‘El doctor Zhivago’ en la Guerra Fría
El escritor ruso Boris Pasternak, retratado en 1957. MAX FRANKEL
Dos libros demuestran a partir de documentos desclasificados que la CIA conspiró para que la novela de Pasternak se distribuyese en la URSS y para que le diesen el Nobel
Las relaciones entre el poder político y la intelligentsia en la URSS variaron a lo largo del tiempo. Dependía de quien mandase. La errática primavera de los creadores que se extendió con Lenin durante los primeros años de la revolución bolchevique fue agostada mediante la brutal represión estalinista y el Gran Terror, que no permitieron alejamiento alguno de la ortodoxia, marcada directamente por el secretario general del Partido Comunista (PCUS). Cuando muere Stalin en marzo de 1953 y es sustituido por Jrushchov, la represión disminuye pero no desaparece. Son los años de la Guerra Fría. Boris Pasternak era uno de los grandes poetas de la URSS, pero la obra por la que la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura y por la que ha sido reconocido universalmente fue la novela El doctor Zhivago. Pasternak tuvo que sufrir los rigores tanto del régimen estalinista como del posestalinismo, y fue considerado un traidor por recibir el galardón en 1958 (tuvo que renunciar a él para sobrevivir, y estuvo al borde del suicidio).
Pasternak tardó más de una década en escribir El doctor Zhivago (entre 1945 y 1955, aproximadamente). Su protagonista, era un trasunto del propio autor. Personaje y escritor procedían de un pasado perdido, el refinado ambiente de la intelligentsia moscovita de antes de la Revolución. En las letras soviéticas este era un mundo que había que despreciar, si es que se evocaba siquiera. Pasternak sabía que el entorno editorial oficial retrocedería ante el tono distinto de El doctor Zhivago, su manifiesta religiosidad, su inmensa indiferencia por el realismo socialista y la obligación de doblar la rodilla ante la Revolución de Octubre. El entusiasmo inicial de Zhivago por los bolcheviques no tardó en desvanecerse. En el Moscú de la Revolución, los libros, las obras de teatro, las películas, los poemas eran instrumentos cruciales de la propaganda de masas.
Pero si esos controles eran importantes para la URSS, no lo eran menos para la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA), que los creía una herramienta central de la Guerra Fría. Como demuestran dos libros de reciente aparición, desde que tuvo conocimiento de la existencia y de los contenidos de El doctor Zhivago, la CIA se propuso que la novela tuviese la mayor difusión tanto fuera como dentro de la URSS y facilitó que su autor obtuviese el máximo reconocimiento a través del Nobel de Literatura. Los dos títulos recorren toda la conspiración que acabaría haciendo de El doctor Zhivago un superventas a la cabeza de las obras de ficción más vendidas (en EE UU sustituyó en ese puesto a la Lolita de Nabokov); de Pasternak, un Nobel anterior a Solzhenitsin, Sájarov o Mijail Sholojov; y de la película Doctor Zhivago, dirigida por David Lean y protagonizada por Omar Sharif y Julie Christie, una de las más vistas de la historia del cine.
Un arma secreta
Se trata de La novela blanqueada. El doctor Zhivago de Pasternak entre la KGB y la CIA (Iván Tolstói, Galaxia Gutenberg) y El expediente Zhivago (Peter Finn y Petra Couvée, editorial Bóveda). Basados en documentos recién desclasificados, ambos libros cuentan la historia de cómo una obra prohibida se convirtió en un arma secreta de la CIA en esa batalla ideológica de la Guerra Fría.
En mayo de 1956, un corresponsal italiano en Moscú que buscaba obras nuevas para la editorial del comunista Giangiacomo Feltrinelli se lleva el manuscrito de la única novela de Pasternak, que las autoridades soviéticas no le permiten publicar. Primero, Feltrinelli la publica en Occidente en diversas lenguas y, a continuación, la CIA hace una edición en ruso, que fue introduciendo clandestinamente y poco a poco en la Unión Soviética.
Hasta hace poco tiempo, la CIA no había reconocido su papel en este caso. El libro de Finn y Couvée elimina algunas de las historias novelescas sobre cómo se hizo la agencia con el texto de Pasternak y despeja cualquier duda a través de los documentos desclasificados. Historias como la que se relata en La novela blanqueada: en el otoño de 1956, un avión que cubría el recorrido entre dos ciudades europeas aterrizó inesperadamente en Malta. Mientras los viajeros esperaban en una sala del aeropuerto a que se reparara una aparente avería, unos hombres buscaban en el portaequipajes del avión la maleta que contenía un grueso manuscrito.
Fotografiaron en secreto sus seiscientas páginas y lo introdujeron de nuevo en la maleta. Seguidamente, los pasajeros fueron conducidos a sus asientos y las hélices empezaron a zumbar como si nada hubiera ocurrido. El doctor Zhivago había caído en manos de los servicios de inteligencia occidentales.
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DE LIBROS, DRONES Y LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA
El caso Zhivago causó un grave daño en la reputación de la URSS. La CIA ganó esta batalla de propaganda. Numerosos escritores occidentales, muchos de ellos simpatizantes hasta entonces del laboratorio soviético, se solidarizaron con Pasternak. Desde el principio del llamado programa de libros en la década de los cincuenta hasta el fin de la URSS a principios de los noventa del siglo pasado, la CIA distribuyó alrededor de 10 millones de libros y revistas en la Europa del Este y la URSS.
Al cabo de tantos años, en una época como la actual de terrorismo, drones y asesinatos selectivos, la fe de la CIA en el poder de la literatura para transformar la sociedad resulta casi ingenua.
La última paradoja de la historia en este caso es que Jrushchov, que también fue destituido al frente de la URSS, y que declaró sobre El doctor Zhivago que no deberían “haberlo prohibido”, permitió que las cintas de sus memorias se sacaran en secreto de la URSS y se publicaran en Occidente.