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El Gobierno cubano no quiere ajustarse a las normas internacionales de DD HH

Esos derechos, a los que no quiere verse forzado el Gobierno de Raúl Castro, serían el programa ideal del socialismo, al decir de José Saramago. (EFE/Abel Padrón Padilla)

Al ser rechazada y considerada de «innecesaria e injerencista» la declaración del Parlamento Europeo en relación al acuerdo entre Cuba y la Unión Europea sobre Diálogo Político y Cooperación, por parte de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular y la cancillería, el Gobierno del general Raúl Castro está enviando un mensaje muy claro al mundo y al pueblo cubano: no está dispuesto a ajustarse a las normas internacionales en materia de derechos humanos.

No es nada nuevo. Desde que los hermanos Castro llegaron al poder en 1959, en la cresta de la ola democrático-revolucionaria que se propuso derribar la dictadura de Batista y restaurar la Constitución del 40 y la institucionalidad democrática, decidieron violar las normas internacionales sobre derechos humanos, especialmente los civiles, económicos y políticos, para poder garantizar el establecimiento de la «dictadura del proletariado» e instaurar un socialismo al estilo de la URSS.

El objetivo era «destruir el estado burgués, sus leyes e instituciones y, sobre sus ruinas, construir el nuevo estado socialista, con nuevas leyes e instituciones que respondieran a los intereses del proletariado en el poder«, tales eran las lecciones fundamentales del folleto El Estado y la Revolución de Lenin, que ambos hermanos leyeron y asumieron oportunistamente para perpetuarse en el poder.

Pretender que la Carta Internacional de los Derechos Humanos va contra la soberanía del pueblo cubano es precisamente intentar violarla

Más o menos todo lo que pasó después es historia que se repite: aplastamiento de la oposición, expropiación y estatalización de toda la propiedad privada, concentración del poder económico y político, nueva constitución «socialista» inamovible, partido único, exaltación de lo colectivo o social, sobre lo individual, el estado dueño y señor, la continuación del trabajo asalariado para el estado explotador, el paternalismo con la salud y la educación «gratis» y todo eso que han llamado socialismo, que nada tiene que ver con el reino de la libertad y la liberación humana de la enajenación del trabajo y sus condiciones de subsistencia.

Esos derechos, a los que no quiere verse forzado el Gobierno de Raúl Castro, serían el programa ideal del socialismo, al decir de José Saramago, si se respetaran integralmente. Y no fue casualidad que juristas y diplomáticos cubanos estuvieran involucrados activamente en la confección de la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada por la ONU en 1948, con Cuba como signataria, por la sencilla razón de que por esos derechos venían luchando los cubanos desde 1868 y estaban siendo precisados y ampliados en cada una de las constituciones cubanas. (3)

No hay que olvidar que las guerras de independencia de Cuba contra España en el siglo XIX estuvieron inspiradas también en la Revolución Francesa y en la Declaración de Independencia de las 13 Colonias de América del Norte, así como en todo el ideario humanista del siglo XIX.

Pretender que la Carta Internacional de los Derechos Humanos (La Declaración Universal, los pactos y acuerdos y regulaciones internacionales) va contra la soberanía del pueblo cubano es precisamente intentar violarla, pues la única forma de garantizar la soberanía del pueblo cubano es respetando esos derechos.

Esos derechos, a los que no quiere verse forzado el Gobierno de Raúl Castro, serían el programa ideal del socialismo, al decir de José Saramago, si se respetaran integralmente

La comisión de relaciones internacionales del Parlamento cubano llega al ridículo, pues al tiempo que declara: «No reconocemos derecho alguno al Parlamento Europeo para abordar asuntos que solo competen al pueblo cubano, que continúa construyendo una Nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible», también señala que: «el Parlamento Europeo debería ocuparse de atender el profundo y creciente deterioro de la confianza de los ciudadanos europeos en las instituciones comunitarias (…). Debería también la Eurocámara atender la galopante corrupción en sectores políticos europeos, el creciente deterioro de los sistemas de seguridad social, principalmente vinculados a la salud, la persistencia de altas tasas de desempleo, fundamentalmente juvenil, y los escasos avances que se aprecian en lo concerniente a la igualdad de género en Europa».

El colmo del cinismo: «Ustedes no tienen derecho a criticarnos a nosotros. Nosotros sí a ustedes.»

Por demás Cuba hoy no es soberana, ni independiente, ni socialista, ni democrática. De prosperidad y sostenibilidad, ni hablar.

No es soberana porque la soberanía, que reside en el pueblo, ha sido secuestrada por un gobierno militar todo poseedor y todo decisor que impide la libertad de expresión de asociación y de elección.

Cuba podrá ser soberana, independiente, socialista y democrática el día que se respeten íntegramente los derechos humanos aceptados internacionalmente y que el actual Gobierno cubano se niega a reconocer

No es independiente, porque desde los primeros años de la «revolución» empezó a depender económica, política y militarmente de la URSS, después del petróleo venezolano para subsistir económicamente y ahora pretende depender de las inversiones internacionales y del turismo de EE UU, porque destruyó la industria azucarera y no ha sido capaz de desarrollar su economía.

No es socialista, porque en su nombre lo que se edificó fue un capitalismo monopolista de estado, mal administrado por la siempre misma burocracia que concentró la propiedad y mantuvo el trabajo asalariado, ha frenado el desarrollo de las fuerzas productivas y eliminado y obstaculizado el trabajo libre, privado o asociado, de cuentapropistas, cooperativistas, sistemas autogestionarios, comunitarios y demás trabajadores asociados, que caracterizarían la sociedad postcapitalista.

Y no es democrática, porque el sistema político unipartidista, basado en el artículo 5 de la constitución cubana, impide la libertad de expresión, de asociación, de elección, el multipartidismo y la libertad de actividad económica.

Cuba podrá ser soberana, independiente, socialista y democrática el día que se respeten íntegramente los derechos humanos aceptados internacionalmente y que el actual Gobierno cubano se niega a reconocer.

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