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El coronavirus socava el precipicio

El nuevo coronavirus ha llegado a una Cuba inmersa en la profunda crisis económica gestada durante los 61 años de Revolución

LA HABANA, Cuba. – La magnitud y la duración de la epidemia son aún imprevisibles, pero sí resultan seguros la agudización de la carencia de liquidez y el acceso a créditos, el deterioro mayor de la base productiva y la depauperación de la ya precaria calidad de vida. Los cubanos no pueden salir a la calle y los dirigentes aparecen en la televisión con nasobuco.

La COVID-19 llegó el 11 de marzo a una Cuba inmersa en la profunda crisis económica gestada durante los 61 años de Revolución. Las complicaciones fortuitas eran imposibles de prever: ahora solo se podrán superar con cambios sustanciales y con la liberación de la capacidad creadora de todos los cubanos, sin la imposición ideológica ni de las fuerzas represivas.

El abordaje de algún transporte y las colas con fricción corporal para comprar papel sanitario, detergente, productos cárnicos, puré de tomate y leche en polvo parecen demenciales, como si los cubanos no tuvieran en cuenta el peligro de contagio, enfermedad o muerte que entraña el nuevo coronavirus.

La mayoría de las personas no tienen otra opción, porque la esporádica oferta y sus escasos ingresos les impidieron garantizar las reservas necesarias para subsistir en el fondo del precipicio económico donde ya estaban. Las autoridades lo llaman “falta de percepción de riesgo”, pero tal cosa no existiría si la población no estuviera sometida al mayor desabastecimiento de productos esenciales desde 2018.

La ansiedad generada por la amenaza del COVID-19 a la salud se acrecentará en el transcurso de los días, cuando la población tendrá que permanecer en sus hogares ―donde casi siempre conviven varias generaciones― sin alimentos y medicinas suficientes. Niños, jóvenes y adultos difícilmente lograrán compartir la tele, el ordenador (si tuvieran), el desayuno, el almuerzo, la comida (sin meriendas por medio), sobrellevar los comentarios, y tratar respetuosamente a los ancianos, que propiciaron la vida, la vivienda y la crianza de los hijos.

Los apagones prolongados podrían regresar, a causa de la imposibilidad de pagar los combustibles, aunque el Gobierno ha tratado de no afectar las zonas residenciales, como una cuestión de honor por su “respeto” al bienestar del pueblo. (En realidad, por demostrar que la crisis económica en crecimiento durante el último lustro no es semejante a la de los primeros años del Período Especial, y que el Gobierno de continuidad solucionará las deformaciones del sistema).

De hecho, las restricciones de combustible aplicadas a las ramas industriales y agrícolas en 2019 han tenido efectos nocivos dados por la caída o retraimiento de las producciones esenciales como el arroz, los frijoles. La falta de pesticidas provocó la pérdida de gran parte de las siembras de frijoles, y el arroz careció de suficientes fertilizantes y equipamiento para su cosecha.

Al cancelarse temporalmente la entrada de turistas extranjeros a la Isla, los productos destinados a los hoteles y otras instalaciones semejantes, podrían destinarse a la población (aunque sea en CUC), si bien sus cantidades no serían elevadas. Sobre todo, porque la mayor parte de los insumos se importan y solo recientemente se autorizó al pequeño sector privado y las empresas nacionales a sostener relaciones comerciales directas con los hoteles propiedad de las empresas autóctonas.

Las repercusiones de la pandemia en la economía mundial podrían llegar a una recesión, que mantendría deprimido el turismo y continuaría alejando las inversiones extranjeras directas, por los que ha apostado el Gobierno de Cuba para asegurar su propia sostenibilidad y despegue económico.

La venta de servicios médicos, en baja también por la cancelación de contratos con Brasil, Ecuador y Bolivia, y eventualmente con Venezuela en el futuro próximo, podría mejorar si los grupos enviados a países muy castigados como Italia, y el medicamento para enfrentar el COVID-19, tienen éxito. No obstante, dependería también de las posibilidades financieras de las naciones y la aceptación del personal calificado de cada región.

En medio de ese panorama, el levantamiento de las sanciones financieras y comerciales aplicadas por la Administración Trump facilitaría la adquisición de combustible, alimentos, medicinas y equipos, y la exportación de algunos productos nacionales, lo que podría beneficiar a los cubanos en el archipiélago.

 

 

 

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