierto que, como tal, no hay una relación formal terapeuta/paciente entre Hopkins y Foster (Hannibal Lecter y Clarice Starling son dos de los más grandes personajes en la historia del cine); pero uno de los logros del guion es que el psiquiatra y asesino preso “obliga” a Starling a convertirse en una paciente muy a su pesar, si quiere obtener ayuda para resolver el caso en que esta inexperta estudiante, aspirante a agente del FBI, colabora. Metafóricamente, así como el asesino “Buffalo Bill” (interpretado por Ted Levine), despelleja a sus víctimas, Hopkins hace algo parecido (específicamente en la primera hora del filme) con los recuerdos infantiles de Foster; la lleva a rememorar, sufrir y asumir sus miedos y terrores.

La dirección de Demme es excepcional: uno de sus aciertos es hacer que la cámara sea una seguidora fiel de los pasos de Starling, siempre en su búsqueda. También en la presencia muy a menudo de tres colores: rojo, blanco y azul. La música de Howard Shore a veces adquiere un tono funerario, perfecto para un filme de horror.

Es una anécdota a mencionar que el papel de Clarice Starling le fue ofrecido por Demme a Michelle Pfeiffer (habían trabajado juntos en “Married to the Mob”, de 1988) quien lo rechazó. Otras posibles candidatas fueron Meg Ryan y Laura Dern. Pero Foster deseaba con pasión e insistencia el papel. Y tuvo total razón.

Jack Crawford, el jefe de Starling, lo iba a interpretar Gene Hackman (que incluso estuvo inicialmente involucrado como productor), pero al final rechazó seguir vinculado al proyecto por su excesiva violencia. Entonces apareció Scott Glenn.

El papel de Hannibal Lecter tuvo más competencia. Rechazado por Sean Connery, otros actores considerados para el papel fueron Al Pacino, Robert de Niro, Dustin Hoffman, Derek Jacobi y Daniel Day-Lewis. Pero entonces llegó Anthony Hopkins y el resto ya es historia, y de la grande.

Para Roger Ebert, Hannibal Lecter puede compararse con otros monstruos del cine, como Nosferatu, Frankenstein, King Kong y Norman Bates (“Psicosis”). Tienen dos cosas en común: se comportan de acuerdo a su naturaleza, y son unos incomprendidos.

Como todos los grandes thrillers, “Silence…” no envejece, permanece. Y cada cierto tiempo volvemos a él para maravillarnos una vez más.

 

 

14. QUILLS (Philip Kaufman, 2000):

 

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Somos aquí testigos de un enfrentamiento de voluntades representadas por dos grandes actores: Geoffrey Rush, como el Marqués de Sade, y Michael Caine, como un psiquiatra sádico –le cabe perfectamente bien el término- enviado por órdenes del propio Napoleón Bonaparte para “controlar” y enfrentar al ilustre paciente, habitante del Manicomio de Charenton, bajo la dirección de un juvenil abad interpretado por Joaquin Phoenix. Si esto no era ya suficiente, aparece en escena una joven lavandera, quien cumple la labor de ayudar a Sade sacando del manicomio sus manuscritos. La actriz es Kate Winslet.

Quizá sea el momento de recordar que los cuatro actores mencionados son ganadores del Oscar, y muy merecidamente, por cierto.

Entre los premios obtenidos, El Consejo Nacional de Críticos en Estados Unidos seleccionó a Quills como la mejor película del año 2000.

Detrás de este singular esfuerzo está un director, Philip Kaufman, que posee un don poco común: imposible de encasillarlo en un tipo específico de filmes. ¿Por qué lo decimos? Participó en la escritura de “Cazadores del Arca Perdida” (1981), la épica obra de aventuras de Steven Spielberg; fue el guionista del western “The Outlaw Josie Wales”, protagonizada y dirigida por Clint Eastwood; y en 1988 dirigió y escribió el guion de “La insoportable levedad del ser”, con Daniel Day-Lewis, Juliette Binoche y Lena Olin, basada en la novela de Milan Kundera.

En sus comienzos, en 1964, en colaboración con Benjamin Master, escribió, produjo y realizó Goldstein, ópera prima que mereció el Prix de la Nouvelle Critique en el festival de Cannes.

Quills es la primera película que Kaufman dirige cuyo guion no escribió; en una entrevista afirma que el personaje de Caine, el doctor Royer-Collard, es un hombre “moderno”, en el sentido de un buen hijo de la Revolución Francesa; en el filme, Rush/Sade afirma: “el doctor es un hombre que sigue mis enseñanzas”.  

 

 

15. CELLE QUE VOUS CROYEZ (Safy Nebbou, 2019):

 

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Y finalizamos en Francia, con una película del año pasado, 2019, en la cual los problemas psiquiátricos se abordan bajo la influencia de las omnipresentes redes sociales, del internet, del celular y cómo ellos condicionan, marcan y afectan nuestras vidas. En este caso, la de la protagonista, Juliette Binoche, una profesora universitaria de literatura, divorciada, que está recluida en una clínica privada, bajo un régimen muy suave. El filme (en inglés “Who you think I am”, Quién piensas que soy”, y basado en una novela de Camille Laurens) es en buena medida un gran flashback donde ella le cuenta a su psiquiatra –muy bien interpretada por Nicole Garcia– el porqué de la necesidad de ayuda. Poco a poco se dará cuenta de que “no hay peor rival que lo que no existe”.

Juliette Binoche está, una vez más, sensacional. Ella siempre logra ofrecer una cierta fragilidad –algunos la llamarían levedad- que no esconde, al contrario, sino que muestra sin complejos una honestidad y una verosimilitud actorales que muy pocos entre sus colegas presentes tienen el privilegio de poseer.

“Celle que vous croyez” ha sido llamado “un vertiginoso juego de espejos” entre lo real y lo virtual, que arranca –única pista que damos- cuando la profesora crea un perfil en Facebook para seguirle los pasos a un muy elusivo amante. El problema es que entre el personaje real –Claire- y el inventado –Clara- hay un océano de diferencias; es pertinente entonces la pregunta: ¿qué estamos dispuestos a hacer para no renunciar al deseo?

En un cierto momento la paciente/Binoche le pregunta a la psiquiatra/Garcia: ¿Por qué usted nunca me cuenta nada de su vida?

Respuesta: “Solo soy la depositaria de mensajes que no son para mí”.

 

 

 

 

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