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El drama del Chernobyl peruano

La radiación del plomo afecta al 90% de los niños de la región de la Oroya, mientras que en Piura se disparan los casos de cáncer de piel por el exceso de rayos ultravioleta

Hoy en día nuestro planeta Tierra está con fuertes dolores, mal humor y alteraciones causadas por el efecto antropogénico del ser humano al cambio climático. Nuestro ego nos ha creado la ilusión de vivir separados de la naturaleza como si fuéramos la potencia dominante que puede explotar los recursos naturales indiscriminadamente.

Tanto es así que, en algunas partes del globo terráqueo, la vida humana se ha tornado insostenible, generando migraciones forzadas a causa de la degradación ambiental de su hábitat.

Precisamente, Perú es uno de los países más perjudicados por la contaminación generada de parte de los países industrializados; la región de la Oroya, por ejemplo, es todavía en la actualidad víctima de la radiación del plomo resultante de la fundición de metales por parte de la empresa canadiense Doe Run.

Hoy en día nuestro planeta Tierra está con fuertes dolores, mal humor y alteraciones causadas por el efecto antropogénico del ser humano al cambio climático. Nuestro ego nos ha creado la ilusión de vivir separados de la naturaleza como si fuéramos la potencia dominante que puede explotar los recursos naturales indiscriminadamente.

Tanto es así que, en algunas partes del globo terráqueo, la vida humana se ha tornado insostenible, generando migraciones forzadas a causa de la degradación ambiental de su hábitat.

Precisamente, Perú es uno de los países más perjudicados por la contaminación generada de parte de los países industrializados; la región de la Oroya, por ejemplo, es todavía en la actualidad víctima de la radiación del plomo resultante de la fundición de metales por parte de la empresa canadiense Doe Run.

 

 

De forma correlativa, no es de extrañar que las generaciones actuales de bebés nazcan con malformaciones genéticas. En ese sentido, un artículo del diario la República reporta que la Oroya es una de las ciudades más contaminadas del mundo junto a Chernobyl, donde el 90% de los niños que viven alrededor de la planta han sobrevivido con una concentración de plomo en la sangre, tres veces más que el limite máximo permisible por la Organización Mundial de la Salud.

Contaminantes

Ecosistema en peligro.

A pesar de que los gobiernos y las instituciones internacionales como la OMS exigen a las empresas cumplir con planes de adecuación ambiental a efectos de garantizar una calidad del aire limpia para la población, en la práctica, no se llevan a cabo o en plazos demasiado largos porque la decisión está sujeta a la rentabilidad financiera y no a la protección del ecosistema.

En tal sentido, en este contexto, la realidad es que nuestra sociedad capitalista antepone el confort personal antes que el bienestar ambiental. La pregunta es la siguiente: ¿qué pasa si los países emergentes cada vez tienen una clase media emergente, con renta ascendente y con deseos de tener en promedio dos autos?

Pues que, por ejemplo, en el caso de Perú, los peruanos del norte acaban expuestos a la excesiva radiación solar, rayos ultravioleta (misma que es la más alta del mundo con un 15% de UVH); cuyos efectos derivan de una cada vez más degradada capa de ozono en la zona ecuatorial.

No es causalidad entonces que Piura registre la mayor tasa de personas con cáncer a la piel, en cifras unos 1.200 nuevos casos anuales, según afirman diversos estudios del Ministerio de Salud.

Poca conciencia

Falta cultura del reciclaje.

Sin embargo, todo y con estos antecedentes en la mira, el promedio de la población parece hacer caso omiso de la degradación de la naturaleza cuando empieza a tener unos billetes de más en el bolsillo; su consumo per capita aumenta más y con ello la generación de desechos sólidos, pero, lamentablemente, la relación es inversamente proporcional a la cultura del reciclaje y el recojo de basura.

Es decir, a mayor consumo, mayor es la generación de focos infecciosos de contaminación por la presencia de botaderos de basura, como denuncia la ONG Aprode Perú.

Por lo tanto, la pregunta resultante es: ¿Necesitará América Latina sufrir una crisis económica (y de valores humanos) similar a la de Europa para que la codicia se transforme en conciencia ecológica? ¿Qué debe suceder en la conciencia humana para que la economía de un país se ponga al servicio de la naturaleza y el pueblo?

 

 

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